jueves, 23 de noviembre de 2023

VEINTEAÑERA

             Lucía, eres preciosa. Por dentro y por fuera,  de frente y de lado, del derecho y del revés.

             Aunque lo publique en tu cumpleaños, escribo  desde Florencia, destino de nuestro primer viaje juntas. No sabes cómo se disfruta que tu hija te pida viajar contigo para celebrar  su 18º cumpleaños...como si el regalo fuese para ella.

         Lo de preciosa ya lo sabes, en todas sus acepciones. Tus ojos me conquistaron desde que los abriste por primera vez. Tienes la suerte de parecerte a tu tía, por los genes de tu padre, pero cada vez reconozco más cositas mías en tus proporciones.  Te late dentro un corazón de oro, del que me atribuyo el 50% de responsabilidad, porque la gente amable se construye a besos y caricias, y en eso, tu padre y yo hemos sido igualmente generosos. El carácter que vas moldeando, hace de tus diferencias  las mejores virtudes y de tus discursos uno de mis  credos. El otro me lo marca tu hermano que te quiere casi tanto como nosotros.

            Todo este piropeo lo inspira mi respeto, que no miedo, por tus 20 años: que los cumplas no me hace vieja, sino afortunada y deseosa  de que cuanto cumpla taimuchísimos, seas tú la que me lleve de viaje.

            Te quiero millones. Vive mucho y fuerte, cariño. Eres nuestro primer gran regalo al mundo, que es más bonito desde que existes. Seguro que tu padre lo subscribe.

            Que seas tan feliz como nos haces. ¡Felicidades, veinteañera.!



miércoles, 22 de noviembre de 2023

UN POQUITO HUÉRFANA

          Siempre presumí de padres, y cada vez más, a la par que voy sintiendo en mis carnes lo que significa serlo. Con 16 años tuve la fortuna de conocer a la madre de mi novio. Recuerdo que me pareció amable, sencilla, que no simple, y elegante, por lo bien vestida y peinada que iba la primera vez que la vi, una tarde que cogió el mismo autobús que su hijo y yo.

          La madre de mi novio fue después mi suegra, la madrina de mi boda, y como premio gordo, abuela de mis hijos. Cuando nos divorciamos, no era legal incluirla en la custodia, pero faltó poco.

          Jamás, en los 36 años que la tuve cerca, discutimos, aunque me tenía un resquemorcito suave porque le dije que no le veía el encanto a vivir en Triana, pero no me lo tuvo en cuenta. Jamás se metió entre su hijo y yo, ni en nuestras decisiones, y jamás percibí un mal gesto ni un desagrado, ni algo que me hiciera  sospechar que yo le disgustaba.

           Celebró conmigo cada cosa buena y me acompañó siempre en las duras junto a mi madre, porque cuando una señora Buena como ella  se alegra de que seas la mujer de su hijo, y la madre de sus nietos, te adopta sin papeles. Y a mí me adoptó mi suegra. Por eso, hace dos  días, me quedé un poco huérfana.

           Alabar a los que  se han ido puede resultar oportuno, pero  los que vais a leer ésto la conocíais, al menos  por lo que yo  presumía de ella, y sabéis que no mentiría soltando una retahíla de piropos, pero no voy a vulgarizar su memoria contando todas sus virtudes. Las veréis en el brillo de mis ojos cuando me la nombréis.

            Sólo fui su nuera, pero nos quisimos de corazón, y me va a costar sangre celebrar sin ella cada cumpleaños, cada día de Reyes y cada cosa bonita que me pase a mí o mis hijos, de las que siempre se alegraba y aplaudía.

           Se ha llevado un cachito gordo de mi corazón, pero me dejó tanto cariño  que las lágrimas nunca le harán justicia. Hoy me impiden seguir contándola.

           Gracias por quererme y formar parte de mi vida, Conchi. Siempre en mi corazón, mi Suegra. 

            Besos mil. 

lunes, 13 de noviembre de 2023

45 INCUMPLIDOS

         Hoy me he demorado en escribir, pero no en pensarte.

         Desde que empieza noviembre  espero dos fechas: tu  cumpleaños (éste más, porque hace días te recordaba en Florencia...) y el de tu sobrina. Con la brutal diferencia de que hace 12 años que  tú no los cumples.

         Hoy deberías soplar 45 velas, y repetir la foto que tenemos en el despacho, en la que sonríes  con toda la cara abrazando a la vez a tus cuatro sobrinos. Y podríamos comparar esas caras de niños con los adolescentes y jovencitas que son ahora, de los que estarías, si cabe, más enamorada que entonces. Y la tuya de 33 años con la cuarentona que serías ahora, guapa como eras, y mejorada con el tiempo, con el empaque y el matiz que nos dan los maravillosos cuarenta y tantos a las mujeres.

          No se va la pena, es imposible, pero  ya la tratamos como  de la familia, para seguir teniéndote presente y tratar con tu recuerdo como con un tesoro exquisito. Uno no muere hasta que no le olvidan, y tú sigues por aquí.

          Besos a tu alma, cada dos por tres.