viernes, 18 de diciembre de 2015

SUERTE PARA EL LUNES

                              A poco más de un día del sufragio, el panorama se presenta,  cuanto menos, jocoso,  y los que somos de izquierdas tenemos el mismo dilema  de siempre: votar en conciencia, o voto útil.

                             Soy consciente de las consecuencias de uno y otro, y de que cada voto cuenta,  pero es complejo, aún sabiendo de que lado  duermes. 


                             El que sueña por la derecha, debe dar su voto a un presidente obsoleto y hasta patético, que miente más que habla,  que ha demostrado su madera,  que reparte y recibe por igual collejas de su familia en plena campaña,  o votar,  por cambiar,  a un aspirante aventajado,  listo ( no sé si inteligente),  que ha sabido jugar sus cartas como un campeón. Igual al final pincha, pero el mérito de llegar a donde está en tan poco tiempo, hay que reconocerlo. Eso sí su pedantería es criminal. 

                            Cualquiera de los dos  resulta igual de peligroso para el obrero, sus hijos, y sus nietos. 

                            Los que soñamos de izquierdas lo tenemos igual, o peor,  porque nuestro talón de Aquiles es la absurda diversificación de la siniestra. 

                            Mi voto en conciencia sería para Garzón. No voy a explicarlo,  simplemente me convence,  pero entiendo que es tirar mi voto.

                            El coletas me ha caído mal desde el principio. Tampoco se explicarlo,  pero los canijos con cara de rata mojada me provocan desconfianza,  y si encima van de sobrados intelectuales, defendiendo la igualdad, pero mirando con cara de asco al que difiere de la suya,  pues no me convence. Lo que sé de su programa,  tampoco. 

                            Y a Pedro me lo quedaba yo a solas, aparte de por mono, para darle una somanta de collejas tipo Rajoy,  y que se entere de lo que el socialismo espera de él.  Guapo, pero sin empaque...como el que tiene un tío en Alcalá...

                            Así que de nada me ha servido estar atenta a la campaña del debate excluyente,  de los suplentes del presidente,  de los insultos y contrainsultos, del puñetazo a un presidente en plena alerta  de grado 4 de terrorismo,  y del supuesto final del bipartidismo... porque no ha resuelto mi duda.  Me declaro, a día de hoy, indecisa.

                            Se admiten consejos inteligentes. 

                            Suerte a todos para el lunes...

miércoles, 16 de diciembre de 2015

SILENCIO, POR FAVOR




                         Sueño a veces con el silencio. Anhelo de veras que un rato de silencio invada mi cabeza. Llegar a oírlo, para descansar,  para planear la cordura que ahora preciso y que no llega.

                         Me aficioné tanto a vivir de la marmita, que no recuerdo la serenidad. Ahora el ruido no me deja oír la música, y sin música no puedo bailar la vida, porque confundo los pasos con el corazón desafinado.

                         Tengo algún  que otro luthier de confianza, que intentan afinar mis cuerdas, pero me temo que hay demasiado ruido incluso para ellos....

                          Silencio, por favor, silencio.



























martes, 1 de diciembre de 2015

AMOR CIEGO

                      ¿Qué tiene de valioso el amor ciego? Por qué razón es tan elogiado, y lo cantan los poetas, y lo veneran los locos de la vida? ¿Acaso el amor ciego no es el más fácil y menos meritorio? 

                      No encuentro yo la valentía, ni el coraje, en amar ciegamente. Querer al otro sin ver sus defectos y sus fallos,  sin conocerle las miserias y debilidades, sus ruindades y sus egoísmos...es de párvulos, a mi parecer.  

                      Qué feliz debe ser el que ama  sin ver, o sin querer ver,  las dos caras de la moneda. No gasta su alma más que en sonrisas, caricias y belleza. Nace,  crece,  ama ciegamente y muere. Pero muere sin haber usado toda su alma, sin haberla arañado.

                       El amor ciego no es,  como  se le supone, incondicional,  porque suele terminarse cuando cura su ceguera.  Por eso los amores son tan fáciles y encantadores al principio,  cuando  no se ven los fallos,  y se agrían y terminan, conforme van levantando pieles. 

                       El amor de verdad no es ciego.  Lo ve todo, aunque la verdad le queme la retina,  y aún así,  ama.  Y por eso cotiza alto. 

                       Yo quiero amor vidente. 

                       Cuando te sabes amada a pesar de tu infierno,  con tus agujeros en el alma y tus dobles fondos,  con tropiezos y tus lastres...tocas el cielo.  Y sabes,  en tu fuero interno,  que muy pocos conocen esa dicha,  y no necesitas droga alguna para elevarte por encima de todos,  a su lado. 

                       Y cuando lo amas a pesar de sus demonios,  sus  silencios,  sus escapadas casi astrales y sus dos yo,  o tres,  de repente todo es sencillo,  binario y sin grises, y  todo se reduce a caminar de su mano.

                       Conozco ese amor,  en ambas direcciones,  y descubrí que aunque navegar en calma es delicioso, no te gradúas de marino sin sufrir las tormentas.

sábado, 14 de noviembre de 2015

SIGLO XXI, GUERRA SANTA

                           Hace apenas  dos semanas, mi marido y yo  estuvimos en una sala de conciertos, y lo pasamos francamente genial. Habíamos dejado a los niños en casa, al cuidado de la abuela. Una cena rápida antes de entrar al concierto, una copa,  y dos horas bailando y disfrutando del espectáculo. Una gran noche. Como la que supongo planearon los  asesinados anoche en Bataclan. 

                           Hace apenas unos meses,  mi marido, mis hijos, unos amigos y yo,  fuimos al pabellón de  deportes a ver un partido de baloncesto. Queríamos  fomentar el gusto de los niños por el deporte,  y pasar un buen rato,  fuera de lo habitual. Estaba casi lleno de familias como nosotros,  y lo pasamos muy bien. Como, imagino,  querían hacer los espectadores del partido en Sant Denis. 

                           Hace escasos años,  mi marido,  mi hermana, mi cuñado y yo fuimos a conocer París.  Unas mini vacaciones, precisamente en  noviembre,  que recuerdo como uno de los mejores  viajes de mi vida. Mi niña de tres años,  se quedó con  la abuela.  Cada noche, paseábamos por sus calles y cenábamos donde se terciara,  como los masacrados anoche en las calles de París.

                           Hoy, el corazón se me encoge y se me erizan los vellos, al pensar en la suerte que  hemos tenido de que en ninguno de esos momentos hubiera cerca un canalla convencido de que morir matando a los que no creen como él, le garantiza el paraíso. Mis hijos siguen  vivos,  y no son huérfanos, ni mutilados, ni heridos,  no porque a su padre y a mí se nos vaya la vida en cuidarlos,  sino  por puro azar. 

                           Las  Cruzadas,  la  Guerra  Santa y tantas abominaciones similares,  nos pueden parecer desfasadas, historia antigua en la que basar guiones atroces. Pues no, señores. Hemos dado un salto hacia atrás en la evolución del hombre,  y  todavía existen seres,  aparentemente humanos,  que mueren matando en nombre de un Dios.

                          Da miedo, mucho miedo, ponerse en la piel de los asesinados, imaginar su terror,  el dolor de sus familias, el destino de tantos niños como quedaron al cuidado de sus abuelas esa noche, de tantos planes truncados,  de tantas vidas sin acabar.  

                          Da pánico pensar que yo planeaba pasar la Navidad en París. Y más miedo aún, pensar que la  pueda pasar aquí uno de esos que se llaman musulmanes.  

                           Da terror verte explicándole a tu hija que no, que sus compañeros están equivocados, y que porque  tengamos gestos de apoyo al pueblo francés en las redes sociales, no van a venir del EI a buscarnos y matarnos. Sobre todo, porque si quisieran, ya lo habrían hecho. Y esto es solo el principio. 

                           Se ha matado y dañado tanto en nombre de las religiones,  que si de verdad existiera algún dios,  debe estar avergonzado de habernos creado. Ojala me equivoque,  pero me da la sensación de que esto no ha hecho más que empezar. 

                           Que la suerte nos proteja. 

                          

EGOÍSMO

         Amiga, los nudos de mi garganta los forman los atascos de las rabietas, amordazadas por la consciencia de saber  que no me  pertenece, que no tengo derecho a negarle nada, y que no puedo impedir que desee cosas que están fuera de mi alcance.

        La sonrisa que a veces no  me ves, se borra cuando no quepo en sus legítimos planes, ya hasta los míos se me terminan atragantando.

        Y la tristeza acude a visitarme, porque quiero quererle con la parte racional de mi cabeza,  pero lo hago con la que llaman corazón, que resulta ser una loca malcriada y caprichosa. 

        Todo eso, amiga mía, es egoísmo del grande,  del que siempre abominé, y que ahora trato  de tragarme como si fuera cicuta. Nunca permitas que lo llame amor. 

        Voy a darle tiempo al tiempo, espacio a los deseos, alas a  los pensamientos y besos al aire. 

        A ver si los recoge. 
       
        A ver dónde llegan...

martes, 10 de noviembre de 2015

UN REGALO

                  Durante días le dio vueltas a la cabeza,  pero no encontraba la canción.  Había visto en una peli  a una una chica que sorprendía a su novio con un streptease,  y quiso hacer lo mismo.

                 Llevaban  años juntos,  y se desnudaban muchas veces,  la mayoría con prisas por quererse,  pero aunque se había desvestido mucho con él,  nunca lo había hecho "para él". Tendría que resolver dos temas: encontrar la música adecuada,  y que era bastante patosa bailando.  

                  Por fin,  esa mañana la encontró. No era una gran canción,  ni siquiera realmente buena, pero sonaba tranquilamente sensual,  y se veía capaz de seguir el ritmo sin parecer demasiado torpe. La letra, además,  iba de un baile íntimo con  una reina de la belleza de Nueva Orleans,  y por lo poco que entendió, le pareció una bonita historia. 

                  Estuvo ensayando toda la mañana. No se veía improvisando, así que coreografió cómo y cuando quitarse cada prenda, hasta quedar desnuda justo al final de la canción.

                  Cuando  él llegó por la tarde,  tomaron cualquier cosa en el salón,  le contó su día,  ella se inventó el suyo,  y le llamó la atención la prisa de ella por encerrarse en el dormitorio de aquel  piso compartido de estudiantes. Entró en el cuarto, había una silla en el centro, una luz tenue y el reproductor de CD's en la mesita de noche.  Ella echó el pestillo,  le besó sensualmente y le dijo que tenía una sorpresa. Le desabrochó el cinturón y le pidió que se quitase  los pantalones,  mientras ponía música y sacaba un par de pañuelos de debajo de la almohada.  Le pidió que se sentara en la silla  y le ató las manos a la espalda.  Su cara era un poema. Luego le advirtió que si no seguía las normas,  se iba a cargar un momento especial, así que debía estarse quietecito, porque,  obviamente,  las ataduras no eran como para detenerlo... Con el otro pañuelo  le tapó los ojos. 

                  Ya se había colocado la ropa interior,  así que solo tuvo que sustituir la camisola por una falda negra muy ajustada y una camisa de rayas,  en plan ejecutiva,  dejando desabrochado algún  botón de más.  Cuando comenzó la canción, le destapó los ojos.  Le costaba creer lo que veía. Aquel escote que le estaba besando era su novia, eclipsado por aquella lasciva mirada que le atrajo casi más que el resto.  Se ruborizó un poco ante su cara de sorpresa...pero ahí estaba, y él no sabía a qué parte de su cuerpo mirar. 

                  Se acercó, bailando y acariciándose como si llevase siglos haciéndolo, y mirándolo con malicia desabrochó lentamente los botones de la camisa de él,  besando y lamiendo su cuello,  mientras le acariciaba la entrepierna,  que a esas alturas ya daba fe de su contento.  
A ella, la imagen de él con la camisa abierta,  sus magníficas piernas desnudas y su sexo amenazando con escapar de la ropa interior, le pareció treméndamente sensual, y desató sus humedades. Se acercó,  siguiendo siempre la música,  levantando lentamente su falda,  y se sentó sobre sus piernas,  dejando que viera el borde de las ligas, a la par que se columpiaba sobre él y le rozaba con los pechos. Cuando hizo el amago de desatarse,  le advirtió con un no risueño y se levantó. Se dio la vuelta y se desabrochó la falda  contoneandose ante la cara de él,  y frotándose con sus rodillas.  Se alejó apenas dos pasos para que  contemplara cómo se desabrochaba la camisa,  mientras dejaba ver el liguero negro,  el mínimo tanga y los pechos peleando por saltar desde el borde del sujetador.

                 Bailaba y susurraba la canción  a su alrededor,  le acariciaba las piernas, los brazos,  le presentaba cada parte de su anatomía. De espaldas,  pero sin dejar de mirarlo, con el morbo  llenándole los ojos, contoneó su trasero apenas a un palmo de su cara. Cuando se dio la vuelta,  empezó a pensar en todo lo que haría cuando le desatara,  pero le faltaba el aliento porque era ella quien besaba,  lamía y acariciaba. Con un pie en la cama,  se desabrochó  el liguero y se quitó las medias,  igual que hubiera hecho la mismísima Gilda. En el segundo estribillo,  bailaba usándolas  para acariciarse el sexo, y se acercó para dejar que él mordiera su sujetador,  intentando quitarlo. En el mejor momento del final de la canción,  liberó sus pezones acusadores y se los prestó en la boca,  justo antes de desatarle las manos al terminar la canción.  

               Se revolcaron en la cama y en la alfombra hasta que agotaron las fuerzas de los dos, y no necesitaron más ropa el resto de la tarde. 

              Fue una idea genial,  un regalo desde dentro. 


              Le gustó. Le gustó mucho. Lo sé porque yo estaba allí, y él no lo ha olvidado.

viernes, 6 de noviembre de 2015

SATURDAY NIGHT

                       A veces necesitas un amigo que te saque las espinas del alma.  Un amigo con quien abrir la caja de tus tormentas,  sin que se cubra con un paraguas,  como otros,  sino que se quede a tu lado a  mojarse con la lluvia,  a contar los truenos y los relámpagos.  

                       Yo lo tengo,  pero mi temporada de huracanes está siendo intensa y larga, y él viene tocado de sus propios tifones, así que a ver cómo sorteamos los rayos,  sin que nos lleven por delante.

                       He descubierto que empapar su pecho descongestiona el mio,  porque la misma llave que libera  el llanto,  abre las compuertas de la risa,  que ya vendrá de camino,  porque cuando se limpian las tuberías, primero sale el barro.

                       A veces,  muchas veces,  necesitas hablar con ese amigo de tus fantasmas,  porque invocarlos es la  única forma de enfrentarlos. Ese amigo se convierte entonces en el exorcista de tus desgarros. Si te quiere, como el mio,  se queda para levantarte,  para seguir luego en el mismo sendero,  aunque a diferente paso,  sin que te sientas pequeña a su lado. Tanto así me quiere.

                       Voy a levantarme.  Voy a perdonarme,  porque de los errores se aprende,  porque el que se tropieza y cae,  es porque se mueve. Voy  a revocar esta autocensura  que no busca sino ocultar mi debilidad,  mis 50 sombras, mi miedo atroz a no estar a la altura,  a que la decepción te aleje, a entender que me equivoco y asumir las consecuencias, mientras siento que me hundo en mis  arenas movedizas. Voy a concederme la absolución.

                      Respetaré los espacios,  pero dejando que me invadas de cuando en cuando,  y sin miedo de atacar el tuyo alguna vez.

                      El dinero llama al dinero,  las desgracias nunca vienen solas, y las sonrisas provocan otras. Del mismo modo,  hay que quererse mucho para que te quieran,  y yo he dejado de quererme. Eso te cubre de moho,  apergamina tu piel y te deslustra el pelo y la mirada.  Me toca cuidar de mí, para volver a ser aquella mujer que me gustaba tanto, capaz de volverte loco, y dentro de poco,  cuando relea estas letras,  será como ver una película antigua, de las que empiezan  mal,  sabiendo que al final se besan. 


Créeme  amigo. "I'm feelling like a monday,  but someday,  I'll be saturday night..."

miércoles, 4 de noviembre de 2015

ENTUSIASMO CONTROLADO

                    Soy de ese tipo de mujer a la que le costaba controlar el entusiasmo. Disfruto de un vivir impetuoso, que no aventurero,  intenso, y a veces,  hasta excesivo.  Pero tengo arrinconados los planes. 


                    Los vientos,  que no acaban de soplar a mi favor.

                     Me gusta  la música alta,  la playa con olas,  la cerveza fría,  las montañas rusas,  las tormentas,  los volcanes... Los abrazos fuertes,  los besos largos,  los bocados y los revolcones imprevistos.  El pan crujiente, las naranjas ácidas, los helados de chocolate, grandes, y los hombres guapos, que sepan mirar. Los regalos con mensaje, las conversaciones con doble sentido, pero del bueno,  del  bonito. Las bodas  con orquesta y la Feria vestida de flamenca,  los zapatos de tacón alto y los vaqueros ajustados,  las pestañas con rimmel y los labios en crudo,  para sentir más.. Los aviones al despegar, las camas con  muchos almohadones,  y los besos todo el día. El café con mucho azúcar,  las tostadas sin quemar,  y Tú...con muchas ganas.

                   Suele ser fantástico,  porque gozar en superlativo es genial,  pero tiene su lado oscuro: del mismo modo se sufre,  intensamente.   El dolor se nos atraganta entre la boca y el corazón, y nos agarrota las puntas de los dedos. Y nos sentimos solas,  abandonadas e incomprendidas  al pretender contagiar nuestras ganas de todo,  nuestra forma de ver las cosas.

                  A veces deseo encarcelar mis pulsiones,  enconsetarlas con templanza,  vestirlas de tibieza y  serenidad. Encajar,  no distorsionar.  Pero me salen granos,  me da dolor de cabeza,  acidez y se me secan los ojos, y no puedo llorar,  que es tan malo como no poder reír,  y dejo de ser Yo,  porque estoy enganchada a las endorfinas.

                 Me consta que soy difícil,  pero si de algo estoy segura es de que merezco la pena,  que la falsa modestia es pecado,  y que cuando he intentado frenarme, no me he reconocido en el espejo.

                 Quiero dejar atrás el miedo a desbocarme, no seguir midiendo mis palabras,  dejar de censurarme, de corregirme.

                 Y cuando lo  consiga, quien me quiera,  que me acompañe. Si quiere.

lunes, 19 de octubre de 2015

MI LAZO ROSA

                         Hoy ha sido día de conciencias.  El cáncer de mama es  una de las causas agraciadas con el apoyo firme de la sociedad,  que ha sabido valorar la importancia demostrada de que el pronóstico depende de un diagnóstico temprano,  aunque no sea una regla matemática, como  todo en Medicina. 

                          Otra razón, sin duda, de este apoyo unánime  es la tragedia que supone que tamaña enfermedad te arrebate una madre, hija  o hermana. Ciertamente, pienso que el papel de las mujeres en las familias,  que en multitud de ocasiones perjudica nuestra individualidad,  nos favorece en este tema, porque el miedo a perdernos aumenta la sensibilización ante un problema  predominantemente femenino,  sin olvidar que los  hombres también tienen mamas, y sus mamas también tienen cánceres.

                          Reaccionamos cuando nos atacan donde duele, y las mujeres dolemos  mucho en esta sociedad,  todavía tan de hombres. 

                          No creo que quede nada original por decir sobre el cáncer de mama,  sobre prevenir y detectar a tiempo, y la lucha que supone para enferm@s y familiares,  pero sé lo que duele perder una hermana por culpa de este asesino silencioso, y no quería dejar pasar el día sin recordarle al mundo que la sigo echando de menos cada día.  Hoy, mi lazo rosa han sido el pañuelo de flores que heredé de ella, y estas letras,  que le dedico salpicadas de suspiros, alguna lágrima. 

                          Besos mil, estés dónde estés. 

viernes, 16 de octubre de 2015

ESTAR EN FORMA

           Hay que ver lo difícil que se ha puesto estar en forma...

           Me ha llegado el momento de enfrentarme a la evidencia de que el sedentarismo y el yantar antojadizo me van a llevar por mal camino, porque  mis padres me han proporcionado unos ciertos modales y una carrera con la que ganarme la vida,  pero también una nefasta propensión a la hipercolesterolemia. Sabido es que todo lo rico de comer tiene colesterol, y que la mejor forma de combatirlo es el ejercicio regular. Por eso el colesterol es un problema, porque me gusta comer,  y no tolero el ejercicio. Me hace sudar,  y sudar me parece algo asqueroso, deleznable, justificable sólo a consecuencia del oficio de cada cual,  o de placeres que lo compensen. No encuentro otra razón lógica para sudar. 

            Lo de hacer dieta lo tengo  fácil. Cierto es queme gusta comer,  pero tampoco soy de chacinas, ni de dulces. Mi criptonita son los helados,  y en invierno resulta más fácil esquivarlos. Además, mi cocinero practica la dieta mediterránea y gusta de cuidarse,  así que el punto uno, resuelto.

            Pero el punto dos....Ejercicio aeróbico regular, al menos tres veces por semana. Vale. Parece sencillo. Ja!  Mi cocinero-entrenador (ahora coach) ha intentado varias veces que me apunte a un gimnasio. El pobre no se entera de que no pienso aguantar el miasma aromático de otros, y que yo necesito dos horas para ir al gimnasio(ahora gym), porque aparte de los 30 minutos máximo de deporte,  necesito tres cuartos de  hora para ducharme, cambiarme y llegar (que no me parece bien ir sudada al gimnasio) y otros tres cuartos para ducharme y arreglarme después de sudar.  Inoperable, carezco de tiempo suficiente.

           Su segundo intento fue preguntarle a su monitor por  una rutina para mí (antes tabla de ejercicios) fácil, corta y efectiva, vamos, para vagas. Así que llevo unas cuantas semanas practicando un hit training de nueve minutos en la bici estática en la buhardilla, que no es más que una forma de pedalear combinando las intensidades, que te hace sudar como una cerda en nueve minutos. Y duele. Reconozco que hace efecto, pero me da una pereza cambiarme  para sudar nueve minutos....

            Su tercer intento ha sido  regalarme por mi cumple un iPod chulísimo,  con una especie de brazalete para llevarlo  en el brazo....mientras haces ejercicio. Para que no me aburra. En un principio,  no supe cómo tomármelo...pero ha resultado ser una gran  idea, porque escuchando música, me aburro menos. 

            Por aquello de la vena científica,  traté de buscar información, para no fastidiar mi anquilosado esqueleto exagerando la intensidad del ejercicio, y no fuera a ser que la descarga de endorfinas que por lo visto genera el deporte...fuera a provocarme un subidón con consecuencias sobre mi maltrecho estado mental,  o mi tarjeta de crédito, y generarme una bipolaridad irreversible, que yo soy muy sensible a las drogas. 

             La madre del cordero. Tras varias horas tratando de cribar  páginas con cierta seriedad, resulta que las opciones  de ejercicio aeróbico son infinitas.  Running, fitness, spinning, interval training, hit training, jogging, aquagym, crossing, zumba....Además, hay cantidad de páginas en las que te pautan el tiempo, la intensidad y el ritmo del ejercicio, las pruebas médicas previas, y hasta la velocidad del viento, y alineación de los planetas  adecuado para cada individuo. ¡La leche! (de soja, que las vacas también son malas ahora...).

             Me pillé un diccionario, y cuando me enteré de lo que era cada cosa me decidí por....salir a andar. Por el parque, con mis botines y mis leggins  (las mallas de toda la vida) y una camiseta vieja. A loco,  sin analítica previa, ni resonancia del psoas, ni ná....

             Bueno, pues tampoco vale. 

             Tengo la suerte de tener al lado de casa un parque enorme,  de esos que son un pinar grande, y le han puesto en medio un lago con patos y muchos senderos y banquitos,  ideal  para  hacer deporte,  celebrar cumpleaños y pic-nics de fin de semana cuando no hay ganas de coger el coche.

              Pues me calzo mis botines,  casi nuevos, porque me los compré hace varios años , no recuerdo para qué, mis culotes de ciclista y mi sujetador deportivo, regalos de mi personal coach,  una camiseta vieja para taparme el culo, que todavía no está para enseñar,  y mi iPod. Cuando llegué al parque, me sentí como Bridges Jones en la escena en que aparece disfrazada de conejita playboy en una fiesta formal...Desentonaba hasta con los pinos.  

            O sea(con acento pijo),  es que no eres nadie si no llevas unas zapatillas de running (no botines del Carrefour),  con amortiguación de la pisada, camiseta fosforescente antitranspiración, calcetines a juego con el coletero, auriculares de casco grande, para hacer pesas con  la cabeza, riñonera con bebida isotónica y algún strep en las piernas  o los antebrazos (las tiras esas que te pegan los fisios para las tendinitis...). Casi me vuelvo para casa. Pero recordé que soy una mujer madura,  con carácter e ideas propias, y seguí paseando mi facha hortera. Ea. Una hora. Andando,  que correr es de cobardes.

            Cierto es que cuando llevas un rato,  te integras, te dejas llevar por el oxígeno que te entra, y, por qué no, por la maldad interna, y empiezas a observar la tipología de la fauna deportista...y resulta que no estás tan mal. Hay de todo.  Me crucé con grupitos de varones fornidos, a los que se les nota que  practican desde hace tiempo,  frikis paliduchos a los que apetece preguntarle si les pasa algo, porque parecen desfallecer mientras corren más despacio de lo que  yo camino,  güenorras que ni sudan, ni se despeinan,  que parecen vestidas de Prada, y que una mataría con la mirada, abueletes haciendo flexiones, parejitas que se paran más de lo debido....y los exagerados. Los ves venir de frente, con la cara desencajada,  sudando a chorros, corriendo como si les persiguiera un zombi, y gimiendo cual peli porno exagerada. Dan ganas de llamar al 112.

             La cosa es que me ha gustado la sensación, y llevo  tres días practicando el walking. Ya se me van pasando las agujetas y siento un interés inusitado por los catálogos del Decatlhon. Ya mismo publico los pasos en Facebook...jejeje.

jueves, 15 de octubre de 2015

UNA VARITA MÁGICA

                  Busco la varita mágica que traduzca mis sentimientos a  palabras de tu idioma,  que te aclare la dirección de mi mirada, y  sincronice nuestras ansias,  para que  no dudemos nunca de las intenciones, las ganas, ni las intensidades. 

                 Quiero encerrarte en una habitación  en el fin del mundo,  o en algún refugio cercano,  para desnudarte despacito,  besándote cada esquina, y grabar en mi retina cada centímetro de tu cuerpo, por si decides irte después, hacerme un escapulario con tu recuerdo. 

                 Voy a desnudarme despacito, destapando cada palmo de mi piel, para que veas como se transforma mi cuerpo cuando lo miras tú, y mi alma cuando me besas,  para que decidas no irte,  que no me gustan  los escapularios...

                 Me confieso y reconozco torpe, visceral, irritante y terca. Cometo errores de los muy grandes. He puesto  mis necesidades por encima de las tuyas, y me he equivocado. Mucho. Pero estoy segura de que  quererte no es un error. 

                 No puedo arreglarlo ya,  pero te pido que no me sueltes la mano,  para seguir paseando juntos. 

                 Dame un rato más para recordarte por qué me quieres.  Un rato, o toda la vida. Tú decides.
                

miércoles, 9 de septiembre de 2015

EL TITANIC

            Nunca he  comulgado con eso de que para apreciar realmente lo que tienes, hay que perderlo. Para nada.  Me considero afortunada en la mayoría de aspectos de la vida,  y siempre fui consciente de  mis bendiciones,  de mi suerte,  del valor de mis personas,   mi salud,  mis amores.

           Lo único que cambia cuando pierdes o estás a punto de hacerlo, es que conoces el miedo. La desconfianza en lo supuesto.  La intranquilidad respecto a las certezas, y asimilas que hasta el Titanic se hunde.

           Cuando ves el fin de algo, adoleces la pérdida,  a veces hasta extremos que desconocías.  Pero lo que no te mata, tampoco es cierto que te fortalezca.  Solo  te hace consciente de tus límites,  y te da argumentos para seguir luchando... o no.

           Perderte no mataría lo que soy, pero comprenderlo me ha dolido hasta el desmayo. 

           A veces la vida gira de forma tan brusca que te centrifuga,  y te ves como desde fuera. Eso aterroriza,   y te sientes como el agua que  se derrama del baño.
             
            La tormenta ha sido  fuerte.  Me he quedado en el borde,  y he visto el fondo... Perder los nervios en el naufragio puede hacer que te hundas. Ese vértigo, esa sensación de  desbordamiento,  de  incontinencia, de ingravidez, puede ahogarte, si no te calmas,  recuérdalo. Es lo que me ha salvado a mí.  Sosiégate, déjate llevar por las corrientes  durante un rato. Yo derivo  al antojo de los vaivenes ,  y me agarro donde puedo, buscando  algún cabo para reflotarte, para que lo agarres,  si quieres seguir el el barco. Un cabo,  un ancla, nunca.

           Aprovechemos la calma antes de la siguiente tormenta. Rema conmigo,  a ver si pillamos un viento a favor, que estamos en época de vendavales...y de icebergs.

domingo, 19 de julio de 2015

DÉJAME MASTICAR

               

                Querido Tú: 
        
                Llegamos a esta edad en la que los hombres afrontáis crisis y las mujeres las sufrimos, supuestamente henchidos de madurez y templanza sin esperar que aparezcan de golpe los fantasmas y los miedos, vanagloriándonos de impunidad.

                El vértigo, la sensación de caída sin red, la angustia de anticipar la pérdida, la traición al amor propio y la certeza de lo que fue sospecha, el insuperable miedo al dolor que me sigue atenazando....asignaturas que nadie nos explica,  y de las que la vida nos examina cuando se le antoja.

               Basta que la sinceridad te embriague una noche,  unas horas de negro sobre blanco, para abrir la caja de Pandora de mis espectros. Sonaría melodramático, si no me conocieras mejor que yo. 

               Hace tiempo que preparaba  mi examen, por si se le terciaba a la vida, y pensaba aprobarlo con notable alto , como poco.  Pero no contaba con que me pillara en horas bajas, convalesciente de mi fractura diafisaria de  ilusión,  anémica de autoestima, hipoanímica, y en espera de un donante de endorfinas. Debilucha. Frágil. Carente de mí misma. 

               La tormenta que desaté llevó el insomnio a mi cabeza, palpitaciones a mi cardiomotor y un nudo a mi garganta que me ahorcaba hasta el ombligo, cual garrote  vil de cuerpo entero.

               Ni mis siempre fieles lagrimales  acudieron en mi ayuda,  hasta que tú, origen,  camino y destino de mis emociones,  los liberaste. 

               Te pedí paciencia, porque de amor ya me colmas,  y tolerancia. La primera para  esperar a que mastique mis entrañas lastimadas,  mis monstruos endofágicos,  a que me trague  mis bilis y me baje de los tacones que me alejan del suelo sobre el que creí caminar. Y tolerancia para con mis pecados,  que tú generosamente banalizas, facilitándome, de nuevo,  la vida.


               Estoy orgullosa de ti,  contenta de ti, satisfecha de ti. De nosotros.  Agradecida de habernos cogido de la mano y dispuesta a soltarla,  si ya no la necesitas, pero mirándote a los ojos. Al fin y al cabo, no hace tanto que esperaba perderte. 
     
               Da por hecho que voy a estar a la altura. Solo  déjame  masticar un poco.

                                                                      Siempre tuya,  Yo.
             

domingo, 21 de junio de 2015

ESCAPARME CONTIGO

                             Ya va siendo hora de que me des lo que me merezco,  y yo te lo devuelva a besos. Ya es tiempo de parar la vida, de escondernos en uno de esos rincones donde nos retiramos de cuando en cuando, para poner al día nuestras risas y nuestras pieles. Para recordarnos lo bueno de tenernos cerca. 

                             Escaparme contigo es una de esas buenas costumbres, saludables para el cuerpo y el alma, necesarias para un buen vivir. Y como los buenos hábitos, engancha. 

                            Vamos a pasear de la mano, como novios, mirando pasar la gente sin verlos, porque  solo importa lo que nos digamos. Vamos a llegar a esa cama de donde toque, y vamos a convertirla en nuestra. Vamos aponer al día la cuenta de nuestros besos, nuestras alegrías y desventuras,  a regalarnos  cariño, y ternura, a devorarnos cual lobos  hambrientos y egoístas. Vamos a permitirnos el capricho de ser. 

                           Un día a solas contigo, con su noche y su madrugada, han de valernos como semanas, para mantener vivas las ansias de tenernos ganas.  Que la vida es tan difícil, que aún estando cerca, nos puede tener separados. Porque puedo hablarte a diario sin decir lo importante, tenerte al lado sin disfrutar de ti.  Que no me sacia comerte sólo con los ojos, que necesito besarte las entrañas de tu ser más íntimo. 

                           Porque también las almas se desnudan a solas.




miércoles, 17 de junio de 2015

PALABRA DE CHOCOLATE

                Lo que nos pasa es que tú no sabes comer chocolate. Vas de sibarita malcriado de costumbres nobles y gustos exquisitos, y a  diario te alimentas de una ambrosía difícil de superar. Pero te gusta el chocolate y no sabes disfrutarlo.

                Una pena, porque es delicioso, cardiosaludable,  y uno de los pocos vicios recomendables para quien aspira a una vida dulce y satisfactoria. Rico en triptófano y aumenta las endorfinas, mejorando ostensiblemente el carácter y la sensación de bienestar, sin olvidar que el simple hecho de saborearlo es un placer de dioses...digno de mortales. 

               Tú lo comes a escondidas, dándote atracones esporádicos, festines paroxísticos, diría yo. Pero esa no es la forma de disfrutarlo. Que va... Los atracones  te calman durante unos dias la ansiedad acumulada, y proporcionan una satisfacción intensa...pero pasajera. Paliativa, no curativa.

              Lo que debes aprender, y me duele la boca de decírtelo, es a poner  chocolate en tu dieta habitual, en pequeñas porciones diarias, que mantengan tus niveles óptimos de triptófano sin desbordarlos, y prevengan tu ansiedad, en lugar  de calmarla. Comerlo con apetito,  no con hambre de lobo.

             Eso no quita que, de cuando en cuando, te permitas un homenaje chocolatero, una orgía de cacao,  que no deja de ser un pecado benial al que seguir apuntándome. Siempre. 

            Así que hazme caso, cariño,  y aprende a comerlo de una vez. Ponlo en tu vida. 

            Palabra de  chocolate...

viernes, 12 de junio de 2015

PIERNAS CANSADAS

               Hoy necesito un masaje como el del otro día. Por favor. 

               Podría acostumbrarme a tus mimos, sabes? Los dosificas magistralmente, de forma que no empalaguen,  y los mezclas con punzadas sarcásticas, insinuaciones veladas que sabes que descubriré, y juegos de palabras que haremos solo nuestros, para sonreír en público cuando nos digamos picardías privadas. Pero lo de los masajes es la guinda. 

              Hoy mis piernas  están igual de cansadas que aquel día en que me pillaste en la cama,  después de la guardia, recién duchada y tumbada boca abajo, sin fuerzas ni para vestirme. La penumbra de la habitación y las sábanas revueltas oliendo a ti, invitaban a quedarse, a que el mundo siguiera funcionando mientras yo vegetaba allí, sintiendo el peso incluso de las pestañas. 

              No me dí cuenta de que te hubieras sentado en la cama,  ni siquiera de que entrabas en  el dormitorio. Tu saludo fueron tus manos en mis pantorrillas. Una caricia leve, como alisándolas, casi lo justo para notar que estaban hinchadas. Un beso en la cintura, otro en el cuello y me desprendiste la toalla, para olerme el cabello húmedo. Me quitaste la almohada, y recolocaste mi cuerpo como si movieras un saco de patatas delicadísimo, separando apenas mis muslos para que las piernas no se rozasen. Y empezó tu regalo. 

              Tienes las manos que me hacen falta. No demasiado grandes,  ni  huesudas,  masculinas pero elegantes, fuertes, pero controladas. Caballerescas, casi. Las yemas de tus dedos, suaves y habilidosas,  saben marcar la presión justa en cada centímetro mío. 

              Odio mis horrendos pies, pero los pobres son como los perros feos y sarnosos, que nadie los quiere, y agradecen cada caricia y cada gesto afectuoso. Tus manos los resucitan. Después de un masaje en la cabeza, pocas cosas aparentemente inocentes me erotizan más que un masaje en los pies.

              Sabes que no me gustan los aceites, salvo en ciertas ocasiones, así que los embadurnaste de una crema perfumada que encontraste en mis cajones. La guardaba hacía años, para una ocasión especial, porque fue regalo de una amiga, y venía con un perfume carisísimo. Y ahí estabas tú, derramándola en mis horribles pies, convirtiendo un masaje prosaico en cena de gala, haciéndolos cenicientos. 

               De distal a proximal, fuiste masajeando cada dedo, cada pliegue, cada centímetro  de la planta, empujando con delicadeza  los excesos que contienen hacia mi corazón. Subes a los tobillos, delgada frontera entre los arrabales de mis pies,  y el boulebard amable de mis piernas. ¿Ves? Mis piernas si me gustan. No es que sean espectaculares,  ni mucho menos,  y ya se ven ajadas por las rayitas azules y las células de itis... pero han sido preciosas y quien tuvo, retuvo. Pocas veces me fallaron, y nunca las oculté a propósito. 

            Tú las acaricias siempre,  pero ese día, les rendiste homenaje. El ritual de caricias y cremas llego a mis rodillas en nivel suspiro,  y fue subiendo  despacio,  al ritmo que marcaba mi piel recibiéndote, hasta tu curva favorita, entre el muslo y el final de la espalda, casi en nivel gemido. 

              Una vez despejado el campo,  desplegada la artillería y expuestas tus intenciones,  diste salida a tus habilidades manuales,  y fuiste aumentado la presión de las caricias,  y los vaivenes y magreos daban paso a precisas presiones que llegaban a doler de gusto. Mis piernas iban cobrando vida conforme subían tus manos,  y a los dos minutos y veinte segundos de que llegaran a mi trasero,  y lo amasaran como a panes candeales, el duende que controla mis deseos se había despertado, y derramaba calores por mi entrepierna . 

               No hizo falta más invitación.  Invadiste mi sexo con el tuyo, besando mi cuello,  mi espalda y todo trozo de piel al que tuviste acceso,  mientras  tus vaivenes se acompasaban con los míos, dando cuenta de cuan larga había sido para ti mi ausencia. 

               Al final de mi largo gemido  pude sentir el tuyo, ronco, acallado, entrecortado, con una sonrisa final que besó la mía durante minutos.  Y luego la calma, el sopor, la sensación.  Tú conmigo.

               Pues hoy también tengo las piernas cansadas, cielo....y un poquito el alma.
              

lunes, 8 de junio de 2015

MÁS DE 10.000 DÍAS.

                       Hoy hace 28 años que empezó la mejor parte de mi vida. Las cosas importantes suelen depender de decisiones que aparentan intrascendentes, y aquella mañana  tú decidiste pedirme salir,  y yo decidí decir que si. Dos adolescentes jugando a ser mayores. Desde entonces, hemos seguido eligiéndonos cada uno de los días. Y van más de  10.000...

                      Solo nosotros sabemos cuánto, cómo  y por qué nos queremos. Solo tú y yo conocemos la magia y la emoción de juntar nuestras pieles. Somos los únicos que conocemos lo que compartimos a solas, el secreto de nuestro beso, y el valor de seguir al lado del otro.

                     Gracias por quererme  a nuestra manera, por regalarme tanta vida.

                     Si te apetece, seguimos disfrutándola unos cuantos años más... O mil. 

                     Te quiero.

miércoles, 3 de junio de 2015

FAMILIAS TUNEADAS

                            Cuando la crispación  y problemática social se generalizan y afectan a pilares básicos como  el pan y el techo de la población, las minorías y sus necesidades pagan los platos rotos, debido a la priorización de los problemas ( y las ideologías  gobernantes).

                             Los derechos de estas minorías  se descuidan, cuando no se pisotean directamente. Las familias homoparentales y su derecho a existir como tales, son un ejemplo candente.

                            Obviamente, nuestro conservador gobierno pesca en río revuelto, y aprovecha la dispersión e inoperancia de una oposición dormida,  ausente, vendida?...para legislar conforme a su moralina, que para eso son mayoría,  las cosas como son...

                            Yo tengo la suerte, si se puede considerar así , de tener una familia políticamente correcta según el canon actual, así que mis hijos tienen sus derechos reconocidos. Otra cosa es que se los respeten...

                             Somos un papá y una mamá heterosexuales, como Dios manda,  casados, aunque sea por lo civil, con un niño y una niña sin necesidades especiales. Familia estandar, vamos.  Pero aunque para mí no sea un problema, me repatea el concepto. Los médicos de familia estudiamos estructuras y roles familiares,  y somos conscientes de la importancia de éstos en el desarrollo personal y la salud del individuo, pero nunca me enseñaron  que haya modelos patológicos de familia,  o  no normales.  La familia es el núcleo básico de relación y si no queremos una  sociedad formada por clones sin identidad, no podemos estandarizarla. Las familias tienen que estar tuneadas, personalizadas. No cabe defender la diversidad de las especies y la uniformidad de los humanos. Carece de sentido. 

                            Una familia debe ser la persona o personas con quien convives, unidos por lazos de consanguinidad o afecto,  con un proyecto de vida en común. Las parejas de hecho, heterosexuales o no, son familia, como las monoparentales,  o los huérfanos que viven con sus abuelos o tíos,  y los adoptados. Y los niños y adultos que  las conforman, deberían tener los mismos derechos que mi marido,  mis hijos y yo. Pues no. Depende de quién adopte o de cómo sea concebido el hijo, se le reconocen o no. 

                            En todo este despropósito,  la peor parte se la llevan los homoparentales, sobre todo varones.. Si son mujeres,  una de ellas puede gestar un hijo por inseminacion artificial,  y despues de muchos trámites y papeleos, la otra puede adoptar,  con matrimonio de por medio. Pero mi marido, aunque no hubiera sido el padre biológico de mis hijos, es reconocido como tal automáticamente. Y nos casamos mediante la misma ceremonia que dos lesbianas.

                          A los varones heterosexuales sólo les queda la adopción. La única forma de tener hijos biológicos  es la maternidad subrogada, pero es ilegal en España. Y aunque la subroguen en el extranjero, a este hijo no se le reconoce dicho estatus en España. 

                         Entiendo que la naturaleza les ha negado el útero a los varones, pero también nos negó las  alas y volamos,  y buceamos sin branquias. Si somos capaces de inseminar a una mujer para gestar el hijo biológico de uno de ellos,  y ella presta voluntariamente su matriz, ¿por qué les negamos esa posibilidad?. Convertimos en privilegio lo que debiera ser derecho.

                        Es absurdo prohibir la maternidad subrogada. Lo que hay es que regularla convenientemente, para garantizar los derechos de sus actores y la voluntariedad sin coacciones del proceso. Si una mujer no tiene miedo al embarazo y goza de buena salud,  no sé por qué  no puede gestar el hijo de un amigo,  un familiar o un desconocido que se lo pida. Se  prohibe prestar un órgano,  pero se permite donar otros con donante vivo. Pues no lo entiendo. 

                       Obviamente no es tan sencillo, pero la solución de los grandes problemas empieza por desenredar el ovillo y simplificar. Damos pasos para atrás, como los cangrejos, y las pequeñas  muescas en los derechos de las minorías, terminan quebrando el florero. 

                       Legalización de la maternidad subrogada, YA!

martes, 2 de junio de 2015

CANSARTE

                Claro que vas a cansarte, cielo. No lo dudes.

                Dicen que la distancia es el olvido, la donna è mobile y el corazón del hombre inconstante. Y esta historia de citas potenciales, promesas sin fecha entre ladrones de tiempo y besos, agota los corazones y la paciencia, y te hartas de la dieta. 

               Porque los colores se destiñen con el tiempo, las flores se agostan y tú y yo entendemos de amores, y peinamos canas para entender de silencios que lo dicen todo,  de acordarte de olvidar y de tesoros del corazón. 

             Claro que vas a cansarte, cielo. Pero olvidarme,  nunca. De eso me encargo yo.

DROGADICTA, ME TEMO...

                                Estaba pensando que el amor es como las drogas clásicas, y que todos nos enganchamos con alguna. O varias. O demasiadas. 

                                Me explico....el amor marihuana te relaja, te hace reír, desinhibirte, te proporciona un bienestar sereno, con momentos memorables. Es suave al entrar y al salir, y no te quita el sueño. Puede ser incluso saludable porque alivia intensos dolores.

                               El amor cocaína es excitante, bruscamente intenso,  un subidón para tus sentidos. Pero igualmente te baja al infierno de golpe, y, no pocas  veces, acaba contigo,  o te deja terribles secuelas. Su pureza es igual de  rara que peligrosa, pero suele estar adulterado.

                               El amor heroína te destroza la vida. Se cuela en tus venas y te encadena para siempre, creándote una dependencia tanto física como psíquica. Aunque robe todo lo bueno y sufras lo indecible, vuelves a caer. Te somete hasta tu destrucción, y te deja solo y abandonado. 

                              Las drogas modernas, de síntesis,  son pseudoamores, relaciones tóxicas desconocidas y peligrosas. mejor no jugar con ellas. 

                             
                               Desde mi punto de vista, lo menos nocivo para el alma de una es el consumo responsable de amor marihuana,  difícil resistirse a probar  el amor cocaína,  y rotundamente perjudicial caer en el submundo del amor heroína. Hace demasiado daño, y la metadona  también esclaviza.

domingo, 31 de mayo de 2015

NO ME PIDAN ILUSIÓN.

               La suerte me regaló un tutor enamorado de la Medicina de Familia, con el que afiancé mi vocación. Uno de los consejos que me dio fue que intentara no quemarme, que no me cansara de luchar contra el sistema infame en el que pretendemos ejercer una profesión  vocacional, con pretensiones de mejorar la vida del prójimo  a través  de su salud. Casi ná.  Eso fue hace doce años, cuando las cosas empezaron a ir mal.

               Estos días trato de encontrar dónde agarrarme para no agotar la moral que se me derrama. A mí, al Alcoyano...Siento confesar que no lo he conseguido.

               No pretendo aburrir lloriqueando mis vaivenes,  ni mis quebraderos de cabeza haciendo sudokus con los cuadrantes para conciliar los horarios de mi familia con mi carrera, porque yo elegí sacrificar la segunda para atender a mis niños lo mejor posible, pero la decisión dio lugar a que hoy,  mi curriculum se ha quedado muy por debajo de mis compañeros de promoción, y en lugar de tener un  puesto más o menos asentado como la mayoría de ellos,  llevo años soportando la tortura de ser eventual del SAS.

                Durante un tiempo  encadené contratos  a 150 km. de mi casa, para conseguir cierta estabilidad, con la única compensación de  trabajar con los mismos compañeros y pacientes, continuidad asistencial y trabajo en equipo, básicos en Atención Primaria de calidad.  Fue suficiente para mí hasta que el agujero del carburante en mi bolsillo,  mi cansancio, y el de mi familia,  dijeron  basta ya. 

                Desde entonces,  solo acepto contratos a menos de una hora de  carretera, y en los últimos cinco meses he trabajado en  cuatro distritos sanitarios distintos,  y once centros de salud diferentes, sustituyendo a veintitrés  médicos,  ejerciendo de médico de Familia,  de Pediatra  y en Urgencias. Mis contratos son al 75%(de jornada,  sueldo y cotización) , durante un mes como máximo y excluyendo los festivos.

                No tengo ningún control  sobre mi agenda, ni me permiten elegir  los días que me corresponde descansar, que dependen de las necesidades del servicio, y pueden cambiar de un día para otro,  o incluso el mismo día. No voy a tener vacaciones, porque no puedo acumular los dias de los diferentes contratos,  ya que   nunca sé si  trabajaré el mes siguiente, ni dónde, así que este año, mi familia se va sin mí. 

                 Tampoco se me ofrece formación,  porque no va a invertir en mí quien  no sabe si le generaré beneficio.

                 He llegado a plantearme, como cualquier maltratada (salvando la enorme diferencia), que  la culpa sea mía, por no haber estudiado más ni aceptar  todo contrato que se me ofreciera, como me han llegado a espetar  mis propios compañeros, pero resulta que no me puedo arrepentir de pretender tener vida  propia. 

                 Es el sistema el que falla, no nosotros, los eventuales. Falla este  engranaje monstruoso,  que  trata a sus excelentes activos como bayetas,  como felpudos, como fungibles. 

                No voy a dejarlo, porque no puedo. Pero si que tiro la toalla. A partir de ahora seré el médico de la consulta que me toque, tratando de hacer lo mejor posible el trabajo que se me encomiende ese día. Y punto. Renuncio  a la atención integral del paciente,  la continuidad asistencial, el abordaje familiar, y a las ganas de trabajar por una sanidad con garantías.

               No me pidan  ilusión, porque  me la han arrebatado.

martes, 26 de mayo de 2015

OSO MADROÑERO VS PERROFLAUTA



                                 Esta tarde he  alucinado con la rueda de prensa de Espe. Parece una peli, pero no, ha dicho esas cosas de verdad. Esta señora vendería su bote de laca al diablo (porque dudo que tenga alma, con lo que lleva luchando contra los rojos) con tal de que no gobierne Podemos. Y lo suelta sin pudor alguno.

                                Ni que decir tiene que me fascina la persona de  Manuela Carmena, aunque no soy,  y dudo que llegue yo a ser, votante de Podemos, pero es una persona con una vida interesantísima y con un saber estar loable. Una señora de 72 años que ha vivido y participado en la vida social y política de uno de los periodos más  significativos de la historia reciente de España, que ha ejercido como administradora de justicia, y que ha sabido ganarse la confianza de la izquierda madrileña y de provincias. Que como ella misma ha replicado a Espe, solo estuvo fuera de la Democracia cuando ésta no  existía, y del lado de los que la buscaban. Todo eso, para mí, es meritorio. La elegancia con que lo lleva, más. La supongo  entrenada en resolución de conflictos,  y capaz de enfrentarse a los envites castizos de Espe y del que se ponga por delante, y le deseo que mantenga la templanza para lo que se avecina. Lo fácil ha sido ganar las elecciones....

                               El berrinche de Espe, hablando seriamente, es indignante. Es capaz de aliarse con quienes fueron sus demonios para que no gobiernen los rojos, y los tilda de antidemocráticos, de  ir en contra de la Constitución y de defensores de terroristas...entre otras vilezas.  Pero aflojando un poco el corsé, y dándole humor a la cosa,  se me parece a una riña de colegio, cuando  la mandona que no se salía con la suya, trataba de enemistar a todas contra la que ganaba.

                               Que gobierne la lista más votada no es antidemocrático. Que grupos minoritarios se unan para que no gobierne la lista más votada,  no es antidemocrático. Pero pactos entre partidos  eterna y lógicamente rivales,  porque defienden  ideas  contrarias, con el único fin de que  no gobierne un tercero, son pactos contra natura. Legales, pero no éticos.

                               Entiendo que Espe los proponga, porque moral y políticamente no me merece ningún respeto, pero jamás entendería que el PSOE firmase esos pactos. Aliarse con quien sea contra la izquierda, desde mi punto de vista, destierra de dicha izquierda al PSOE, que únicamente recuperará descontentos, entre los que me hallo,  si tiende su mano en esa dirección.

                              Señores, que no pasa nada si cambiamos el oso y el madroño por un perro y una flauta...

                              La política en España se mueve, y eso es  bueno. Es una gozada. Es democrático. Las próximas semanas serán apasionantes y probablemente nos revuelvan las tripas, pero al menos algo hemos sacado en claro en estas elecciones: somos un país de mayoría de izquierdas, gobernado por la derecha, luego entonces, algo falla. Vamos a ver si  aprovechamos la inercia y nos seguimos torciendo hacia el camino recto. La izquierda, claro. 

domingo, 24 de mayo de 2015

CUATRO RECEPCIONISTAS

                                     La recepcionista  no levantó la cabeza. ¿Para qué?. Sabía quien era aquella sombra de hombre que entraba con decisión hacia el ascensor, en el pasillo a la derecha de la entrada, como cualquier otro huésped que vuelve a su habitación. Lleva años  contemplando la escena con los mismos personajes. Cada seis u ocho semanas, uno de ellos reserva una habitación. Llega solo o sola, se registra (que manía con llamarlo check in, con lo bonito que es registrarse...) y sube a la habitación. Al rato, el otro entra desde la calle, directamente al ascensor. 

                                     Están casados, eso lo sabe, porque ha visto sus alianzas. Pero también se ha dado cuenta  de que no son iguales.  Son anillos de bodas distintas.

                                     La mayoría de las veces  pasan varias horas hasta que bajan, nunca juntos, y las camareras de piso no pueden evitar oír que no se pelean. Uno de los dos  sale, tan discretamente como entró, apenas una sombra, y al rato el otro paga la cuenta (que manía con llamarlo check out...). Pero algo les ha cambiado el aspecto. Tanto la sombra como el huésped lucen una sonrisa  melancólica, un brillo cansado en los ojos, un andar pausado, como sin querer irse. ¿Qué historia se traerán entre sábanas? ¿De qué vida se roba cada uno durante unas horas?

                                   Esta vez ha sido distinto. Él ha vuelto a salir del ascensor, mirando apenas de reojo hacia recepción, mientras comprueba  las llaves y la cartera en sus bolsillos, y aprieta el paso al ver la hora.  Ella baja casi una hora después. Entrega la llave y paga en efectivo, como siempre, pero apenas contesta con gestos a las  amabilidades de la recepcionista. Ya no se molestan en dar excusas par no quedarse a dormir, ni se les  pregunta, pero hay un tinte de decepción en sus  ojos, y un cachito de alma rota le baja los hombros al suspirar. En su cara,  ni asomo de alegría...ni de nada.  Si hablaran, sus ojos contarían que nada cambia,  que él no se entera de nada, que ella sigue sin ser, nunca, nunca, nunca, su prioridad, aunque sea por una tarde.  Se va, pero no parece, como otras veces, que se le olvide nada....

                                 Esto fue hace tres meses....y no han vuelto.



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                                     La recepcionista empieza a sonreír apenas los ve llegar. Reconoce  casi por las risas a la pareja que llega, como cada tres o cuatro meses,  a pasar el fin de semana.  Hace años que  reservan la habitación grande, la de la cama con dosel, en aquel hotelito con encanto de aquel pueblo con playa.  Llegan a mediodía del sábado, con el tiempo justo para registrarse (ella odia que él diga check in), soltar la maleta y salir a almorzar. Alguna vez se ve que les cuesta deshacer la maleta, y bajan cuando ya están cerradas todas las cocinas. Imagino que siguen su homenaje  merendando en alguna cafetería, pero  aparentan saciados. Vuelven tras el café, sonriendo de la mano.  El servicio de habitaciones  les sube la cena y no se vuelve a saber de ellos hasta el desayuno, al que bajan siempre los últimos, con cara de cansados felices.  

                                    Minutos después salen vestidos de playa o de paseo, según temporada,  nos dejan la maleta en consigna y a veces  piden recomendación sobre dónde comer. Se despiden tras el café y sonríen, como quien pasa unas vacaciones en casa de unos amigos, sin querer irse. ¿Qué historia se traerán entres las sábanas?  ¿De qué vida se escapan durante unas horas?

                                    Esta vez no ha sido distinto. Mientras él  firmaba la cuenta, ella miraba, inconsciente de su sonrisa, los detalles de los cuadros de la recepción, por delante de los que había pasado decenas de veces. Y como de costumbre, compró dos regalos para niños en la tienda del hotel.  

                                    Se han vuelto a despedir con un  "hasta la próxima"....


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                                  La recepcionista  les  pide la identificación. Los años de profesión hacen que inconscientemente  imagine los roles de  cada cliente, con mayor o menor acierto. Aparentemente son una pareja cualquiera, rondando la cuarentena, que viene a pasar un fin de semana a la playa. Se les adivina complicidad, pero aunque llegan juntos,  cada cual lleva su maleta, piden dos plazas de garaje, y no se tocan. Casi que mantienen la distancia. No llevan alianzas,  y ella no se ha quitado las gafas de sol. Él pide que compruebe que la cama es de matrimonio y  que les dé una habitación tranquila.

                                De camino al ascensor se miran y cuchichean como quien  ha conseguido colarse en el cine. Probablemente pase un buen rato antes de que bajen a la piscina, y mirarán alrededor de vez en cuando, dándose algún beso, o un abrazo furtivo en el agua, comprobando una y otra vez que nadie les conoce allí. Saldrán a cenar, arreglados y sonrientes. Muy sonrientes. Seguro que tienen reserva en un restaurante discreto, pequeño, y pedirán una mesa en un rincón escondido, desde donde ver la puerta para comprobar quien entra, mientras se ponen al día de sus vidas,  y se imaginan  encuentros que saben improbables. 

                              Volverán casi tarde, cogidos de la mano, relajada la guardia y directos a la cama de matrimonio. Mañana por la mañana, bajarán temprano,  y se irán sin desayunar. Con cara de no querer irse y con temor de olvidar algo. No en la habitación, sino de todo lo que han sentido.  
                             Cuando la recepcionista les pregunta  por su estancia, ella sonríe,  y él contesta...fantástica.

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                                 La recepcionista le pregunta si está inscrita como congresista. Ella le responde que si. Imagina que el laboratorio que la invita al congreso  ha reservado una habitación standar, en aquel hotel de cuatro estrellas algo pasado de moda, pero  situado a dos pasos del centro de convenciones. No le importaba que estuviera  lejos de la zona turística de la ciudad, porque venía sola, y su intención no era salir de parranda.

                                Su sorpresa le dibujó una sonrisa cuando entró en al habitación. La cama enorme estaba cerca del ventanal  de la terraza que daba acceso directo a la piscina. Un espejo cerraba el armario en el que se reflejaba toda la cama, y en baño estaba presidido por una bañera gigante. Lástima de soledad. 

                               Estaba cansada. No le gustaba dormirse en el avión cuando viajaba sola, así que se había comprado una de esas  novelas  eróticas de moda que aprovechan el tirón de Grey, y se la había terminado en las dos horas de trayecto. No le había parecido gran cosa, pero cuando se desnudó para inaugurar la bañera  hasta arriba de espuma,  se gustó demasiado en el espejo. En su casa solo había duchas así que aprovechaba sus  viajes para darse baños de espuma mientras  leía, escuchaba música o meditaba. Hoy podía hacer las tres cosas, pero le apetecía otra. 

                             Hace unos años que lleva en la bolsa de aseo una barra de labios, aunque nunca se los pinta. Se la regaló una amiga en un cumpleaños,  y la muy ladina dejó que la abriera delante de sus padres, sabiendo que era un pequeño vibrador disfrazado. Desde entonces la sigue considerando su mejor amiga. Lástima que no fuera sumergible...Aquella bañera habría sido memorable de estar acompañada, pero en esa ocasión se conformó con relajarse queriéndose con sus manos. 

                            Por la mañana llegó a la primera conferencia de muy buen humor, pero no era por el generoso desayuno.  Cuando la charla se ponía interesante, alguien  le susurró desde el asiento de atrás...¿Tienes plan para comer, cariño...? Hacía tiempo que dejaron de verse, pero aquel susurro puso patas arriba de nuevo sus planes. 

                           Cuando entregó la llave del hotel, dos días después, la recepcionista le preguntó qué le había parecido en congreso,  y no supieron qué decir. Habrían podido charlar durante horas de la comodidad de la cama, lo oportuno del espejo, lo acertado de el acceso directo a la piscina,  y el partido que se le saca a un vibrador cuando no estás sola...pero no podían decir nada del congreso. Se habían puesto al día en temas pendientes, pero no podrían aplicarlo en sus consultas.

                           Se despidieron en el aeropuerto, hasta pronto, cielo...