domingo, 10 de julio de 2022

FALACIAS Y MOLINOS

           Llevo semanas  pensando cuan fácil resulta abrazar dogmas de fe y admitir falacias como certidumbres, con tal de no afrontar dolorosas realidades, que endurecen la vida si se asumen. Cada cual tiene sus molinos de viento.

           La Filosofía, que reflexiona sobre las razones y consecuencias del hombre y el universo, tratando de sacar conclusiones que guíen nuestra conducta, sería un arma útil en este mundo de globalización mal entendida, para intentar consensuar medidas que eviten  la autoaniquilación de la especie. Prueba de ello es que cuanto menos se estudian, peor va el mundo. También las religiones,  como  formas de filosofía argumentadas con historias de seres superiores, que facilitan la alineación. Pero son tan excluyentes que causan el efecto contrario, o sea, guerras. Imagino a Orwell y a los que  compendiaron la Biblia, dando vueltas a al asunto...

          Tengo al respecto una suerte de envidia hacia los creyentes de alguna fe, sustentada en cualquier teología, porque todo dios que sea creador, juez y dueño de nuestros destinos, sirve de consuelo y explicación a cada circunstancia o misterio aún no resuelto por la ciencia, lo que resulta un salvavidas impagable para afrontar duelos, catástrofes e incertidumbres. Los ateos carecemos de  esa herramienta.  A cambio, abrazamos otras creencias u opiniones para dar sentido a la vida. 

          Yo sigo buscándolo. Pero es que soy muy descreída. Aparte de atea, tampoco creo en el destino, ni en el karma, ni en el amor verdadero. El destino implicaría la existencia de un ser o una fuerza superior que lo dirigiera. No me lo creo, sobre todo por lo malo del resultado, inadmisible en un ser superior.

          Lo de creer en el amor verdadero es una tentación, porque sería realmente bonito. Admiro  a las personas que aseguran haberlo encontrado, porque en mi cabeza es algo así como el cofre del final del arcoiris. Y si estoy equivocada, el mio debe andar  despistado, o en otra dimensión, o alguien lo retiene y le ha convencido de que no existo. Afortunadamente, los amores menos verdaderos también tienen su encanto y le ponen sal a la vida. Y azúcar.  Y como hay más de uno, y de dos, la probabilidad de que te encuentre es mayor. Aunque a veces vengan ocupados, como los taxis.

          El karma fue lo que más me costó decidir: defiende, según el hinduismo y la religión budista,  que cada acto tiene una fuerza dinámica que influye en  las sucesivas  existencias del individuo...Que el concepto sea uno de los preceptos de una religión, ya es un dato en contra. Es cierto que admito la existencia de algo parecido a un  alma, que para mí reside en toda  la capacidad neuronal que no sabemos usar, pero también soy consciente  de que es mi forma de consolarme ante la desoladora idea de que  todas mis vivencias y mi  mundo interior desaparezcan cuando muera. Tanta energía  desperdiciada no tiene mucho sentido. Pero si esas energías existen y se influencian de esa manera...¿a cuento de qué esperar a otra reencarnación ? ¿por qué no actúan  sobre la misma existencia, ejerciendo  justicia universal? De ese modo, las personas buenas  serían bien tratadas,  encontrarían a sus amores casi verdaderos, los villanos serían castigados...No me cuadra. 

           Cualquiera  que lea ésto podría pensar  que soy una pesimista, o una amargada de la vida. Nada más lejos. Desconozco la credibilidad de  aquello de  la verdad os hará libres, pero el tiempo que llevo afrontando mis verdades, si me hizo libre para equivocarme o acertar, y asumir ambos resultado con valentía y optimismo. 

           
Siempre sale el sol...¿o es mentira?