miércoles, 25 de noviembre de 2020

NO ES NO

             Querida amiga, hermana, prima, sobrina, compañera, hija, madre, desconocida...mujer: NO ES NO. Puede parecer una obviedad, una frase hecha, algo innecesario de argumentar, porque lo suponemos innato en nuestro comportamiento y en la generalidad de nuestras relaciones...nada más lejos. 

             A mis casi 50, me asombra, y disgusta sobremanera, descubrir que todavía tenga que aclarar que NO ES NO. Y eso que fui afortunada, ya que mis "no es no" han sido anecdóticos, porque he dado con hombres correctos y sensatos, aunque a veces pecasen de ignorancia o malas costumbres, que llevaron a la discrepancia. Nada irremediable. Alguna imperdonable.

             Estimado "lo que seas" en mi vida, futuro, presente o pasado: si salimos a cenar, y coqueteo contigo, como tú conmigo, pero no dejo que me toques, ni te invito a mi cama...NO ES NO. Y no soy una mojigata. Si me apetecen besos y manos, y dejarlo en eso, aunque tú quieras seguir, NO ES NO. Y no soy una estrecha. Si nos desnudamos y nos apetece sexo, y empezamos, pero después no quiero seguir, NO ES NO. Y no soy una calientacriasdegallina. Si a pesar de ser revolcamigos, un día te apetece y a mí no, NO ES NO. Y no soy una caprichosa malcriada, ni busco engancharte con sexo manipulador. Si te gusta hacer de Gray, y a mi no, NO ES NO. Y no soy aburrida, ni antigua. Si un día te hago o me dejo hacer lo que tanto te divierte, no significa que tengamos que repetir cada vez que gustes, porque NO ES NO. Si en medio de un encuentro apasionado, la fuerza de tus caricias, pellizcos o cachetadas deja de gustarme y te digo que no sigas, NO ES NO. Y no soy una déspota que juega a marearte. 

             No golpees las cosas si te enfadas, no me llames loca, ni exagerada, ni me eches en cara que no estoy en el mundo: probablemente, si estuviera, no sería contigo. No me mandes callar, porque gritaré hasta que se caigan los muros. No me levantes la mano, ni lo pienses siquiera.

             No pidas que deje de volar porque tú no tengas alas, que deje de pensar diferente, porque puedo ser tu puerta a nuevos sueños, si eres merecedor de tenerme a tu lado. Ríe conmigo, no me dejes llorar sola, y pide disculpas cuando provoques mi llanto.

             No me humilles, no me hagas suplicar el amor y el respeto que no quieres o no puedes darme. No me mires con desprecio. No me hables a bofetones sin mano. Cuando no me quieras, no se acabará el mundo...me querrán otros, y mejor que tú. Así que vete a tiempo y no me machaques el alma hasta que tenga que echarte, porque malquererme, es igual que maltratarme.

             No soy más, ni menos que tú. Y ninguno pertenece al otro.

             Y tú, querido amigo, hermano, hijo, padre,  compañero o amante...no hagas a ninguna mujer lo que no quieras  que otro hombre haga conmigo. Consigamos que el maltrato a las mujeres sea anécdota, y el contaje de asesinadas una estadística  arcaica.

             Porque yo te creo, hermana, ni una menos.







domingo, 22 de noviembre de 2020

17 AÑOS

             Cuando yo tenía 17 años, hacía más de uno que era novia de mi cómplice en el origen de este escrito.

            Estudiaba C.O.U., equivalente añejo de lo que la mujer de mi vida estudia hoy. No tenía móvil, ni noción de lo que era, y para quedar con mis amigas y mi chico, hablaba desde el teléfono del salón, y se enteraba toda la familia. No había viajado en avión,  ni  conocía ningún país extranjero. No tenía coche, ni carnet de conducir. 

            No tenía ni idea de que lo mejor estaba por llegar...y dentro del lote...mi niña.

            No conozco ninguna embarazada más feliz que yo. Recuerdo aquellos nueve meses como una de las épocas más felices de mi vida, que dio parte a la mejor cuando mi hermana vio tus orejitas en paritorio.

            Celebro, en medio de la que está cayendo, tu vida, tu persona, y cada uno de los besos que te doy y las sonrisas con que los recibes. Brindo por lo enamorada que me tienen tus ojos, tu sonrisa, el olor de tu piel y tu cerebro, inundado de buenas ideas, de proyectos inteligentes y de coherencia.

            Me hiciste sentir  amor incondicional y eterno, y ver la vida de otra forma. Me hiciste ser mejor persona. 

            Tu cumpleaños es la fecha en la que todos los que te conocen celebran lo que tu padre, tu hermano y yo, celebramos a diario: tenerte con nosotros. 

             Feliz cumpleaños, mi niña. Feliz vida, y feliz todo.



domingo, 8 de noviembre de 2020

ESTIMADO USUARIO DEL SAS

       
         Estimado usuario de la sanidad pública, paciente o impaciente:

         Hace meses que quiero hacerte  llegar mi vivencia de la situación que atravesamos, pero me frenaba la certeza de que la rabia empañaría mis palabras y tergiversaría el mensaje que quiero que recibas. Hoy siento que acopié  la templanza suficiente  para hablarte con serenidad, y contarte mis verdades.

          Tengo que confesarte que estoy agotada, frustrada y llena de miedos. 

          El agotamiento es por los nueve meses  de trabajo intenso, tensión y sobrecarga, por un exceso de tarea descomunal, afrontando un problema de salud pública sin precedentes en ciento y pico de años, sin personal ni medios suficientes para  abordarlo. Así de crudo. La sanidad pública lleva décadas en continuo deterioro y desamparo, y los servicios se mantenían porque el personal sanitario se entrega más allá de lo que dice el contrato, y más allá de su horario y de sus obligaciones, porque no trabajamos con coches averiados, sino por la salud de las personas, y lo que no hagamos hoy, igual no puede esperar a mañana. Por eso, porque  terminamos el tajo a costa de nuestro esfuerzo y tiempo extra (no remunerado), los "de arriba" pueden presumir de números y estadísticas  para contarle al mundo que la sanidad  funciona. No explican a costa de qué. Ese sobresfuerzo se traduce en que  si lo  razonable es que un médico tenga a su cargo 1200 pacientes, tengamos, como yo, 1845.  Que si lo razonable es que tengamos 10 minutos, por consulta, al menos, para poder atenderte como mereces, nos las programen cada 6, y citando 2 ó más  pacientes a la misma hora, lo que reduce a 2 minutos el tiempo que tengo para atenderte. Se traduce en que si mi compañero se va de vacaciones, o se jubila, como no hay sustitutos, sus pacientes se reparten entre los que quedemos, con lo cual, el número de pacientes a mi cargo sube, y la demora en mis citas también. Por eso si pides cita hoy, te la dan dentro de 20 días. Y para  2 minutos, recuerda....Se traduce en que  mi enfermero, cuyos compañeros tampoco se sustituyen, tiene el doble de curas que hacer, el doble de extracciones, controles, vacunas, etc...y su demora y tiempo de dedicación, también empeoran. Esto, como te digo, no es nuevo, pero el bicho del 2020  aumenta  el número de pacientes con problemas, y disminuye el de sanitarios, que enferman o fallecen, porque quien anda con fuego, se termina quemando, y los que más nos exponemos al bicho, somos nosotros.

          Esta explicación tan triste  es la única que puedo dar cuando protestas legítimamente por la demora y el empeoramiento en la asistencia que te damos: vosotros sois muchos, y nosotros pocos, y de donde no hay, no se puede sacar. Duro, ¿eh? Pues desde mi lado, también.

          La frustración es porque yo no estudié para trabajar así. Yo me esforcé durante años para ser Médico de Atención  Primaria. Sí, con mayúsculas porque me parece la mejor profesión que existe y me siento afortunada de ejercerla, aunque las condiciones  sean miserables. Y no hablo de dinero, ese es un asunto secundario. Mi trabajo consiste en cuidar de tu salud y de la de tu familia, De dar respuesta a tus dolores, tus fiebres y tus arritmias, implicándome en tu vida para saber qué puede haber detrás, encontrar la causa y la solución para que tu vida sea más larga y saludable. Consiste en recibirte en mi consulta, y saber si estás bien o mal con solo mirarte cuando nos conozcamos un poco, o acudir a tu casa  si  estás impedido. Saber de ti, valorarte biopsicosocialmente  y ser tu referente de salud. Para eso necesito mirarte a la cara, explorarte, hablarte y que me cuentes. Y eso necesita tres cosas: voluntad por tu parte y la mía, espacio y tiempo. Pues bien, las dos últimas, nos las ha arrebatado el sistema. Y en estos meses, más. 

            La frustración empieza a las 8 de la mañana cuando encuentro un listado de más de 60 pacientes y tengo  que hacer un cribado por orden de urgencia  o importancia de sus problemas, porque sé que es imposible  que pueda llamarlos a todos...y que habrá que añadir las urgencias que vienen al centro. Y rezar, aún siendo atea, para no equivocarme en la elección, y vaya a dejar sin atender algún asunto importante. Frustración porque se nos está muriendo gente con problemas crónicos por falta de control, y se nos están desestabilizando muchos pacientes  que van a morir por ello. Se nos  escapan a diario muchos problemas serios. Y tu  enfermedad o tu muerte, va en contra de todo por lo que trabajo. Es como vaciar un cubo con un colador.

          Y de ahí proviene el miedo. No temo al coronavirus, que a ese  lo enfrento con los conocimientos y las pocas armas de que disponemos, pero con muchos redaños. Llevo años enfrentando bichos, y como éste es cabra macho grande, pues hay que pelearlo más y mejor. Para eso nos prepararon. Mi miedo es porque enfermes y no me llegue a enterar, porque no tengas acceso al sistema. A que mueras sin que yo pueda hacer nada, porque se te atienda tarde. A que te contagie otro usuario al que no hemos diagnosticado y aislado a tiempo. A que me contagie yo, poniendo en riesgo a mis hijos o mis padres. A la incomprensión de los ciudadanos que piensan que no damos acceso libre a los centros de salud porque nos gusta rascarnos la barriga, y que estamos encerrados sin hacer nada y ganando supuestos sueldazos. Miedo porque los aplausos que agradecimos al principio, se han vuelto hostias con la mano abierta. Miedo porque todo nuestro esfuerzo diario no lo aprecian ni nuestros superiores, ni los pacientes. Los sanitarios hemos pasado de supuestos héroes a ser la puta que además pone la cama.

          Créeme, estimado usuario. Entiendo tu ira y tu impotencia. También soy usuaria y tengo problemas de salud, y vivo rodeada de familiares y vecinos  en la misma situación que tú. Empatizo con tus quejas y tus recriminaciones, la desesperación de que no te cojan el teléfono, de las inmensas colas en los centros y en los hospitales, la falta de respuesta, la frialdad de las consulta telefónicas....el desaliento ante el desastre. Pero yerras cuando me insultas, me amenazas, me gritas y me agredes, verbal o  físicamente. Cuando exiges cosas que no puedo ofrecerte "porque tú pagas mi nómina", aunque seas pensionista y yo pague la tuya con mis impuestos...Matáis al mensajero. Puedo asegurar que el escaso personal que tenemos en los centros de salud está dando todo de sí. Que si no te dejamos entrar a menos que sea una urgencia, cita presencial programada o cura, es para evitar que esperes, porque tendrías que esperar siempre, en una sala con demasiada gente potencialmente infectada. Porque si entras sin una justificación y  te atiendo sin que sepamos si tienes el virus, me expones a mí, al resto de pacientes y a mis compañeros. Y mi vida no vale más que la tuya, ni más que la del frutero o el cartero. Pero lo que yo sé hacer, no podéis  hacerlo ni ellos ni tú, y si yo caigo, hay un sanitario menos para atenderos. Ten por seguro que si puedo llegar a llamarte, porque seas uno de los  primeros 50 ó 60 de la lista, y el problema que me cuentas necesita que te vea en consulta, te voy a hacer venir, y te voy a ver, siempre que el fin justifique los riesgos.

           No queremos aplausos, ni siquiera agradecimiento. Sólo algo de paciencia, comprensión y respeto. Porque no somos monstruos indolentes y manipuladores que miramos para otro lado  sin ver el dolor de los demás. Somos trabajadores por tu salud y la de todos, que no dan abasto por falta de medios y de personal. Estoy de tu lado, pero no pongo las normas ni los medios, y no manejo las circunstancias. Sigue quejándote y protesta, pero no contra nosotros. 

           Mañana  a las 8, voy a volver a mi consulta, con las mismas  ganas de comerme el mundo, porque me encanta  ser Médico, y sólo si mi cabeza se sobrecarga y siento que no doy pie con bolo, me pararé 20 minutos a tomar un café para seguir, pero sabiendo lo que hago, pese a las miradas  hirientes, los gestos de desprecio y los murmullos insultantes de los usuarios de la cola, que no entienden como paro a coger aire cuando todavía no los he visto a ellos. Claro que ya no estarán ahí a las tres de la tarde, cuando me vuelva a mi casa  con la cabeza como un bombo, dejando, seguro, algún paciente  sin poder ver, y con la desagradable sensación de haber hecho mal muchas cosas...pero valdrá la pena porque habré  atendido a muchos, y habré solucionado problemas, y también porque algunos de vosotros, los pacientes, me habréis entendido y confortado con alguna palabra amable.  Y el martes, volveré con las mismas ganas. Y hasta que puedan conmigo, que va a costar.

          Cuídate, estimado usuario, y si no puedes entenderme, al menos, respétame. 

sábado, 31 de octubre de 2020

EL HOMBRE DE MI VIDA

          Estoy conociendo a un chico...que me tiene loca, pero loca.

          Es alto, guapo, cariñoso, muy inteligente, y está pasando por una de esas crisis que usamos los humanos para evolucionar en nuestras vidas. Adolescencia, creo que la llaman, así que hay que tenerle un poco de paciencia. 

          Vivimos juntos desde que lo conocí, y aunque sea un poco desordenado,  padezca hipoacusia selectiva, y trastorno de responsabilidad intermitente, es fácil la convivencia. Su beso por la mañana, de peor humor los lunes que los sábados, lo usa para medirse conmigo y llamarme enana, y de paso me saca la sonrisa, me sube las endorfinas , me sirve de antiarrugas...y me convence de que le prepare el desayuno. 

          Supe desde que le vi por primera vez, que es el hombre de mi vida, y cada vez se parece más a mi primer novio, da qué pensar...

          Hoy cumple 13, y la suerte de su padre, su hermana y mía, es enorme por tenerle. Brindo por esa suerte, y todas las que  vengan después. 

          Te queremos infinito, Daniel.

Que...venga.

          Darte cuenta de que llevas la camiseta del revés cuando hace rato que te vestiste en mi casa...es raro. De primero de infiel. Pero como no te terminaste el manual...y te has lucido... venga, te  espero cuando tengas excusa.

         Que me pidas que suba  a tu casa, pero cuando salga tu padre, aunque tengas 39, porque no entenderá  que estemos con tu novia...venga, me llamas cuando se vaya...

         Que se quede el colchón en el suelo del salón, porque te gusta más mi tanga a la luz de la tele...tiene su historia...pero que me des la vuelta para desabrochar mi sujetador y mi cuerpo...tiene... venga, llámame.

         Que sueñes lo mismo que yo, pero desde el sofá de tu casa...no tiene gracia,  pero
no me llames...ven.  Ya.

         Que me eches de menos...ya si eso me cuentas..., cari.

         

domingo, 25 de octubre de 2020

HASTA SIEMPRE, TITA.

             Hace meses que no escribo y me había prometido no hacerlo estando triste, pero es que ayer se nos fue la Mari, la chica de la carnicera de la Ganchosa, la hermana pequeña de mi madre y, como quiso que yo fuera la madrina del más pequeño de sus hijos, mi comadre. 

             Fue una mujer buena. Siempre. No se me ocurre forma  mejor de describirla y dudo que alguien esté en desacuerdo. Buena hija y hermana, buena esposa y madre amantísima de sus tres hijos, que la cuidaron con cariño inmenso hasta el último suspiro. Yo la quise muchísimo, y la recuerdo siempre en mi infancia. Eran la tita y los primos que estaban para todo, en lo bueno y en lo malo. 

             Creo que nunca fue consciente de que era guapa y capaz. Desde luego, nunca lo creyó, porque le podía la timidez, y sonreía con arrobo cuando no sabía bien que decir. Pero sí que sabía. Sabía lo que era bueno y lo que no, aunque a veces se equivocaba en el quién. Sabía cocinar mejor que su madre y sus hermanas, y cogerle el punto a los caracoles y al gazpacho. Sabía tejer a máquina: aún recuerdo un jersey que me hizo en blanco con gatitos rojos, y el trajecito rosa de su niña para la comunión de mi hermana. Sabía cultivar rosas. Sabía querer, y decirlo con los ojos. Sabía hacer el mundo más bonito y amable. Y eso es saber con mayúsculas.

             Se ha ido muy pronto, y casi sin avisar. Quizá no se acordó, porque su memoria llevaba tiempo distraída, y como la parca se encapricha con la gente buena, se la llevó ayer, a pesar de sus tres hijos a los que quiso por encima de todas las cosas, que le lloran con el desconsuelo con que se llora a una madre, a sabiendas de que no la van  perder, porque habría que olvidarla, y eso no va a pasar.

            Te echo de menos desde que te secuestró el Alzheimer y dejaste de ser tú, pero hoy duele más, porque no podemos despedirte como mereces. Aún así,  vete tranquila, que los que nos quedamos estaremos pendientes de tu Antonio, tu Isabel y tu David.

            Descansa en paz, tita Mari. Hoy mi llanto es por ti. 

            Que la tierra te sea leve.


 

miércoles, 6 de mayo de 2020

SALVAVIDAS

         ¿De  verdad que te vas a quedar con las ganas? 

         Es curioso que lo que admiras de  una persona puede ser el mayor escollo para tenerla cerca.

        ¿De verdad piensas que la vida es tan larga como para dejarla ir sin probar sus manos?

         Aunque hay manos que no necesitan tocarte, basta con que se muevan en tu dirección, que se te muestren abiertas, y se te ofrezcan. 

        ¿De verdad vas a dejar sin resolver ese asunto?

         Muchas tensiones se resuelven a tortas, otras a gritos y otras a besos o gemidos. Lo importante es que una vez resueltas, se sigue caminando, pero la carga que arrastrabas se vuelve  calorcito para tus adentros, y reconforta, y la vida es bella. Hablo desde la inmunidad de quien no tiene cadenas, que sabe que la  amistad no se estropea por eso, y que los besos que no has dado también se olvidan, pero sin que los disfrute nadie, desperdiciados, como un cura guapo y célibe.

         Que las ataduras de un compromiso son sagradas, si se juega a lo mismo, y que si sólo uno es el que da, queda exento de  devociones, dejando el compromiso en contrato.

         La vida da muchas vueltas, y si un día pasa, será un regalo a medias, tu secreto, tu salvavidas para seguir con la que tienes.

         ¿De verdad la vas a dejar con las ganas?



domingo, 26 de abril de 2020

EL ESTADO DE ALARMA DE MI ARRIATE

         Aprovechando una tregua de la lluvia y de la vida, me he acercado a mi arriate, mi modesta posesión terrenal transitoria, necesitada de un desbroce urgente para salvar algunas de las plantas.

         He tenido que cortar un montón de pensamientos, que tapaban los jacintos y amenazaban con engullir los lirios que  luchan por salir. He cortado las rosas muertas y he  buscado las malas hierbas entre los tréboles. No encontré ninguno de cuatro hojas, ni falta que me hace ahora, que disfruto de salud en tiempos de COVID,  trabajo, y encima cobro, y presumo  de que mis dos adolescentes confinados siguen sin dar guerra, a la par que mis viejitos, los tres, gozan de salud y cuidados.

         Preparaba un ramo  para mi mesita del salón con los pensamientos sobrantes, y se me vino a la cabeza  cierta analogía entre mi arriate y la situación social: los pensamientos que he cortado porque  proliferan sin control, amenazando el desarrollo del resto, serían las falacias y  amenazas agoreras que pululan en la prensa y las redes sociales, y envenenan el sentir de esta sociedad  agobiada, sin  dejar desarrollarse al resto de pensamientos, más pequeños, pero numerosos, menos agresivos y más silentes, pero que conforman el grueso , la mayoría del jardín. La misma mayoría discreta y paciente que votamos a la izquierda que nos gobierna. Cortar esos pensamientos y tenerlos controlados en el jarrón, visibles, pero controlados, me ha parecido una buena estrategia.


         Después pensé que las rosas ajadas y marchitas que corté podrían representar a los miles de ancianos fallecidos por nuestra negligencia, igual que mis rosales, desatendidos porque tuve otras prioridades. No volverá a pasar. Aunque sean los veteranos del arriate, y precisamente por eso, merecen igual o mayor atención que el resto.

         Las malas hierbas que arranqué de entre mis tréboles serían los indeseables insolidarios que se pasan las normas por el arco del triunfo y merecen el destierro al cubo de la basura. Me sentí cual policía en nuestras desoladas calles.

         Los niños están representados por todos los capullitos y brotes de cada una de las plantas, todos distintos e igualmente valiosos, pero cada uno en su mata, donde deben estar.

         Repartidos por todo el arriate tengo lirios, que están floreciendo todos a la par, coordinados, enhiestos, con la cabeza alta y con muchas ganas, aunque algunos tengan las hojas  lánguidas y caídas. Como los sanitarios: todos a la par, con determinación y la mayor eficacia posible, a pesar de las hojas tronchadas.

          Finalmente pensé que  mi trocito de  tierra  es un cúmulo desordenado de especies diferentes, que conviven con más o menos armonía, sujetas a las  mismas condiciones de clima, abonos y cuidados, y a merced de mis decisiones. Ellos son mi pueblo, y yo su gobierno. Ellos, variopintos, como los españoles, y yo, haciendo lo que considero  mejor para ellos, como el gobierno. Intento distribuir los  recursos y cuidados lo mejor que sé, pero tengo tanta experiencia en jardinería como el gobierno en pandemias, y a veces tengo que intervenir según las inclemencias del tiempo y las circunstancias, improvisando, consultando a expertos (Google y mis padres en mi caso), tratando de favorecer prioritariamente a quien  más lo necesite. De la misma forma, a veces, me equivoco, y se me secan algunas, crecen de menos, de más, o donde no deben.

         Y así estamos. Seguimos con predicción incierta de la chica del tiempo. A ver si pasan las borrascas...y nos abrazamos  sin miedo. 

#QUEDATE EN CASA.


viernes, 17 de abril de 2020

MANUEL EL DEL PANTANO

         Hoy se ha ido Manuel el del pantano. El Chorocha. Manolo. Para mí, el Tito Manolo.

         Era mayor, que pronto cumplía los 85, y la cabeza se le iba de cuando en cuando. Pero seguía cantando fandangos cuando le parecía, que era su forma de decir bonitas las cosas, de redondear las reuniones y de homenajear lo bueno de la vida.

         Vivió de norte a sur: nació extremeño, se crió ganchosero y vivió onubense. Crió cinco hijos con su Pura, y de criar ya sabía, que ayudó desde chico a sacar adelante a sus hermanos menores. No lo recuerdo parado salvo ya de muy mayor. Siempre de pie, siempre haciendo, siempre con la cabeza alta y las manos ocupadas. Y abiertas, como su casa. 

          Ay, su casa...somos ventitantos los sobrinos que recordamos allí los veranos, donde, cual milagro de los peces, se multiplicaban las camas y los platos para todo el que quisiera. El que haya disfrutado sus veranos de niño rodeado de primos de todas las edades, sabe lo que digo. 

          Al final de la tarde, cuando a él le parecía, nos repartía "la rata". Nunca supe el porqué del nombre, pero recuerdo su cara de satisfacción, teniéndonos a todos en ascuas, con una bolsa de chucherías que nos repartía a su criterio. La misma satisfacción que cuando llegaba con la canana vacía, la escopeta al hombro y el cinto lleno de conejos colgando.

          Y el genio, herencia de su madre, que sacaba a pasear para que temblaran paredes, cimientos y almas. Pero  que, al estilo de la estirpe, era como tormenta de primavera: igual que llega se va. Solía soltarlo cuando alguien hacía las cosas mal hechas, cuando jugaba al dominó, o con las trastadas de  alguno de los niños...Pero le podía el corazón. Tuvo sus luces y sus sombras, como todos, pero deja una familia compungida, con tantos hermanos, sobrinos, hijos y nietos, sinceramente dolientes, que muchos quisieran dejar  su misma huella al irse.

          Tuvo mala suerte al entrar y al salir de la vida. Entró  en un país en guerra y salió con el mismo en cuarentena y estado de alarma. Perteneció a esa generación que nos levantó a todos, y no pudimos ni despedirlo como se debe.

          Me sumo, con mis hermanos, al dolor de mis padres, que aunque el hermano de sangre fuera él, a mi madre la quería tanto o más. Y mando mi abrazo más sentido a mis primos y mi tía, que en la distancia, y a solas, cada uno en su confinamiento, le lloran. Estamos con vosotros, como siempre.

          Adiós, Tito. Si hay cielo, te estarán esperando para que les cantes fandangos. 

viernes, 10 de abril de 2020

SALUD Y TIEMPO

        Hoy es día de homenaje.

        Alzo la copa por mi mejor amiga, que tal día como hoy de hace años, tomó la decisión que le arregló el alma y el destino.

        Brindo  a la par por todos los valientes con redaños para cambiar las cosas que hacen daño, y condeno a quien las mantiene, a pesar del dolor del otro. 

        Celebro las sorpresas que da la vida, la risa que ya no esperabas, las mariposas que vuelven al estómago y el brillo de los ojos que no lloran.

        Aplaudo la magnificencia del cerebro que apaga los fuegos rencorosos, permitiendo que el devenir se abra camino, a pesar de los árboles quemados.

         Te celebro, te aplaudo y brindo por ti, amiga  que alza mi copa.

         ¡Salud y tiempo!

miércoles, 8 de abril de 2020

EL BICHO (CABRÓN)

           Este bicho es un cabrón. Con todas las letras. 

           Como médico, tengo una idea de cómo funcionan muchos de estos enemigos invisibles, soy consciente de lo que llegan a hacer, y del enorme trabajo  que hay detrás de los remedios encontrados para cada uno de ellos. Y éste, repito, es una cabra macho muy, muy grande. Sigo pensando que si fuera republicano, en vez de corona, no lo sería tanto...

           Llegó quién sabe de dónde, disfrazado de gripe, haciendo pensar a muchos, entre los que me incluyo, que se trataba de una virasis más, quizás con una morbi-mortalidad mayor de lo habitual, que nos iba a dar más trabajo que las de costumbre, y que nos obligaría a cuidar mucho a nuestros viejitos y a los inmunodeprimidos. Nada que un médico no pueda afrontar con coraje y dedicación. 

          Pero luego, el muy ladino, empezó a hacer cosas raras, y a descolocar a quienes lo combaten. Demasiado contagioso, demasiado esquivo, demasiado desconocido, demasiado imprevisible. Empezó a matar a gente que teóricamente no es grupo de riesgo, y los mata(nos mata) con muy mala baba, provocando unas neumonías casi silentes, muy difíciles de diagnosticar hasta que es imparable, que cursan con mucha gravedad, y que mata asfixiando. Pero es que, además, ahora sabemos que provoca daños cardíacos, renales, digestivos...y seguimos sumando. 

         Eso sí... no sabe el cornudo rabioso dónde se ha metido. Ha conseguido él solito poner de acuerdo a miles de millones de personas. No en todo, evidentemente, que los humanos  ante las crisis, nos deshumanizamos un poco, y algunos se despistan... Pero en general, filtrando un poco las noticias, y haciendo luz de gas a las mentes falsas o malintencionadas, nos encontramos con un drama enorme, globalizado, y con un frente de batalla singular, unido como nunca en la historia se vio: una corriente de colaboración y solidaridad como, al menos yo, nunca imaginé.

          No creo que haya existido ningún microorganismo en cuyo estudio se haya invertido tanto, a nivel económico y de esfuerzo científico, en tan poco tiempo y de forma tan colaborativa. Y eso va a tener recompensa de la buena.

          Este bicho nos va a cambiar  los conceptos y la forma de vida, como  después de una gran guerra, pero vamos a poder con él, y cuando pasen unos meses y meditemos con perspectiva lo que ahora estamos viviendo demasiado deprisa como para normalizarlo, pienso que tendremos los pies más cerca del suelo. La bofetada  nos va a espabilar. Pero para bien.

          Suerte a todos. Espero veros al final, y compartir un abrazo, también globalizado. 

          Salud y paciencia.

domingo, 5 de abril de 2020

HOMO POCOSAPIENS

           Hoy es Domingo de Ramos, aunque no parezca ni domingo. Es, además, el vigésimo primer día de confinamiento. Y el primero en el que me despierto con esa sensación de irrealidad que todos comentan. Supongo que  mantener  mi trabajo y sus horarios, me ancla a referencias temporo-espaciales  cercanas, y por eso he tardado en descolocarme. Rutina protectora.

           Tenía planes, como casi todos, para esta semana, y recordarlos, medio despierta aún,  me ha hecho dudar si es cierto que llevamos tres semanas  encerrados, con las puertas, las cabezas, los planes y las querencias clausuradas. Vacías las calles, las estaciones, las agendas y muchos bolsillos. Aplazadas citas, quedadas, bodas, ferias, procesiones, manifestaciones...velorios. Se quedan a medio empezar los negocios, los flirteos, los programas, las intenciones...Vetadas las visitas, los encuentros casuales, las rutinas sociales, los abrazos a los padres, a los amigos, a los amantes...si, a ti también.

            Parece irreal que el orden mundial establecido se haya enclaustrado en tan poco tiempo, y hayamos sido capaces de hacerlo. Y consecuentemente, se confirma la irracionalidad del homo pocosapiens. 

            Si hemos  sido capaces de deconstruir, cual cocido en restaurante modernito, el entramado social que arbitrariamente nos habíamos impuesto, ¿por qué no arreglamos el mundo  con la misma determinación?  Exacto: porque no nos pone en peligro a nosotros. Y mucho menos a los que deciden.

            A ver si toda esta ola de aplausos  balconeros, de solidaridad, de introspección familiar y personal, y ese espíritu de resistencia a la catástrofe globalizada en pro de un mundo mejor, no se nos olvida en los atascos del puente del 1 de mayo, o en el que sea que nos toque salir, y nos replanteamos el respeto a tantas cosas. A ver si cuando recuperemos la realidad, lo hacemos para mejor.

            Estamos saturados de información, de opiniones, de mentiras(*), que unido al dinamismo con que evoluciona el conocimiento real que tenemos del bicho(monárquico tenía que ser...), nos hace rumiar, escupir, y hasta vomitar sandeces. Fluctuamos en minutos desde la emoción sincera de los aplausos de las ocho, que a los sanitarios nos saca la sonrisa lacrimógena,  a la indignación por las pamplinas ponzoñosas que enarbolan desde uno y otro lado del espectro político. España si, pero ni la prensa ni los políticos están siendo Fuenteovejuna.

           A ver si dentro de unos meses, cuando acabe esta película de terror, honramos a los fallecidos, a los ancianos, a los arruinados, a los abandonados, a los luchadores, a los que cogieron las riendas, a los momentos perdidos y los soportados, al encierro de nuestros niños...a ver si demostramos que hemos aprendido algo y ésto termina como una historia de Disney, y no como las de Tarantino.

           Mientras tanto...salud, paciencia y templanza.


(*) Nada en contra de los anglicismos, pero la palabra mentira, incluso bulo, son más bonitas que fake.

domingo, 29 de marzo de 2020

FLASH BACK

          Hace tres meses, en Navidad, estuve revisando el estado de mis maletas, por si tenía que encargar alguna a los Reyes. Mis niños, desde hace unos años reciben algún detalle por parte de los Magos, y un viaje como regalo fundamental, y las maletas que tienen fueron el envoltorio de su  primer viaje, hace ya cuatro navidades.

           Este año tocaba Milán, coincidiendo con la fecha de un concierto  de Avril Lavigne, el 15 de marzo. El plan era pasar allí varios días, para visitar la ciudad. Teníamos  concertadas visitas guiadas, entradas al Duomo y la Scala,  ver La Última Cena...No contentos con ésto, porque mis hijos lo valen, también les trajeron entradas para el concierto en Sevilla de Guns and Roses.

          Puntería la de Melchor, Gaspar y Baltasar....

         Ahí no queda la cosa. Mi mes de marzo  apuntaba ser agotador. Hice una guardia el primer fin de semana porque el resto no podía. Una agenda complicada...del 13 al 16 en Milán, el 22, las bodas de oro de mis padres, y este fin de semana  a un congreso...en Madrid. ¡De órdago!

          Y aquí me ven. Bueno, me leen. 

          No voy a quejarme porque lo llevo bien. He terminado tres libros que tenía empezados, paso horas escribiendo y tengo Netflix. Ayer vi cuatro películas, lo que suelo ver en un mes. Y subo a tender a la azotea, y con eso me da el sol. Echo de menos millones a mis niños, que ahora están con su padre, pero las maravillas tecnológicas  me permiten ver cómo se  peina con los dedos mi hombrecito cuando abre la videollamada, y charlotear con mi princesa, que me recomienda series y me explica trucos informáticos, que para mí son como logaritmos neperianos derivados a la enésima potencia. Me llega su cariño, pero me falta su calorcito. No hay problema , que como dice el dicho...hambre que espera hartura, no es hambre ninguna...

          Lo del viaje tampoco  lo es. Los Reyes tenían los tickets, gestionaron  la devolución y andan planificando el cambio. Pero no dejo de pensar la enorme suerte que hemos tenido, de poder suspenderlo a tiempo. Si la epidemia en Italia hubiese comenzado 15 ó 20 días después, hubiéramos estado expuestos, sin saberlo y sin remedio, en pleno Milán. Lo habríamos repartido con la familia en la celebración de mis padres, y yo lo hubiera rematado  en Madrid. Así que este año, ya me ha tocado la lotería. Si terminamos  la pandemia sin ninguna baja conocida, doblemente. 

          Hoy me ha dado por dar marcha atrás en el calendario, un flash back de esos de las pelis, y pienso que quién podría haber imaginado este escenario. Porque la vida de las personas cambia  radicalmente en un segundo, generalmente por factores personales, o locales, pero esta situación ha puesto, en tres meses, el mundo entero boca abajo. Como en las historias apocalípticas  de ciencia ficción. Pero con demasiada ciencia y muy poca ficción.

          Quien hubiera imaginado, entonces, tres meses de confinamiento absoluto en una región de China, que se exportaría, como todo lo chino, al resto del mundo, y que a nadie se le ocurriría otra  forma de defensa. El terror, globalizado, por lo que aparentaba ser una gripe dura, pero que resulta matar más y peor, y se ceba con los ancianos. Quien imaginaba entonces tener que demostrar  con "salvoconductos" que vas a trabajar,  que nos dividieran en  personal esencial o no, como en la lista de Schlinder, que no podríamos visitar a nuestros padres, y que además sería por su bien. Carreteras cortadas,  fronteras  cerradas, aeropuertos  vacíos. Niños en casa, ¡todos los niños!... Clases  telemáticas, consultas médicas telefónicas, arrestos por salir....Ni Fallas, ni Feria, ni Semana Santa. Ni playas, ni parques ni terrazas. 

          Quien iba a imaginar, salvo los propios sanitarios, que llevamos años trabajando en nefastas  condiciones,  que uno de los mejores sistemas de salud del mundo estaba funcionando  exclusivamente por la excelencia de su personal, y ha hecho aguas en semanas por falta de medios. Que nos protegemos con bolsas de basura.

          Que si entonces me dicen que Sevilla, en primavera, iba a dar ejemplo de cordura vaciando sus calles, hubiera apostado mi mano derecha a que no.

          Me acongoja especialmente la soberbia propia y generalizada de pensar y defender que ésto no era para tanto. A la luz de la información que  nos llegaba, nos creímos superiores a un microorganismo, que nos está dando fuerte y flojo,  a diestro y siniestro. Siento mucho  haber asegurado a aquellos conocidos que confiaron en mi criterio médico, que esto era una sólo una gripe grave. Pero la única razón que encuentro para este estado  casi de sitio mundial, cuando la morbi-mortalidad es inferior a otras enfermedades  bien conocidas, es el miedo a lo desconocido, a no saber  qué va a pasar.

          Cuando la pesadilla termine, será tiempo de reflexión, de analizar las razones y sobre todo, las sinrazones. Habrá que juzgar  decisiones de instituciones internacionales y de nuestro propio gobierno, desbordado,  improvisando, errando y tratando de apagar fuegos...como todos los gobiernos.  También habrá que juzgar la actitud de la oposición, a la que no voy a calificar, como a todas las oposiciones. 

          Y por último, habrá que juzgar al pueblo, un ejemplo de comportamiento en general, pero con muchos particulares dignos del mayor oprobio y rechazo, por su absoluta insolidaridad y carencia de  valores. 

          Ya habrá tiempo de mirar atrás con templanza, de corregir y de planificar. De penalizarnos y de congratularnos. Ahora, encerrados en casa, parece que también encerremos nuestros cerebros y no veamos más allá. 

          Es tiempo de pelear por ti y por el vecino. Lo demás, como decía Scarlett "ya lo pensaré mañana..."

jueves, 26 de marzo de 2020

MENOS MAL...

         Menos mal que no me hiciste caso.

         Menos mal que nos sobran ganas, desde antes de esta cuarentena.

         Menos mal que vives cerca, y caminas sin ruido, y la poli pasa poco por las calles escasas que nos separan. Menos mal que nadie te vio, porque nadie hay en las ventanas chivatas. Menos mal que mis vecinos, mayores, saben que pueden llamar a mi puerta, que yo les abro. Menos mal que pensé que eras uno de ellos, y te abrí.

         Menos mal que aprovechaste mi  parálisis transitoria por la sorpresa para colarte dentro, sin tocar nada, con tus guantes y tu mascarilla de superhéroe, a juego contigo. Menos mal que, mientras te duchabas para protegerme de la posible ponzoña coronavírica de tu cuerpo adorado, me cuentas que has encargado pizza para dos...y claro, no me la voy a comer sola....

         Así que sales de mi baño, uniformado con la toalla más pequeña que había, y me atacas con la sonrisa que me sedujo el día que te acercaste. Hace siglos, milenios, que tus manos no cercaban mi cintura, y tus besos se han hecho querer más de lo que pensaba. Tu piel lo inunda todo. Sabes a chocolate con sal, y mis dedos peinan tu cuerpo mientras intento abarcarte. El encanto de los hombres grandes.

         Toda la prisa que te contaba hace un horas, todas las ganas de  sentirte dentro, pasan al segundo plano, porque ya tengo tus labios aquí, donde señalo, tus ojos de cerca, tus manos por todas partes, y tus piernas acariciando las mías. Tu toalla desapareció antes que mi ropa, pero ya estamos empatados.

         Que bien se vive entre tu cuerpo y que suerte que te guste tanto el mio.

         Siendo justos, no hace ni dos semanas de la última vez, pero cuando la ley seca te pilla justo en pleno enganche, el síndrome de abstinencia es tremendo. Doy fe. Y aquí estamos, rodando uno sobre el otro, Catando, lamiendo, mordiendo. Entrando, bajando, temblando. Susurrando, gimiendo, aplazando. Tus caderas controlan mi ritmo cardíaco, y las sábanas dicen que me voy a deshidratar. Menos mal que controlas los tiempos. Menos mal que me dosificas los placeres. Menos mal que has venido...

           Menos mal que suena el despertador, y así no tengo que reñirte  por saltarte el confinamiento, y acudir a mi casa con nocturnidad y alevosía, emulando a  Don Juan.

           Menos mal que vivo intensamente mis sueños. 

           Menos mal que nadie puede saber si ésto es cierto...

NO TE VAS...

          Hay que ver que no te vas...con el tiempo que hace que te fuiste.

          Es curioso como va cambiando el recuerdo de quien nos duele. En estos 8 años desde que te perdimos, he pasado de herida lancinante cada vez que te nombraba, a sonrisa serena recordando  tus cosas, atravesando todos los grados de pena, rabia, nostalgia... Y toda la gama de dolor. 

          A día de hoy puedo afirmar que no te olvidaré nunca, que te tengo presente muy a menudo, y que lo seguiré haciendo. Que tengo clara la importancia de tu breve vida en  la mía y la de mis hijos, y sobre todo, la enorme pérdida que supuso. 

           Las cosas hubieran sido más fáciles en los últimos años contigo cerca. La vida entera sería mucho más fácil. Y yo no tendría, en días como hoy, este nudito en la garganta y la lágrima fácil con tus fotos, donde sonríes con los ojos, pero no te mueves, ni te oigo, ni te  abrazo...

           Suerte grande la mía, de que me hayas querido. Y de que no te vayas.

miércoles, 25 de marzo de 2020

A TORO PASADO

         Escribo este miércoles, segundo de la cuarentena, desde el hastío. Y llevamos 10 días. 

         Mi disgusto no es por el confinamiento . Lo llevo bastante bien, porque siendo médico entiendo perfectamente su valor, y porque no soy persona que se aburra sola.  Conservo mi trabajo, que me permite estar tranquila porque podré comer y pagar mis deudas el mes que viene (salvo catástrofe),manteniendo la rutina de vestirme todos los días para salir a la calle, aunque sea sólo el trayecto a mi centro de salud. Parece una tontería, pero hay personas muy inquietas y con problemas psíquicos que lo están pasando fatal.

          Mi tedio se debe a la sobredosis de desinformación, de mentiras, de opiniones malintencionadas, de los buitres informativos que manipulan a las masas en su momento más sensible, usando técnicas propagandísticas bélicas. Medias verdades, desinformación y bulos, de derecha a izquierda y viceversa, derramando angustia, crispación y alarma sobre la población en pleno terremoto.

          No fomentemos el caos y el pánico, por favor.

          No voy  ponerme de lado, por supuesto. Todo el que me lea sabe que soy de izquierdas, y, evidentemente, voté a la posibilidad de un gobierno tal, y me alegro de haberlo conseguido. Pero no voy a defender que es el ideal y que lo están haciendo bien. Claro que no. Han cometido errores garrafales, y de sus decisiones dependen la vida o muerte de muchos. Pero prefiero una gestión de izquierdas  en situaciones en las que dependemos del acceso universal  e igualitario a ciertos servicios. Serán mis ideales, pero me dan más confianza. 

          Claro que hacen poco, insuficiente y a destiempo. Yo tengo contadas las mascarillas y no tengo EPI. Soy consciente sin remedio. Pero no creo que nadie quisiera estar en el pellejo del gobierno hoy en día. Ni siquiera los que peleaban por sus sillones. Tienen una responsabilidad ingente, y la tarea, encomendada por la mayoría, les supera. Aprovecho para recordar que están ahí porque los votamos, pese a quien pese, y eso merece respeto. Y cada error, cada fallecido de más, cada penuria del personal esencial, y de cada familia, va a pesar sobre sus conciencias. En el pecado llevan su penitencia, que de eso no se libra nadie. Igual que nadie, en ningún país del mundo, estaba preparado para gestionar algo así. Estamos improvisando  todos, desde Sánchez a Trump, desde China a Méjico, desde Italia a Rusia. Cada cual  comete sus fallos y maneja sus medios con mejor o peor acierto. Pero repito que prefiero los errores de Sánchez e Iglesias a los de Trump o Johnson. O sus afines.

          Lo único que pido, desde la trinchera de este problema,  es bajar el umbral de conflicto. Vamos a sumar. Vamos a hablar de lo que se hace bien.  Ya habrá tiempo, a toro pasado, de reclamar, de analizar y de exigir responsabilidades. Y de que los responsables paguen sus culpas. Todos. Por todo y por todos. Pero vamos a calmarnos, que eso también es patriotismo de bandera. 

martes, 24 de marzo de 2020

DE QUICIO P'ADENTRO.

             Señoras, señores: el centro de Sevilla suena a calle de pueblo serrano en un día frío de invierno, a las cinco de la tarde.

              Ni un alma en sus calles, y ni siquiera el viento se atreve a dar las buenas tardes. Apenas el zureo de las palomas en la parte de atrás del convento al que da mi ventana. Ni la lluvia suena. Silencio de calle de cementerio.

              Sería espeluznante contemplar la mitad de la Giralda que me regala mi azotea en completo silencio, si no fuera por sus razones. Sevilla, la ciudad más orgullosa de la vida de sus calles, se priva voluntaria y disciplinadamente de su cielo, de su olor a azahar, de su color especial y de su luz.  Se guardan los capirotes, los costales y las flores, con la pena de no sacarlos este año, a nueve días del viernes de Dolores. Y al doblar las mantillas en el cajón, no se piensa, como otros años, en ir planchando volantes y buscar los avíos de flamenca, ni las flores para la caseta. Este año, no.

               Porque  su gente se ha guardado las ganas de fiestas de primavera, y las ha cambiado por coraje.  El que hace falta para quedarse de quicio p'adentro, con niños y abuelos, y lo que haga falta, y salir sólo a por el pan, el de la mesa y el de pagar las cuentas, aquellos que tenemos la suerte de no haberlo perdido. El valor necesario para evitar la tentación de sus calles, porque lo merecen la salud propia y la de los vecinos.  Sevilla se vuelve Fuenteovejuna.

              Hasta parece que la primavera, que tan bien la trata, se apiada de nosotros y se  nubla, se retrasa unos días, para que no nos dé tanta pena el confinamiento.

              Así señoras y señores, se porta Sevilla. 

domingo, 22 de marzo de 2020

BODAS DE ORO EN CUARENTENA

                Hoy hace 50 años de esta foto. También fue domingo, pero de Ramos. Y también llovió el día antes. Yo no me puedo acordar, porque no fui a la primera boda de mis padres, pero hoy, que íbamos a celebrar la segunda, no puedo darles ni un beso. No importa. Ellos saben cómo los quiero y con qué ganas los voy a abrazar en cuanto la guerra termine. 

                 Con estas letras quiero hacerles llegar  un poquito de ternura, que sientan la penita que lo agridulce de este día nos provoca a sus hijos, sus yernos y sus nietos. Digo agridulce porque nos alegramos sobremanera de vivir con ellos este día, pero nos apena que lo  vayamos a celebrar de una forma muy diferente a la prevista, cada cual en su casa, y vosotros en la de todos, pero solos.

                 Hablo en mi nombre, pero seguro que mis hermanos hacen suyas mis palabras cuando os digo, Papá y Mamá, que sois unos padres excepcionales, que vuestro matrimonio, imperfecto como todos, es para nosotros motivo de orgullo, y que al margen de todas las cosas que habéis vivido y construido en común, tenéis tres hijos que presumen de sus padres. Y eso es una proeza, creedme.

                 Por eso, todo lo que tenía pensado escribiros  para celebrar vuestra vida en común, lo dejo para más adelante, para el día en que podamos hacerlo como es debido, con sonrisas, besos y  achuchones, porque aquí hay padres y abuelos para rato.

                 Así que cuidaros ahora, y celebradlo hoy sin nosotros, como aquel primer día en común, con un amor maduro, y, a diferencia de aquel veintidós de marzo, con más recuerdos que sueños. Espero que hayáis cumplido muchos. 

                Así que muchas felicidades. Tenemos pendiente  la fiesta. Y los besos.

domingo, 1 de marzo de 2020

MARZO

         Marzo es un mes de decisiones, de puntos y apartes, de finales y comienzos, de primaveras de mi alma. Si la tengo, y resulta que no es esa parte del cerebro que no uso conscientemente....

         En marzo he soltado, he abandonado, he olvidado y he quemado afectos podridos. En marzo me he prendado, he deseado, he comenzado y he decidido. En marzo me quiero mucho.

         Este marzo, también. Desde este simbólico púlpito, os anuncio las nuevas, buenas y malas...

         Tengo tres amores eternos. Dos los parí yo, y el otro mi madre. El resto de amores que gozo, los disfruto cada vez que puedo, que no son pocas, y por eso me brillan los ojos.

         Cuento con amigos de los buenos, y lo hago con la mano izquierda, la del corazón, y me sobran dedos, pero para que puedan llegar más. Con la mano derecha, la de escribir, añado, tacho, borro y corrijo la lista de amigas, aunque casi siempre me faltan dedos.  Hoy hubo bajas. Será la primavera.

         Se avecinan cambios en mi cuerpo, en mi pelo, en mi vida, y si salen todos bien, la sonrisa y la ausencia de botox, me van a arrugar la cara. Impaciente estoy.

         Y como colofón, declaro perdonados mis errores, y prescrito el periodo de alegaciones de las culpas de los otros, que desde hoy, tienen negado el indulto, por no haberse tramitado los pliegos de descargo de las faltas, en tiempo y forma. Sin acritud, que soy de olvido fácil..

         Si la vida tiene a bien seguir mimándome, bendita sea. Lo agradeceré compartiendo. Si le place castigarme, solo pido que no salpique a mis hijos.

         Y una vez auditadas  mis cuentas, queda inaugurado el resto de mi vida. Larga e interesante, espero. 

         ¿Te vienes?



miércoles, 22 de enero de 2020

A VER QUÉ SUENA...

         Ni que decir tiene, que el tiempo que éste nuestro nuevo gobierno de izquierdas dure, lo voy a disfrutar como los matrimonios antiguos: para lo bueno y para lo malo.  Digo lo que dure, porque  aunque  me gusten las utopías, y sueño del lado izquierdo, sin verme  aún de rojo intenso, no me falta el raciocinio  justo que la educación, la lectura y mi edad me permitieron acervar, y su peso me ancla los pies a la tierra. Pedro y Pablo, como los apóstoles y los Picapiedra, no son para este mundo. Bueno, discrepo de mí misma. Sí que lo son, pero no lo van a tener fácil.

           Lo único que sostiene este loable y tardío invento izquierdoso es la ilusión de millones de votantes, porque tienen todo el contexto en contra. Pero ese único es mayúsculo, porque  mana de la voluntad de una mayoría del pueblo, de la ilusión de los que  primamos la filosofía de izquierda, la de que no  todos somos iguales, pero sí que debemos tener los mismos derechos y oportunidades. 

           Pues bien, una vez sacudido el aturdimiento, asimilando que es real y que sí se puede, toca disfrutar y vivir este proceso. Repito, dure lo que dure, pero nadie me quitará poder recordar que una vez, contra todo pronóstico, España intentó girar a la izquierda. 

           Eso si, como salga bien....soy capaz de jurar bandera.

           Decía lo de  para lo bueno y lo malo, porque igual que me alegra el desayuno el goteo de posibles, de planes, de proyectos y afanes que el gobierno va dejando caer, apechugo con las salidas de tono, las burradas y las vueltas al NO&DO, al blanco y negro, que rezuman las declaraciones de la envilecida extrema oposición. A ellos, que tanto gustan de la tauromaquia, vamos a tener que torearlos fino, que huelen el miedo y cornean buscando las femorales.

            Es el contrasentido y lo peligroso de esta situación, que las buenas intenciones van a lidiar con malas formas, con puñaladas traperas. Si la clase política de uno y otro lado, y aquí reparto para ambos, es capaz de demostrar que de verdad la tienen (la clase), puede ser un periodo fascinante, de aprendizaje  y de participación de todos, con buen  o mal final, pero del que nazca un concepto de política útil y racional, por y para la ciudadanía. Afanándose cada cual en conseguir su  objetivo, claro, pero respetando las normas, las personas y las instituciones. Que mucho hablar de reformar la Constitución, cuando  hay que empezar reformando la política. 

            Pero me temo, viendo como amanece la legislatura, que terminaremos asqueados, enterrados en basura vomitada sobre nosotros los ciudadanos, en forma de antidebates, de broncas, de barullos...de ruido. De mucho  ruido. 

            Y el ruido no deja oír la música, como estrategia de los cobardes sin argumento. 

            Ahí lo dejo. A ver qué suena.

martes, 7 de enero de 2020

2020

       Hoy comienza, de facto, el 2020. 

       A pesar de ser martes, y siete, es el primer día laborable después de los fastos navideños, y toca ponerse las pilas para volver a la curiosamente imprevisible rutina. La vida nos dé sorpresas...amén.

       Parto en mi reflexión inaugural del año, de la reflexión final del 2019,  que recordaré con sonrisa gorda. Me trajo salud para mis niños, mis padres y para mí. Mejoras en el trabajo, más cerca y con compañeros que no hacen sino enriquecer mi tarea con su presencia. 

       He conocido personas buenas, divertidas, y algunas geniales,  no he perdido ningún amigo de verdad y recuperé a uno de corazón. He querido y me han querido, en cuerpo y alma, bien repartidos. He reído mucho más que llorado, y cuando lo hice sola fue porque así lo quise.

       He viajado y he vivido con mis hijos grandes momentos, el mejor regalo que puedo hacernos a los tres, porque sus alegrías me arrugan la cara a base de sonrisas (Roma, Ibiza, Bon Jovi...besos a millones).

       He aprendido mucho de las pasiones y las miserias humanas, de las verdades del mundo, y de mí. Madurar, creo que le llaman, pero este año no he pagado tanto a cambio. He sabido de verdades que me liberaron el alma, y de mentiras que me devolvieron la cordura. 

       Todo eso me hace entrar con el pie derecho, la cabeza alta, la mano tendida y el corazón alerta en el 2020, a pesar del SAS, de VOX, de Trump, del cambio climático, de los intolerantes, de la hipoteca, de la perimenopausia, de los torpes, de los malvados, de ti y de los otros. Porque mientras conserve mi salud y la de los míos, mis ganas de trabajar, las verdades, los secretos, las manos adecuadas, los brazos abiertos, y la suerte de mi parte, seguiré dando gracias a la vida. 

       Disfruten, amigos, los que se alegren del brillo de mis ojos, y  a los que no...que se les seque la yerbabuena. 

Feliz 2020.

P.D: Y para colmo, estrenamos gobierno de izquierdas...