viernes, 27 de diciembre de 2013

SEPIA

              No es tristeza el tinte sepia que le aja la cara, sino pena, que es cuando la tristeza duele porque te arañan el alma.

             Sus heridas vivas son  los momentos perdidos, los besos vacíos y los dados al aire por donde él pasa. Las horas a su lado, huecas. El malmesabe de la  última noche, no por última, sino por condescendiente. 

             La pena de no haber gastado las caricias que le guarda, de que la siga queriendo sin dejar que lo  disfrute, porque le sobra en la vida, porque no le hace falta. 

             Pena de un cariño con pasado y con futuro, que adolece de presente.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL DERECHO DE MARÍA

            Hoy debería contar las exquisiteces de la cena de anoche, o criticar el discurso del Rey (que todavía no  he visto...), o de lo bonitas que son las Navidades con niños....Pues no. Me ha dado, otra vez, por Gallardón. 

         Sé que no es tiempo de confrontaciones, ni de malos deseos, pero ni juntando el espíritu navideño de todos los niños del mundo, me sale algo bonito para él. 

         Este energúmeno con poderes, que tiene por Biblia un compendio de buenas maneras fascistas, va a conseguir amargarnos la vida de la peor forma: recortando las libertades que tantas vidas y años de cárcel han costado a miles de españoles. Y las que van a seguir costando a base de  normas represoras.

           Su famosa Ley del Aborto, reprime igual que el resto, pero me resulta más hiriente por mi segundo cromosoma X. Es una ley que decapita libertades a las ciudadanAs, que nos priva de un derecho del que sólo podemos hacer uso nosotras, que nos exige ser tutorizadas en nuestra feminidad. Negar el derecho al aborto es afirmar que no somos  dueñas de nuestra sexualidad, nuestro cuerpo y nuestra maternidad. 

           En los pocos años que me quedan de fertilidad, y con el control que afortunadamente tengo sobre mis relaciones sexuales, difícilmente  puedo quedar embarazada. Pero el mundo está  hecho de errores y lleno de desalmados, con lo cual, la posibilidad existe. No tengan duda de que si quedase embarazada a la fuerza, o por fallo anticonceptivo, y, más aún, si el feto viniera con complicaciones médicas, para él o para mí, pagaría en el acto mi billete a Londres. O pagaría el de mi hija, si ella lo decide.  Porque  yo, afortunadamente, me lo puedo permitir. 

           No voy a entrar a valorar si para la mujer es fácil o no tomar la decisión, si hay culpa, o es como sacarse una muela. Eso no importa, porque es asunto de cada una, de su conciencia y de sus valores. Lo que importa es poder decidirlo sin que te cueste la salud, o la vida. Soy médico, sé de lo que hablo. 

          Opinareis que no es tema para  el día de hoy, pero yo creo que si.  Basta con pensar que igual no habría Navidad si, hace 2013  años, María, una jovencita judía, supuestamente virgen, embarazada de una paloma, hubiera tenido derecho a decidir...Puede que el Mesías hubiera llegado en otro siglo, donde los métodos de tortura no hubieran sido tan crueles como la crucifixión. Puede que  ni hubiera llegado, y siguiéramos siendo judíos....La de tragedias que se habría ahorrado el mundo...

           Pese a ello...Feliz Navidad a todos, menos a Gallardón y a su madre.

P.D: este post no me lo perdona ni el Papa Francisco. Amén.


domingo, 15 de diciembre de 2013

LA COPA DE VINO

            El que va a un funeral y no bebe vino, el suyo  va de camino. 

            No soy supersticiosa (ni na), pero una vez oí esa frase, y desde entonces, procuro ponerla en práctica. Por si acaso. 

           Hoy he tenido que  brindar  por la vida, y me ha  hecho reflexionar sobre los funerales, tema tabú en la sociedad hipócrita en la que vivimos. Los seres vivos (entre los que nos incluimos la mayoría de humanos), nacemos, crecemos, nos reproducimos... y evitamos hablar de la muerte. Y de cómo nos morimos, y de qué hacer entonces.

           Celebramos los funerales de forma totalmente convencional, con ritos estipulados, siguiendo leyes no escritas, casi coreografiadas, cuando la muerte y el tratamiento que hacemos de ella, debería ser tan variopinto como nosotros mismos.


           Así que, como autoterapia para sacudirme las tristezas, he decidido planear  mi funeral. ¿Ves? tema tabú. Si planeo el parto de mis hijos,  mi boda, o cualquier otro acontecimiento de mi vida, nadie  tuerce el gesto. Pero planear mi funeral, o mis voluntades póstumas, es de mal gusto, de chiflada, o de majarona perdía .

          Pues para que quede claro, por escrito, y en su momento rotunda o parcialmente ignorado por los que  decidan qué hacer con mi maraña de huesos y piel, os cuento como quiero que sean mis exequias.

          Ante todo, deseo estar muerta. Parece una tontería, pero lo considero fundamental. Y como segundo irrenunciable, que mis hijos asistan. En directo, o por poderes, pero vivos.

          Es mi deseo que mi cadáver no sea  públicamente expuesto, porque nadie sabe maquillarme como a mí me gusta. 

          Que no se comunique  mi fallecimiento en  redes sociales, sino de amigo a amigo. Si sólo acuden cinco, serán los buenos. 

          Prohíbo terminantemente que se publiquen esquelas. Primero, porque espero morir cuando ya no exista prensa escrita, y, segundo, porque no quiero salir en los periódicos por esa razón.

          Nada de flores. El que me las quiera ofrecer, que sea cuando yo las huela. 

          Nada de misas, ni ritos religiosos. Yo tengo mi propio dios,  y no exige teatros. 

          Procederá el responsable de los actos a preparar un salón, con paredes preferentemente azules, con sillas y sillones cómodos , y algunas mesas con canapés variados, queso del bueno y bombones. Cava, vino y agua.

          En dicho contexto, mis allegados se dedicarán a conversar, con fotos y recuerdos varios, al poder ser, contando todo lo divertido y bueno que recuerden de mi. Con un par de horas será suficiente. Todo ello amenizado con música de Bon Jovi, por supuesto. 

          Tras la celebración de mi existencia, haced el favor de derramar mis cenizas en la playa de mi retiro espiritual veraniego. Mis íntimos saben cual. 

          Y lo poco que quede de mis posesiones, que sea repartido entre mis hijos. Que se queden con algún detalle al que le tengan cariño, y den lo demás a quien pueda necesitarlo. Sé que no voy a dejarles riquezas que no sean del alma, así que no habrá disputas por mi herencia, porque los quiero por igual.

         Mi viudo, que se desenviude pronto. No soy egoísta, y será bueno que otra  disfrute la suerte que yo he tenido. Y no debe dejar de ser feliz porque yo falte.

          Si a pesar de mi vida, unos pocos  me recuerdan con cariño...estará bien. 

         Y no olviden la copa de vino...





miércoles, 11 de diciembre de 2013

EXCOMULGADA, POR LO MENOS.

                  Anoche viví una experiencia religiosa. Lo digo porque, lo que hice, merece pena de excomunión en la religión que practico: traicioné a mi dios (Jon Bon Jovi) asistiendo a un concierto de la nueva niña Disney: Violetta (Martina Stoessel). 

                 No sólo fui, que podría perdonarse. Además llevaba puesta la camiseta del grupo, me sabía la mayoría de las canciones (una semana escuchando el CD en el coche), y me lo pasé bomba. Soy lo peor. Traiciono a la religión que yo misma me hice a medida.

                 Claro que fue por una buena causa: mi hija. Como buena preadolescente, se ha hecho fan de la serie de Disney de moda, de la que probablemente no se acuerde el año que viene. Pero ahora, todo en su cuarto, su vida y su  conversación, es Violetta. Le regalamos las entradas por su cumple, y como todavía no puede ir sola, le tocó acompañarla a  mamá.

                 Confieso que al final, el regalo fue para mí. Disfruté más de hora y media, de sonrisa de oreja a oreja de la cara más bonita que ha parío mare: mi niña. Rebosaba entusiasmo, levitaba, casi...Aplaudía, gritaba, bailaba y cantaba cada canción. Seguro que tiene agujetas en los párpados, de tanto que abría los ojos. Cada dos por tres, me daba un pellizquillo para que sacara fotos. Acabó, como buena hija de su madre, ronca y extenuada, pero con ganas de más. Apunta maneras. 

                Aprovecho, además, para recomendar el espectáculo. La música puede gustarte o no, pero no cabe  discusión  en que la puesta en escena es espectacular, y los chicos cantan y bailan para quitarse el sombrero. No faltó el beso, la protagonista sobrevolando al público, ni la lluvia de  corazoncitos violetas. Se dejan el pellejo. No aguantan  como dios, que les saca casi 40 años...pero por eso es único.



             Total, que de mi pecado estoy sufriendo la penitencia, porque  se me han  pegado los estribillos, y me sorprendo  tarareando canciones de Violetta en la ducha...y saco también una conclusión, una enseñanza: voy a ir pasando de los regalos materiales para mis niños, a las experiencias. Voy a intentar regalarles momentos. Viajes, conciertos, aventuras. De forma que en mi regalo, ellos me devuelvan el suyo: su sonrisa y el brillo de la felicidad de sus ojos.

            Voy a escribir la carta de los Reyes...Necesito una guía de espectáculos y un mapa...

martes, 10 de diciembre de 2013

ERES DE LETRAS

             ¿Una pulgada, dos libras, tres nanómetros....? ¿Media  arroba, cuatro quintales, seis hectáreas...? ¿Cinco atmósferas, nueve  voltios, setecientos gramos...?

             Ni tú ni yo sabemos la medida, ni la escala, de lo que  pensaste alguna vez quererme.
 
             Pero yo  si siento el vacío, y descuento los besos no dados, y los te quiero no dichos, y adolezco. Y calculo integrales y raíces cuadradas de lo que no pasa. 

             
            Pero claro, tú eres de  letras..., que ni palabras usas.

CIELO RASO

                   Cuando rayos y centellas truenen en tu cabeza, recuerda el último amanecer. Recuerda el azul oscuro, casi negro, del cielo raso de invierno, saturado de brillantes, ese techo excepcional, que se queda más allá de las afueras de las ciudades. 

                   Recuerda cómo se fue tornando  en claridad, desvelando a tus ojos lo que ya sabían tus manos: que mi abrazo hizo voto de su vocación  de  disipar tus tormentas. 

                   Recuerda como aquel amanecer nos invitaba...a quedarnos en la cama.

lunes, 9 de diciembre de 2013

PUENTE SERRANO

          Imaginen un caserón envejecido por falta de uso, que antaño fue lujoso, situado estratégicamente en medio de la sierra,  con ventanales a un jardín que resulta ser un balcón inmenso orientado al sur,   donde no ver más que sierra y cielo, desde el amanecer al ocaso del sol y de la luna.

           Sitúenlo en fríos días de diciembre, sin nubes, ni viento que los mancillen. El sol de la mañana  da brillo a la escarcha, el tiempo justo para derretirla y lavarle la cara el campo, que se despereza  para recibir nuestros paseos.La puesta de sol, caminando entre encinas y jaras, que se tiñen de esa luz cobriza que sólo el otoño sabe pintar. Esa luz que se lleva con ella todo rastro de tibieza, dando paso al cielo raso de las noches espectaculares, en las que las estrellas forman, de verdad, constelaciones como las de los libros.

           Piensen en cenas frente a la chimenea, con niños recién bañados y pijamas de felpa, embobados con las historias que su abuelo, que fue niño  allí, les cuenta de cada rincón. Ni se acuerdan de que no hay tele, ni tablets. Sopa de  puchero, carne a la brasa, y un rato de charla o un buen libro antes de dormir. Muchos besos de buenas noches, y la calidez de la piel amada  bajo las mantas, si cabe más apetecible por la temperatura de fuera de la cama. Ver amanecer desde la almohada.

           Silencio absoluto, salvo el crujir de la casa entera, el ladrido esporádico de algún zorro, y algún ciervo, o jabalí, que se delata en la semioscuridad que regala  la luna creciente.

           Levantarse ebrio de  descanso, y recibir el día con zumo de las naranjas del naranjo de la puerta, café de puchero, y pan serrano, tostado en la chimenea, prendida hace rato por los abuelos, que viven con ese horario que sólo les vale a ellos. Y chupito de Miura con mantecao, de postre.

           Y otra vez a patear, a subir cerros, buscar espárragos, coger bellotas, buscar agua en la fuente, piñas para el árbol de Navidad, darle una vuelta a las ruinas de lo que fue la casa de la abuela, o acercarse a ver como  pastan las vacas. Admirar el vuelo de los buitres al levantarse de las solanas, cuando  nos acercamos, y sentir que la piel se te eriza un poquito, al  ver cientos de ellos  planeando en círculos, sobre nuestras cabezas, cuando salen de su cercana buitrera. Espectáculo impagable. Privilegio singular.

          Añadan, por si fuera poco, disfrutar de todo eso en compañía de unos padres de los que nunca hartan, risas de hermanos y de sobrinos, y el regalo de la visita de amigos de corazón. 

          Si han podido hacerse una idea, comprenderán la cara que llevo,
 si se cruzan conmigo, a mi regreso a Sevilla.

jueves, 5 de diciembre de 2013

FUNCIONARIO DE HACIENDA

              Estimados inspectores y funcionarios de Hacienda:

            Hasta hace pocas fechas, vienen siendo ustedes para la mayor parte de la población, entre los que me incluyo, algo así como los malos de la película, los aguafiestas, la inquisición monetaria. 

            Son ustedes esos señores grises, con cara de malos, estreñidos, que se lanzan sobre  nuestra  declaración de Hacienda buscando el fallo, utilizando argucias para hacernos pagar de más...(de más...?)

           Los verdugos modernos de la sociedad, con un afán recaudatorio como religión, y cuyo mayor disfrute es pedirnos otro formulario incumplimentable. Otro más.

            Esta denostada imagen suya, es fruto de varias circunstancias. La fundamental es que a los españolitos de a pie,  no nos gusta pagar impuestos. No está en nuestro genoma. No hemos interiorizado lo de que "Hacienda somos todos". De hecho, hacer la declaración se convierte en un reto, un sudoku  que se resuelve encontrando la forma de pagar menos, el truco para escaquearse. Y felicitamos al que lo consigue. Tan absurdo como sacar monedas a escondidas de nuestra propia hucha. 

          Tampoco ayudan las pelis de Disney, en las que los recaudadores son siempre  tipos tétricos o desalmados, que se solazan en el sufrimiento del hambriento. Ni el superéxito  que Pepe da Rosa dedicó a Boyer, entonces Ministro de Hacienda...

            Pero el tiempo y las crisis ponen a la gente en su lugar, y disipan dudas sobre los valores. Por eso ésta oleada de  mezquindades y miserias públicas, ladrones de guante blanco, cuyo delito es más hiriente porque roban de lo público, de lo de todos, de nuestras garantías. Nos roban el acceso a los derechos, esquilmando los medios con los que deberían sufragarse. 

          (Quiero hacer aquí un inciso, porque los de izquierdas estamos indignados, que no sorprendidos, por la zafiedad con que la derecha autoindulta a sus corruptos, atentando incluso contra estamentos sagrados, como el Poder Judicial, intentando manipular sus hilos. Da asco, por supuesto. Pero más me hieren los abusos y los robos de la izquierda. Se suponen que trabajan por nosotros con convencimiento de ideales, por vocación igualitaria.)

          No obstante,  también afloran posiciones limpias, como la Marea Verde en defensa de la  Educación Pública, la Marea Blanca en defensa de la Sanidad Pública, y la ejemplar marea de dimisiones de los funcionarios de Hacienda,  que anteponen su conciencia a su puesto de trabajo.


          Desde este humilde podio, les rindo homenaje, en mi nombre y en el de muchos, por el ejemplo dado.  Por hacernos ver que no todo el monte es orégano.

          Su cadena de dimisiones es una lección de responsabilidad y de honradez. Dimitir en los tiempos que corren, tirar por la borda una carrera profesional,  anteponiendo sus principios y su responsabilidad con el ciudadano, es una gesta épica en este momento. Es una pena que la honradez sea noticia, pero es lo que nos toca. Ustedes nos han regalado motivos para hablar bien de alguien, que no es moco de pavo. 

          Si estuviésemos a su altura, tendríamos algo así como un premio Príncipe de Asturias  al valor social, o al ciudadano ejemplar, con el que agradecerles. Aunque pensándolo bien, un reconocimiento que provenga de la Familia Real, a día de hoy, tampoco está a la altura de ustedes.

          Sin más, reciban el aplauso de esta ciudadana contribuyente.