miércoles, 14 de junio de 2017

MALAVENTURA

                   Nunca le gustaron los vientos, porque le desnudaban la cara, le descorrían la cortinilla de la frente con que se protegía del mundo, como los niños chicos, que se creen escondidos si se tapan la cabeza. Manías. Él lo sabía, y procuraba rutas con Eolo en contra, para verle la cara entera cuando paseaban la orilla del río, cogidos de la mano y los besos, hasta  olvidarse de lo que no fuera ellos. 

                  Quizás no sea tan aleatorio este asunto de las manías y las grimas. Quizás sean  pistas de la vida, avisos del devenir, ignoradas señales de "no pasar", que no acertamos ver, y solo algunos  perciben como premoniciones. Y son por ello tildados de adivinos,  videntes, chiflados...

                  Él nunca soportó a los niños. Le daban grima. Carecía por completo de instinto paternal, o necesidad de perpetuarse, y nunca le perdonó, aunque mintiera que sí, que se embarazase con trampas. 

                  Ella renegaba de los vientos, que nació en plena tramontana, y la criaron entre el levante y el terral, y hastiada de ellos,  se exilió voluntaria  al valle, lejos de playas, y de montes,  de enemigos que despejaran su cara.

                  La niña nunca consintió estar sola. Se desquiciaba y enrabietaba,  como poseída,  si no estaba con ella, consciente, acaso, del desapego paterno. 

                  Aquel funesto día,  se lucieron los hados. Una escapada con vocación romántica a un puerto de mar, les llevó de paseo al acantilado. El ocaso, casualmente, fue el fondo de la fotografía para la que él quiso que  posara sola, pese a la niña, y que ella  quiso que fuera  en el borde, pese a los vientos, borde del abismo al que la niña no consintió acercarse, pese a quedarse solísima a unos metros. 

                  Quiso la malaventura que un golpe de viento la empujara a la muerte. Quiso la desolación de saberse padre a solas, que él saltara, huyendo de su desgraciado sino. Quiso el pánico al destierro de su madre,  que la niña jamás volviera a pronunciar  palabra, que jamas saliese de su boca ni el más leve viento.

PRINCESA MORENA

                     Hace 12 años entró en nuestras vidas un cachito de carne muy preciado para nosotros. Fue la primera vez que pude llamar sobrina a una persona, y aunque no me corra por las venas, me salta en el corazón, que los sobrinos no tienen por qué llevar tus apellidos.

                     Verla nacer me costó una lesión en la mano, pero mereció la pena el privilegio de verle tan pronto la carita. 

                      Siempre ha sido mi princesa morena, que las niñas de mi casa son todas princesas, pero de las que no necesitan príncipe, sino que se construyen el castillo solas. Tiene un corazón que se le desparrama, y con su cerebro y su tesón,  llegará donde quiera. Y para colmo, sabe cantar, que es uno de los dones que más he envidiado siempre. 

                      Ya va para mujercita, que el tiempo corre como loco, y va a ser una delicia seguir viéndola crecer. 

                      Te quiero mucho, tesoro, aunque no te lo diga tanto como debiera. Feliz cumpleaños y mil besos.

sábado, 10 de junio de 2017

UN RUBIO EN MI VIDA

                             Confieso que hay un rubio en mi vida que me tiene loca. Se me ha colado en el corazón, y creo que es para siempre.

                             Lo tiene todo: es guapo, inteligente, divertido, deportista, y con un corazón tan grande que no le cabe en el pecho (tanto, que es bético....).

                             Durante años le perseguí con la única intención de besarle y que me quisiera como yo a él, pero huía de mí nada más verme. Menos mal que ha cambiado con los años, y quizás por mi lucha anterior, ahora me resultan tan tiernos y preciados sus besos.

                             Será una gran persona, por genes y por genio, y definitivamente, uno de los hombres de mi vida. Hoy hace  nueve años que le vi nacer, y todavía recuerdo la emoción. 

                             Se llama Mario. Es mi sobrino, y presumo de ser su tía. 

                             ¡Felicidades, petardo! 

jueves, 8 de junio de 2017

SE DICE PRONTO

         


                Hoy hace 30 años, que se dice pronto, de una de las mejores decisiones de mi vida: decirle que si a aquel larguirucho que empezaba a afeitarse, presumía de tupé y vacilaba de haber tenido novias...con 16 años...

                      Celebro que el azar te pusiera en mi vida. Celebro cada año como compañero, amigo, amante, y el mejor padre que pudiera imaginar para mis hijos. 

                      Los malos ratos no importan, ni los sueños condenados, ni lo que nos depare el mañana. Eso son trampas de la vida. Lo que cuenta es toda tu culpa en mis momentos felices, que han sido muchos.

                      Brindo por ti. Brindo por mí. Brindo por el azar, que te puso en mi vida.