sábado, 22 de noviembre de 2014

PURO EGOÍSMO

                           De esta foto hace hoy 11 años. Todavía no sabíamos que al día siguiente  nacería  Lucía, pero habíamos comprado nuestra primera cámara decente para su nacimiento, y decidimos probarla. Fue nuestra última noche de prepadres.

                            Hoy tenemos una muchachita que nos tiene locos, enamorados. Creo que tiene algún defecto,  pero no está demostrado, y será culpa o de su padre o mía. 

                            Anda medio loca, preparando su cumpleaños. Para ella son algo especial, y empieza a planearlos meses antes. Mañana me pondrá la casa patas arriba, riendo sin sentido con sus amigas, dando pábulo a su ilusión y sus cosas de niña...y yo empezaré a tener nostalgia de estos cumpleaños en casa, con tartas, globos, disfraces y amiguitas, que pronto celebrará  por su cuenta.

                            Esta niña,  nuestra niña,  mi niña, ha sido un regalo por lo buena que debí ser en otra vida. Casi no ha hecho falta educarla,  y lo único que ha requerido son besos y abrazos, que devolvía con creces, y amplificaba con  los ojos más dulces que se puedan tener. 

                           Para mi sesgada mirada de madre, es preciosa con absolutismo, y apunta maneras de mujer bonita. Pero es que por dentro es espectacular. 

                           Algo tendremos que ver su padre y yo, porque compendia lo mejor de cada uno. A veces me sorprende con sus razonamientos, con sus llamadas de atención sobre algo que pasa o hacemos que no le gusta, con sus críticas constructivas.  Es sensata y sensible, como su padre.  Puede pasar horas pensando en las musarañas...y me encanta, porque es de las pocas cosas que heredó de mi,  y porque la imaginación es un seguro contra el aburrimiento que pueda  acarrearle la vida, y le dará herramientas para salir de apuros.

                           Debo resultar empalagosa hablando de mi  Princesa, pero mirarla y abrazarla es uno de mis lujos diarios.

                           Mañana seré más suya que nunca. A su servicio,  a su antojo. Presta a ayudarla con su fiesta, que ya dirige ella, y a conseguir que le duela la cara de tanto sonreír. Parece generosidad materna, pero es puro egoísmo, porque verla sonreír a ella es mi placer.

martes, 18 de noviembre de 2014

BUFANDAS

                           Soy tan feliz que no sé qué voy a inventar mañana para seguir siéndolo. Tanto, que me duelen los días buscando lo que me falta, sin estar segura de añorar algo. 

                           Te quiero tanto,  y valoro tanto tu forma de quererme, que no sé que más pedirte, y te exijo caprichos absurdos, de los que me arrepiento al instante. No quiero empañar lo nuestro. Me parece tan sólido que roza la irrealidad,  y en lugar de disfrutar de su placidez, busco  grietas  donde no las hay.

                           Gasto horas pensando qué hacer con mis ratos vacíos, redondeando la estupidez. Me puede la inercia del no ser, del no hacer. He perdido la fuerza, el impulso. He empezado decenas de bufandas y no he terminado ninguna, y a punto está de llegar el invierno.

                           Estoy desorientada. Vamos en un carro de dos caballos,  y el mio no me hace caso. Camino contigo, pero no a tu paso, y cuando oteas vigilando la ruta, pienso que miras para otro lado, porque no quieres mirar conmigo. Siento que  ves las piedras de tu lado del camino, pero no los baches del mio.

                           He caído en el egoísmo, en la certeza de ser el ombligo de tu mundo, y de algunos más. Pero mis complejos no se vencen desde fuera, ni con tiritas y cada cierto tiempo se me clavan en los talones del alma,  y sacan lo peor de mí.

                           Ahora mismo,  no tengo muy claro lo que digo, pero  tengo una tormenta de ideas malas en mi cabeza y, triste,  la única forma que encuentro de aliviar la presión, es escribirlo. Nuevamente, has sido tú el que supo abrirme una  puerta para que no explote. ¿Podrás creer que he intentado llorar y no me sale? Con lo que yo he sido...

                           Me gusta tanto que tú y yo no seamos uno, que he llegado a sentir que lo somos. Y ahora me da vértigo aflojar  la mano que me das. Como si alguna vez me la hubieras soltado....!

                           Quiero dormir. Quiero dejar de pensar. Quiero terminar las bufandas.

viernes, 14 de noviembre de 2014

LÁPIDAS EN EL CALENDARIO

                 Ayer, habrías cumplido 36, si siguieras cumpliendo años. 

                 No quise escribir, ni  pensar. Quise que fuera un día como  los demás. Y como lo era, también me acordé de ti. 

                 Si siguieras cumpliendo años, ayer, habría cambiado mi guardia, y habría estado de mejor humor, como todos los que te extrañamos. Habría sido un día especial. Habría escrito sobre el brillo de tus ojos,  sobre tu sonrisa, o tu última pavada. Me habría encantado escribir tu vida en estos dos últimos años. 

                Por eso, ayer, lo evité, porque no quiero que los 13 de noviembre sean tu no cumpleaños, porque me pone de mal humor, y me entristece la piel. No quiero lápidas en el calendario, ante las que poner flores cuando toca. Porque aquí toca recordarte todos los días. 

                Seguimos mandando besos a tu recuerdo.

martes, 11 de noviembre de 2014

¿POR QUÉ ME RÍO?

             


 ¿Por qué me río?

               Me río porque  es la secuencia lógica de la sonrisa que tu vuelta ha tatuado en mi cara.

               Me río porque  me sonrojas, me desnudas con los ojos, y tus besos  me arañan de  nuevo.

               Me río porque me basta lo que me estás dando, aunque no deje de pensar en la locura de celebrar tu cuerpo.

               Me río... me río por tu culpa.

martes, 4 de noviembre de 2014

PRESCINDIBLES

                                  Anoche dormiste poco, igual que yo, y hoy, mis ojeras protestan la ausencia de tus brazos. El otoño, que ha venido de golpe, como tus besos, melancoliza las horas. Si fuera posible escaparse del mundo, hacernos invisibles y prescindibles, dedicaría el día a abrazar tu cansancio, dejando fuera el viento y las nubes. 

                                 Es día de  tibiezas, de suavidades,  de aplazar las pasiones para  disfrutar placeres más serenos.  Día de baño de espuma, caliente,  muy caliente, en silencio. Ni siquiera lo invadiría, para no empañar tu reposo. Me dedicaré a lavar tu cuerpo con suavidad, lentamente, a masajear tu cabeza, susurrando y sacando, con las yemas de mis dedos, los gritos acumulados en tus sentidos.

                                  Bajaría por tus hombros y tu cuello,  resbalando mis manos, arriba y abajo, suavizando con caricias las marcas que te dejan tus particulares guerras. ¿Puedes oler la sensualidad? ¿Puedes oír el silencio?

                                  Se te va a enfriar el té.  Deja que la yerbabuena y las esencias enmascaren las palabras bruscas, los ruidos, las disputas. Disfruta siendo, durante unas horas, el centro de mi universo. Déjate cuidar.

                                  Sal ahora del baño, para que te seque, que nadie como yo va a recorrer cada centímetro de tu piel, confortando con toallas lo que  luego será mi cena. 

                                  Deberías dormir, ahora...Las sábanas que  preparé, te esperan en penumbra, oliendo a limpio,  a nube, a sueño. Deja que te cubra, que te acomode las almohadas, que te susurre que todo va bien, que yo me encargo de la vida mientras velo tu siesta.  Ni te darás cuenta de que me deslizo, desnuda y tibia,  entre las mismas sábanas,  para  calentar tu cama sin tocarte siquiera. Para mirar tus ojos cerrados,  tu boca entreabierta, tu respirar sereno.

                                   Mi duermevela se despabila de cuando en cuando, y te sonríe aunque no lo veas, vigilando que ni el frío, ni el calor, perturben tu descanso. Por si sueñas conmigo....

                                  Ya es tarde,  y la noche, que en noviembre se adelanta a las ganas de cena, ha cambiado  las luces otoñales que se colaban por las cortinas, por una negrura soporífera, que no me deja adivinar tus bordes...  Enciendo una luz suave, que tiñe la pared de color caldera, y proyecta en ella la sombra de tus hombros. Ya te he respetado bastante, ya debes estar repuesto.

                                  Llevo tanto tiempo entre  tus sábanas,  sin  rozarte,  que somos isotermos, dos animales de sangre caliente, de pieles calientes.  Me  acerco a tu espalda y acoplo mis caderas a la curva de tus nalgas, y mis rodillas se pliegan en el hueco de tus piernas. Me apoyo en mi brazo derecho, abrazando tu cintura con el izquierdo,  para  acercar mis pechos a tu espalda, dejando mi boca cerca de  tu cuello, respirando entre tus hombros,  olisqueando tu nuca. 

                                 ¡Qué olor el tuyo...! Lo reconocería entre todos los perfumes de la tierra, con sus matices. Porque siendo el mismo,  no hueles igual tras las orejas que en el ombligo, ni huelen tus brazos como tu pecho, ni tus ingles...

                               La punta de mi nariz,  lo único  frío que me queda, traiciona mi estrategia, y me delata cuando  roza el trasero de tu oreja. Te mueves,  apenas te desperezas con la cabeza, como buscándome en tu retaguardia.

                              Besos tiernos, cálidos, cortos,  suaves,  largos...voy mostrando el catálogo sobre tu espalda, mientras mis manos comprueban que tus nalgas y tus muslos siguen ahí. Te encanta que te acaricie, que te toque...Es una suerte, porque no sé dejar de hacerlo.

                              Ya remoloneaste bastante. Te das la vuelta y me suspiras, estirándote, mientras aprietas mi cuerpo, antes cobertor,  y ahora muñeco entre tus brazos. Fuera de la manta,  el frío,  y dentro,  tu piel suave, tu fortaleza tensándose a marcha lenta , enjaulándome.

                              Sonríen tus ojos y tus manos dan las buenas tardes a mis caderas, empujándolas a colocarse sobre las tuyas. Me cambias de sitio como quien cambia un vaso. Pero con dulzura diabetogénica, suave.  Se saludan nuestros labios,  los brazos, los pechos...Se abrazan las cinturas y tu erección se cuela entre mis piernas, como declaración de intenciones. Beso tu cara,  tu cuello,  tus  hombros (mi refugio espiritual perpetuo). Recibes mis besos y me los devuelves empapados, meciendo mi boca con la tuya. Mientras  practicamos este lenguaje, las manos van a lo suyo. Las tuyas pasean entre mis muslos y mi espalda, y parecen no creerse la anatomía de mi vulva, de tanto como insisten en ella. Las mías te pasan revista, ávidas de acariciar lo que han disfrutado mis ojos desde que llegaste. 

                                Hace calor. Apoyo mis manos en las canas suaves de tu pecho, y me incorporo apartando las mantas para contemplar tu desnudo imponente. La parte menos relajada de tí parece llamar a la puerta de mis entrañas, que están deseando abrirse para ella. Por fin dentro, suspiro. Comienza la danza de los vientres, ahora tú,  ahora yo, acompasando envites y filigranas , ayudando a nuestras ganas con las manos,  los labios y toda parte de nuestros cuerpos que quiera participar. 

                               No se cuanto tiempo llevamos así, pero toda yo estoy de fiesta y te celebro derramándome por mis piernas, ya cansadas de buscar tu placer y el mio. Decides que ya está bien de vainillas, y me tumbas. Mi espalda agradece la sábana fría, y cuando amarras mis manos con tu izquierda, y vuelves a meterte en mí, clavo mis ojos en los tuyos,  como te gusta, para terminar de gemir juntos, extenuados,  con un cansancio que nada tiene que ver con el del  primer renglón. 

                             Para todo esto está hoy el día... Claro que no somos invisibles,  ni prescindibles.  Pero si un día encuentras un hueco en la agenda, nos conjuramos,  y lo hacemos.

                              Aunque nos tengamos que saltar el baño y la siesta...

sábado, 1 de noviembre de 2014

CONVERSACIONES INCONVERSADAS

                   Hay conversaciones en mi cabeza que nunca tendré contigo. Ni con él, ni con ella. Ni con todas las personas que viven en mi vida, ni los personajes de mi mundo. Las circunstancias,  la pertinencia, el tiempo y las mareas, lo impiden.  Pero yo las pienso, y a veces las hablo mientras conduzco, o en sueños. Enriquecen mis pulsiones y aclaran mis dudas. Es como poner ideas en negro sobre blanco, dándoles matices de realidad. El método Stalisnavski aplicado a la vida. Además, como contestáis lo que yo decido, dosifico alegrías y  disgustos, me hiero y me complazco a mi libre albedrío. Igual me emborracho de endorfinas, que me harto de llorar. Tal es el realismo de mis pláticas. Como el chiste del martillo...



                   Hoy toca hablarte a ti, mi eterna asignatura pendiente. Algún día tendré que ponerte nombre, pero lo bueno de los universos paralelos es que no precisan de papeles, ni documentación. Puedes ser un sin nombre.

                  Lo que te acabo de decir  es cierto: lo que más me gustó de ayer fue volver a hablar contigo. De nuevo me sentí casi cómoda entre confidencias, y tus brazos fueron un poquito mi sofá. Mi cabeza disfrutó de tu hombro,  y tus caricias tiernas, las de después de las refriegas, fueron sonrisas para mi piel. Y hubo algunos besos de los buenos. 

                    Pero en unas horas no se recuperan meses de frialdad extrema, y a veces, me callé comentarios que prejuzgué inapropiados. Poco a poco. Danos tiempo. Cúmpleme, como un hombre que se viste por los pies, con  lo único que te he pedido: no vuelvas a cerrar la puerta. Yo, a cambio, prometo no barrerte la casa,  ni ordenar tus cajones,  ni elegir tus sentimientos.

                    Tampoco estuvo mal el sexo, no? Mejorable, mucho, pero yo no estaba muy suelta que digamos, porque, sinceramente, pensaba que no iba a funcionar. Mi autoestima pasa por horas bajas, y eso amarga los desnudos. Últimamente no tuve indicios de que tengas pensamientos impuros  hacia mi persona y  sé que  lo de Berlín no fue por la calefacción, aunque nunca lo hemos hablado... De hecho, creo que nunca ha sido como en Viena. 

                   Espero que reconozcas que nos falta rodaje. Práctica. Frecuencia. Tampoco ayuda el escenario, las prisas... Aunque el sexo contigo siempre peca de celeridad, de impaciencia, parco en preliminares. No es necesario hacer el amor para un polvo vainilla, no? Para jugar. De hecho, te pones muy serio. No pareces tú, Mr. Hyde.

                    Y te aseguro que yo puedo ser muy buena. La falsa modestia sobra en esto, y la poligamia no mejora la maestría. Tiene más mérito mantener el interés y las ganas muchos años en la misma pareja, que saltar de una a otra cama según te aburres.  Pero, claro, te faltan tablas, mundo, confianza en otros escenarios. Me quedo con la sensación, casi siempre, de haber suspendido contigo. De que soy capaz de subirte al cielo y te dejo en una nube baja. 

                   El problema es que mi ego piensa que te sientes más cómodo en el platonismo. 

                   Pero esto lo dejaremos para otra conversación inconversada, que ya he llegado. Es lo bueno de trabajar lejos, que te hablas por el camino. Si te hace un café,  o un beso, regálamelos.

                   Besos mil.


7 HALLOWEENS

                 Ayer se cumplieron 7 años de mi peormejor Halloween, una fiesta que no significaba nada para mí hasta entonces. 

                 Mi terror duró apenas una hora, pero el recuerdo es vívido, casi un holograma, e intuyo que no lo olvidaré nunca: un misterioso ser luchaba por escapar de mi vientre, empujando en todas las direcciones, como intentando rasgar las paredes de mi cuerpo, costase lo que costase, causándome dolores que jamás imaginé, casi insoportables.

                 Recuerdo la sensación de pánico, de miedo con mayúsculas, que paralizaba mis entendederas y desataba mis gritos. La certeza de peligro inminente, de que algo no iba bien, y de que  me iba el corazón en ello. Varios desconocidos  con máscaras y uniformes me hablaban, me tocaban, me daban órdenes y me clavaban agujas. Me subieron a una especie de potro de tortura, mientras mi marido trataba de ayudarme, de liberarme de aquel angustioso dolor, de consolarme...pero su miedo era igual o mayor que el mío.

                 De repente, aquel ser brotó de mis entrañas, consiguió deslizarse fuera, cubierto de sangre, mucosidades, y líquidos corporales varios. Temblaba, lloraba, y le colgaba del vientre una especie de tripa asquerosa. Uno de mis verdugos me lo puso encima. Un pequeño monstruito rubio, cuya cercanía me provocó un plácido llanto de felicidad que borró todos y cada uno de los dolores padecidos, y que,  hasta ese momento,  sólo había sentido  al nacer su hermana. Horror de Halloween, con final feliz.

                 Ayer, Daniel, mi príncipe de todos los colores, cumplió 7 añazos. Los disfrutó como solo los niños hacen, con todas las ganas,  con toda la sonrisa y con toda alegría. Va dejando atrás su timidez, poco a poco,  y ya nos deja disfrutar sus emociones. Y se emociona mucho. 

                 Solo puedo dar gracias a la vida por un hijo como él. Tiene fallos, como todo el mundo, heredados de mí. Pero se encarga  de que su padre, su hermana y yo, tengamos razones a diario para quererlo con todas nuestras fuerzas, y de que sepamos que él nos adora a los tres. 

                 Ojalá se le cumplan la mayoría de sus sueños, porque si de mayor resulta la mitad de bueno que de niño,  va a ser un gran hombre. 

                 Amén.