sábado, 30 de abril de 2022

BINAURAL

           Muy veinteañero lo de meterse mano en el coche. Lo escribo con una sonrisa binaural.

           Supongo que acuciaba el hambre, porque el apetito lo saciamos en la previa de tapita y cerveza discretas, en uno de esos rincones dónde creernos que somos algo, haciendo el paripé de algún plan del universo paralelo que ensueño a veces. Y tú, creo.

           Ya caminar con tu mano en la cintura, apenas 50 metros, valió para bocetar 100 paseos que te daría. Y que irte te costase tres despedidas, fue como un achuchón largo para mis adentros.

           El vecino que nos vio desde fuera del coche besarnos por dentro del cuerpo, debió intuirnos las ganas, y por eso nos dejó encerrados. Me costó maniobrar con tus manos por debajo de mi cintura y demasiado fuera de mis vaqueros y entre cambios de marcha, tu boca era un poquito mía.

           Puedo acostumbrarme a tus sorpresas. He aprendido a disfrutarlas y a medir lo que son.

           A ver si hay más. 16...



domingo, 17 de abril de 2022

ILUSIONANTE

           Ser la alegría de sus caderas, la intención de sus ojos y la caricia para sus manos es una posibilidad a tener en cuenta, si aceptamos que la vida son cuatro días y tres ya pasaron, como dijo Pau Donés. Por la misma razón, si se alarga, hay que plantearse con quien envejecer.

           En esta era de  desechables, caducidades y obsolescencias, las relaciones largas son complicadas, y las larguísimas, rara avis. Sé lo que me digo: me enamoré "para siempre" a los 16,  sin saber que significaba "29 años y pico, 2 hijos y la hipoteca a medias". Pero se van las nubes, la vida sigue y recuperas ilusiones y planes, sólo que la persona con la que envejecer resulta ser otra...o ninguna.

           Esta situación merece todo tipo de  juicios según el punto de vista de cada cual, desde la lógica constructiva de las personas que terminan la relación que ya no les funciona...a los que piensan que es una frivolidad, que ahora no se aguanta nada y no se le da valor a intentar arreglar las cosas. Todas me merecen respeto, hasta la mía.

           Sigo creyendo en las relaciones a largo plazo y con planes de para siempre, porque valoro mucho el compromiso de vida común de las parejas, pero llegué a la convicción de que el límite es la ilusión por amar al otro, más vinculante, incluso, que el amor, en cualquiera de sus acepciones y matices. Porque aguantar a ver que pasa, te mata por dentro y te envejece. 

           No disertaré sobre lo que dura la pasión, ni acerca de los valores incontestables del amor maduro, porque son obviedades. Pero pienso que para que merezca la pena y la alegría mantener una relación cuando la duda es devastadora, hay que preguntarse si quieres envejecer con tu pareja. Cuando llegamos a ciertas décadas, la compañía para el futuro tiene que ser apetecible e ilusionante. Cada cual sabe sus motivos.

           Hace unos días leí la frase que me hizo meditar sobre  todo esto. Decía que si el futuro no te entusiasma, vives el presente equivocado, y tu lugar, probablemente, esté donde vas cuando sueñas despierto. Yo lo subscribo. Y algunos de vosotros sabéis por qué lo digo.

DIETA Y SEQUÍA


           Tras un periodo de dieta restrictiva considerable, volver a la pastelería es osadía incontestable, que rara vez reprime una trasgresión en forma de palmera de chocolate, torrija o dulce de leche, a gusto del consumidor.

           Del mismo modo, la sequía de caricias por causa de fuerza mayor, provoca una desazón cutaneoglandular, que genera, a partir de un cauto abrazo escondido de los amantes, y  de unos labios incendiando mi nuca, que las manos y las bocas y las piernas, las nalgas, los besos, el sudor, los botones, tu pecho y el mío, tus dedos, mi lengua y la duda en los ojos sobre a dónde llegar y dónde parar...terminase con tus manos en mi pelo y el armario, y las mías donde pude, intentando ambos ahogar la banda sonora con la que acompañamos nuestros momentos.

          Me vuelve  loca tu sonrisa de después, casi más que  la previa.

         El día que nos dé tiempo...

domingo, 3 de abril de 2022

TRES PROPÓSITOS

           Después de darle vueltas, no muchas, la verdad, no fue necesario, tengo la certeza de haber llegado al punto de la vida en el que no merece la pena quedarme con las ganas por miedo al devenir o las consecuencias. Ya aprendí a asumirlas y a sobrellevar los pequeños arrepentimientos, sin arrugarme demasiado por dentro ni por fuera.

           Las decisiones a largo plazo ya son sólo relativas, y un día ordinario puede ser de los buenos por pasarlo con la gente adecuada, esos que te quieren  de siempre, y que en un ratito te resetean el alma abriendo los corazones. Como ayer.

           Mis propósitos vitales los he reducido a tres: cuidar y disfrutar de mis hijos, esperando que me quieran en su vida mucho tiempo, porque la viceversa es indiscutible, dormir cada noche con la sonrisa como pijama por lo vivido por dentro, y prolongar los dos anteriores todo el tiempo posible.

           Renunciar a lo que me hace sonreír es un error de fábrica que ya subsané. Las averías que vengan a partir de ahora, serán por uso de la vida y el corazón,  pero todavía estoy en garantía, así que si nos vemos por el camino, me paras y nos regalamos un cachito de algo.