lunes, 26 de enero de 2015

CAPRICHOSA

                    Hoy me levanté caprichosa. No suelo serlo, porque me parece egoísta, pero hoy si me apetece una ración de mimos, con bombones, y pétalos, y burbujas.

                    Hoy quiero que lo dejes todo para venir a mi cama y hacer que me sienta  preciosa. Que me lleves de  la mano por la playa, y de vez en cuando, recojas una caracola, para dármela con un beso. Que me invites a comer en el sitio más romántico que se te ocurra, y pidas lo que me gusta sin que te lo diga. Quiero ir al cine para no ver la película. De compras, para cambiarnos en el probador y no comprar nada. Un café sin pastas, sólo para ver el atardecer que quieres enseñarme, desde esa terraza en la que me recuerdas a diario. Mandar al mundo a la porra y pasear abrazados. Un ramo de flores con tarjeta, para leerla en secreto, y dejar a todos con la duda. Una pulsera con mensaje cifrado. Un anillo de no compromiso. Un colgante para acariciarlo sobre mi pecho, como si fueras tú. Una cita, una sorpresa.

                     Un regalo que no valga nada, y que lo signifique todo. Un capricho, por favor...

domingo, 25 de enero de 2015

LOS APEGOS.

              Lo peor de un final con fecha fija, es anticipar las despedidas.  Ciertamente, el nudo en la garganta se va enredando cada día que tachamos del calendario de la cuenta atrás, como un adviento triste. 

              Altera la resolución  de los asuntos diarios, porque nuestro ego sufre la tentación de dejar huella, para bien o para mal. 

             La certeza del punto de inflexión, detona bombas emocionales, finales o comienzos inesperados, cariños que latían esperando su momento, que afloran ante la inminencia de un desenlace.  Confesamos verdades o mentiras, declaramos intenciones y sentimientos, y recibimos puñaladas...o besos.

             Fascinante, ¿no? Que prever finales genere principios, y anticipar cambios devuelva todo a su lugar.  
Qué complejo es despegarse de los apegos.

domingo, 11 de enero de 2015

SEGUIR PECANDO

                             Esto de los sueños,  como todo lo bueno, es de difícil control, pero aún así, intento soñar contigo, para no dejarte ni durmiendo.  Muchas veces tu  imagen se invita sola a mi cama, pero otras, soy yo quien la invoca, pensando en ti justo antes de dormirme, como quien reza, y mi subconsciente, que es avispado,  busca la manera de que no te escapes. 

                             Eso hago las noches en las que acordamos soñarnos, a falta de tenernos...

                             La forma más dulce de encontrarte  es recordar tus besos.  No me canso de ellos. Tus labios saben exquisitos, pero cuando recorren mi cuello, abren la puerta de todos los porqué no...

                             Esa noche me besaste durante largo tiempo, despacio, recreándote, haciendo bailar tu boca con la mía, dejando bien sentado por qué estabas allí. Tus manos paseaban por mi espalda, mi cabeza, mis brazos,  y se aferraban a mi cintura antes de empujar mis caderas contra las tuyas, para declararme tus intenciones. 

                            Juro que estábamos vestidos un segundo antes de que me tumbaras en aquella amalgama de almohadas y sábanas, donde dejé, casi rogándote, que despertaras todo mi cuerpo a  besos y mordiscos. Cuando no me cabía más excitación, me dejaste disfrutar el tuyo. Toqué, besé y lamí cada centímetro,  sin ruta ni lógica, en un banquete desordenado que terminé a horcajadas sobre ti, enamorándome, una vez más, de tu cara de placer.

                            Tu piel, húmeda y caliente sobre la mía tras los gemidos, es en sí misma un sueño. Qué bien hueles y sabes después del sexo. Y durante. Y antes. Obviamente, es pecado tanto apetito,  y son gula nuestros banquetes. 

                            Piénsalo, suéñanos, y prepara tus andanadas de besos para cuando me tengas a solas.  Quiero seguir pecando.

jueves, 8 de enero de 2015

UN MINUTO AL DÍA

                  Hay momentos  en que lo único que necesito, es saber que durante un minuto del día, has pensado en mí. Esos en los que te pregunto por el tiempo,  o qué comiste, o la hora...

                  Otros te arrancaría la piel a besos, sin contemplaciones, porque mi pena es no tenerte dentro.

                  Y sin embargo, duelen más los primeros, sin que medien la física, ni la química. Ni lógica, ni ética, ni razón.

                  Debo estar loca. De remate. Pero no quiero que se me pase. Porque entonces dejaré de insistir,  y me aburrirá tu callada por respuesta. Y dejaré de preguntarme...


miércoles, 7 de enero de 2015

A LOS QUE NO TIENEN MIEDO

                 Han entrado en la redacción de un periódico  y han ejecutado a  doce periodistas. Así, sin más. ¿Qué puede hacer nadie para prevenir semejante salvajada? No sé a ustedes, pero a mí me da mucho miedo. 

                Las víctimas eran gente como tú o como yo, que eligieron ser periodistas en lugar de médico o  dependiente de un supermercado,  porque  querían contar cómo es el mundo, cómo lo  veían ellos, dar su opinión, sin esperar que  el resto esté de acuerdo. Y cualquier religión o pensamiento son  tributarios de crítica y opinión. Como he leído hoy,  blasfemar es un derecho,  no un delito.

                Y por blasfemar, por criticar una religión, por opinar, acabaron en el punto de mira de unos que no compartían su punto de vista.

                No me gustan las religiones, en general. Nada nuevo, ni original. Quizás sea porque no he encontrado ninguna que  encaje en mi forma de pensar, aunque no lo descarto. Las religiones no son más que formas de vida, filosofías que dirigen el comportamiento de sus adeptos, de sus creyentes. Y esto no tiene por qué ser malo, que la mayoría se basan en ideales nobles y en el amor al prójimo, pero siempre que se entienda desde el respeto. Y qué difícil le resulta al hombre eso de respetar. Si bien el entendimiento, la razón, son la cualidad que supuestamente nos diferencia del resto de animales, algunos de nosotros se obsesionan con corrientes de pensamiento, con la posesión de una verdad excluyente,  y llegan a cometer barbaries como el asesinato de hoy, en nombre de sus ideas, ya sean religiosas o políticas. Realmente, las ideas políticas son como la religión, filosofías de vida, que  sólo se diferencian de cualquier fe,  en que su líder espiritual es humano. Algunos sólo  en apariencia. 

                 Lo que quiero  decir, es que ahora nos toca una de pánico anti-islamista, totalmente justificado por la evidencia, del que no nos hemos querido enterar hasta hace poco. Pero no perdamos en norte, que ni estos asesinos en nombre de Alá , ni los lobos solitarios que esperan para atentar contra cualquiera que, según ellos, blasfeme,  ni los líderes  yijaidistas que intentan imponer sus dictaduras,  representan al musulmán de a pie.  No empecemos a ver demonios. 

                 No todos los alemanes son nazis,  ni todos los comunistas queman iglesias,  ni todos los curas  violan niños. Y no todos los musulmanes son terroristas que intentan apoderarse de Al-Andalus y ponernos burkas. 

                 Estamos en guerra contra los terroristas islámicos,  no contra el Islam. Pero es una religión tan extendida, con tantos matices y tantos grados de  práctica, que da mucho, mucho miedo. De hecho, si este blog tuviera seguimiento más allá de mis amigos y algún despistado al que agradezco su atención, tendría que pensarme si rendir homenaje a los periodistas vilmente asesinados,  y maldecir a sus matarifes, como intento manifestar. 

                 Somos los únicos animales que matan a los de su propia especie por el sólo hecho de pertenecer a otra manada que se dirige en otra dirección. Y da, repito,  mucho miedo.

                 Mi más sentido pésame a las familias de los asesinados,  y a las que lo serán. Y mi  admiración rotunda a los que no tienen miedo.