domingo, 7 de febrero de 2021

LA SILLA

          Pues sí, la silla lleva ahí desde siempre. No la habíamos usado porque hay que desviarse como un metro del trayecto entrada-sofá o entrada-cama, que yo suelo hacer marcha atrás, mirando hacia arriba, mientras tú guías el tándem, en nuestro trayecto habitual. Iba a decir nuestra rutina, pero no hubo tiempo aún de establecerla.

          Tampoco acostumbro a ponerme medias de liga, pero hoy me lo pedían las piernas. Será que presentían que serían abiertas y puestas a prueba sus bisagras.

           Iba a contestar lo de la silla, cuando lo preguntó tu boca,  medio metro por encima de la mía, mis hombros a la altura de tus rodillas, y las mías a la de tus tobillos...pero tu satisfacción no me permitía vocalizar. Y la comodidad de la silla te impidió seguir preguntando.

           La lluvia, que hasta ahora me ahogaba en melancolía, enerva ahora mis ánimos, los cabrea y los provoca, insultando la parte de odalisca que llevo dentro, desde que nos...visitamos. Porque si llueve, yo no me mojo. Y más que nunca añoro el verano, y en vez de series, me hice adicta a los "hombres del tiempo".

          Hoy, la silla, la cama y yo, te echamos de menos, y tus manos frías serían celebradas, tu sonrisa mordisqueada y tu barba perfumada con mi olor.  Eres grande, recio, suave, cálido, amable, acogedor, sensual, generoso y divertido. Y cambias el perfil de mi sonrisa, cuando no la provocas. 

          Espero que mañana no llueva.