jueves, 31 de enero de 2013

DE CONTRATOS Y DE BESOS

              Hoy hace diez años que firmamos un contrato, que nos obliga voluntariamente, a ser compañeros de vida. Ese día firmamos el papel, porque el compromiso lo habíamos sellado con besos en nuestros cueros, varios años antes, solos tú y yo.

              No nos juramos amor eterno, ni devota fidelidad, ni pertenencia de las almas y los cuerpos. Hace  tiempo que decidimos no prometer lo absoluto, y por eso no conozco mayor libertad que pertenecerte.


             Mi intención de cada mañana, al despertar a tu lado, sigue siendo la misma: quererte el día entero, y seguir queriéndote al siguiente. Y así, hasta viejitos, si las mareas, las olas de la vida, no se llevan a ninguno por delante. 


            Aquel 31 de enero, lo celebramos con los nuestros, a la manera convencional.  Y hoy lo celebraremos tú y yo, a la manera nuestra. No porque la fecha sea importante, sino porque nos sigue importando celebrar juntos nuestras fechas...Redundante la intención, también.


            Tengo claro lo que quiero regalarte, pero tendré que volver a posponerlo. Tú sabes, los posibles se nos escapan...


            Pero voy a darte lo de todos los años: la garantía de que mi casa está donde tú vivas, que mi cama es mi paraíso porque es la tuya, y que quiero que, cuando nuestras cabezas olviden los recuerdos, seamos uno la memoria del otro, por si confundimos los nombres de nuestros nietos.


            Me felicito por quererte tanto. Hoy también.

miércoles, 30 de enero de 2013

RECICLAJE EMOCIONAL

            Desde que llegó  a casa, noté su mirada distinta.
            Había podido escaparse del trabajo a una hora decente. Aún así, el cansancio se asomaba a sus ojeras, y la tensión mantenida, podría ocultársela a los demás, pero su cara no tiene secretos para mí. No había sido un buen día...

             Aún llegando extenuado, soporta con una sonrisa que nuestro cafrecito  se le suba encima dando un salto en sus costillas, y que nuestra princesa  le reclame mimos, a cambio de pequeñas confesiones. Claro que tienen un arma secreta: le dicen "Papi,  te quiero...", y el oficio de la madre de su jefe, deja de importar...Un rato de besitos, buenas noches y a dormir, que mañana hay cole.

            Cena ligera, para contarnos el día. Diez minutos de película me bastan para asumir que no puedo más, así que le beso, con la cara de "no tardes mucho en subir", y me retiro. Apenas empieza a calentarse mi lado de la cama cuando le oigo.

          Duermo  en tirantas, y eso hace que, cuando su pijama me abraza  bajo el edredón, me sienta aún mas pequeña. Y cuando me besa, prisionera bajo su cuerpo, mis brazos y mis piernas se quedan  escasos para acariciar tanto hombre.

          Anoche me abrazó con fuerza. No con fuerza tierna, sino furiosa. Se le escapaba por los ojos la necesidad de convertir su enfado con el mundo, en besos para mí. Anoche inventó el reciclaje emocional. Procesamos el cansancio, la ira y la frustración, sometiéndolos a pura tensión sexual, y obtuvimos  besos, caricias y placer, listos para fabricar toneladas de biosatisfacción, totalmente ecológica, sin aditivos. Solo piel y ganas.

           Contesté a su abrazo dándome la vuelta, replicando a su deseo con la misma disposición. Besos sabiamente administrados, calculando las necesidades del otro, mientras nuestras manos desnudaban el cuerpo  contrario, que la costumbre no es siempre monotonía, sino que ofrece la oportunidad de saltarse algunos pasos, cuando las ganas aprietan. Anoche, las suyas me llevaban ventaja.

           Rechazó con firmeza mi conato de recital de caricias, sujetando mis muñecas, mientras su boca me dejaba claro que lo quería todo, mucho, y ya. Cuando conoces  los besos del otro, tanto como nos conocemos, sobra pedir permiso. Sabe que puede usar mi cuerpo para congraciarse con el universo, si quiere, porque es el amante más generoso que puedo imaginar. Si decide usarme, habrá fiesta entre mis piernas, porque nunca se lleva nada sin dejarme de más...

           Me recorrió la espalda, de la nuca a los tobillos, rastrillando las veredas con su barba. Amasó mis nalgas,  mis muslos y mis  hombros, y todo lo que aparentara ser colinas que conquistar. Dejó marcadas las fuentes y los recovecos, a base de apretar  las caricias, de pellizcar los abrazos, de arañar las cosquillas...Lamió y reconfortó a besos mi cuerpo y mi alma, y me regaló lo malo y lo bueno de su  día.

           Y cuando supo que no quedaba en mí rastro de soledad, desamparo, tristeza, que no me quedaban sombras, vació las que le torturaban a él. 

          Que dulce duermes, cuando sabes que, quien te abraza, te ha estado guardando los besos todo el día. Que bien sienta reciclar la basura que nos hacen tragar a diario...

sábado, 26 de enero de 2013

BARRICADAS Y ESCARAPELAS

         Ayer disfruté "Los Miserables". Más de dos horas y media de musical que no cansa. Ahí es ná. Me emocionó realmente. Una versión genial de la obra.

        Pero no es de eso de lo que quiero hablar, sino de la inquietante sensación de analogía con la situación actual. 

        Salvando las distancias históricas, aquel malogrado brote de insurrección, llamó a las barricadas a unos pocos de miles de parias, que soportaban desde hacía años las miserables consecuencias de una sociedad con sólo dos clases sociales, y un abismo de posibles entre ellas. 

        El progresivo desmoronamiento de la clase media en la que yo, por ahora, me ubico, empieza a generar un preocupante vértigo, una sensación de impotencia, de caída en picado, de olor a miseria social....que asusta. 

        Las insurrecciones, las brabuconadas y los atentados sangrientos, nos parecen  cosa de las noticias, propias de otros. Eso sólo ocurre en repúblicas bananeras, donde son pan de cada día los motines carcelarios, por ejemplo. Ocurre en países subsaharianos, donde la historia se quedó anclada hace un par de siglos. Es es cosa de bárbaros, de sharía...

         Pero ¿cuanto sacrificio, dolor, y penurias está dispuesto a soportar un españolito cualquiera, al que se le cortan poco a poco las alas, hasta dejarlo sin manos, sin brazos, sin piernas, con los que ganar el sustento de su familia? Y eso, mientras ve engordar las arcas de los burgueses, de los banqueros y empresarios, a costa de los impuestos que paga él.  Porque, además, si no paga, será perseguido por la ley, cosa que no ocurre a los ricos. 

          La justicia no es paritaria, ni gratuita, y robar  pan tiene mayor condena que robar millones. El que no trabaja, no come. Nos quieren arrebatar el derecho a la salud, de modo que no tendremos enfermedades leves o graves, sino caras o de precios populares....La educación no dependerá de  tus capacidades, sino de la capacidad de la cuenta de tus padres.La Monarquía goza de privilegios incompatibles con la igualdad que defiende nuestra Constitución.

         Demasiadas similitudes con la Francia del XIX.

         ¿Dónde seré yo capaz de llegar para proteger a mi Cossette? Si peligra el pan, o la salud de mis hijos, ¿a qué seré capaz de recurrir ?. Yo no tengo melena que vender, y ya no cotizan...

          Obviamente, nuestra evolución social hace complicado que recurramos a la barbarie y las barricadas, pero imagino que si hubiera un líder, alguien a quien seguir, se levantarían barricadas de protesta, manifestaciones, balas  en forma de iniciativas sociales, que acabasen con la opresión a la que se somete a la clase media.

         Basta ya de humillación.

         Vuelvo a pedir una voz, un guía. Alguien que entone el himno revolucionario.¿No somos capaces de inventar soluciones? ¿No hay un solo partido que nos ilusione?

         Porque yo, que me sonreía ante las arengas cuasiantisociales del idealista que duerme conmigo, estoy empezando  a coser escarapelas. Yo, como tantos, sólo espero la señal...

jueves, 24 de enero de 2013

LA OPORTUNIDAD DEL DESPIDO.

                 Hoy he leído un artículo en el que se reflexionaba sobre la vida tras el despido laboral. 

                 Hablaba de un libro recién publicado, que trata sobre el tema, poniendo ejemplos de casuística desigual, para llegar a una conclusión:  que el despido te ofrece una oportunidad de oro para  reflexionar, para meditar sobre uno mismo y volver a tus orígenes, para recuperar los valores de tus mayores. (No he destripado yo el  final del libro, lo pone en el artículo...). 

                Y me ha indignado. Yo, es que soy de indignación fácil...

                Lo cuenta como si al despedirte, tuvieras la posibilidad de dedicarte a la vida contemplativa, a razonar sobre tus objetivos y tus logros, sobre lo que has hecho bien o no. Habla de que tu mente se abre, y se da cuenta de lo importante que es la familia, los amigos, y lo falseados que tenemos los valores, dando preferencia, en nuestros intereses, al trabajo y los logros materiales. 

               Muy bonito. Lo firmo ya. 

               Lástima que la cuantía del despido que le corresponde hoy a cualquier trabajador, no dé más que para terminar ese mes un poco más desahogado que con la nómina. Lástima que la mayoría de los despedidos cobren una prestación por desempleo irrisoria, porque en sus contratos se consigna una cotización muy por debajo de su sueldo. Sin embargo, la hipoteca, los recibos de la luz y del agua, los impuestos, la gasolina y la costumbre de comer a diario de su familia, no bajan de nivel. Lástima que esa mayoría, lejos de relajarse y disfrutar de su recién adquirida condición de desempleado, no sepa ver el lado positivo al pedir el saldo en el cajero: como no tienes dinero, no tienes que preocuparte de en qué gastarlo.

                 Por supuesto que el despido te hace plantearte tus valores, y retrotraerte a tus orígenes, y recordar la forma de vida que llevaban tus padres, por lo general, más sencilla que la tuya. Porque se nos acostumbró a que los hijos podríamos aspirar a vivir mejor que nuestros padres. Pero estas valoraciones no te llevan a pensamientos positivos, ni a visiones coloristas del futuro.Te hacen pensar que vas a tener que recordar, y poner en práctica, los trucos de tu madre para llenar la olla con un presupuesto imposible, para alargar la vida de la ropa. Esas argucias, que te contaban como anécdota, y nos dejaban la misma expresión que a nuestros hijos cuando les hablamos de la tele en blanco y negro, ya no nos parecen tan divertidas.

                 No necesitas perder el trabajo para saber que el tiempo con los tuyos es lo que de verdad importa, y de que un rato con tus hijos, o tu pareja, no tiene precio. Eso lo piensas también trabajando. Mucho.

                 Lo malo es que vivimos en un mundo en el que adoptamos ideales engañosos como el sueño americano, y nos damos de bruces con la realidad europea. 

                 Ese libro, tiene un sesgo enorme de selección al buscar los ejemplos sobre los que habla. Olvidaron hablar de la mayoría. De esa mayoría que afrontamos el despido como el borde de un precipicio, en el que te sujetan el sueldo de tu pareja, o la pensión de tus padres, o las chapuzas sumergidas. Y esos asideros no son de titanio. 

                 Igual si no estuviera nublado, ni hiciera frío, si estuviera en mi consulta,  si el teléfono sonara de vez en cuando para ofrecerme trabajo, podría apreciar el exceso de tiempo libre que tengo para crecer como persona.

                 Quizás...

miércoles, 23 de enero de 2013

MI HOMBRE PERFECTO

       Cariño, ¿alguna vez te he hablado de mi hombre perfecto?

        Si hombre, si...Mi hombre perfecto debe andar por ahí, buscándome. Porque tiene muy buen gusto...Es perfecto...

        Es alto, moreno, con unos ojos verdes de esos que te aflojan las piernas. Atlético, pero sin exagerar, que no venga en relieve...Fuerte, que me coja en brazos sin inmutarse, cuando me duela el cuello de besarle hacia arriba.
Labios suaves, y una sonrisa de esas de medio lado, que dejan adivinar lo que piensa...

         Besa de mil formas diferentes, y besa mucho. 

        Las manos bonitas, ni grandes, ni pequeñas, de la talla de mis senos, y expertas en caricias exploradoras.

        Piernas torneadas, duras, donde anclarme cuando las sienta rodeando mis caderas, y que se junten con la espalda con las curvas justas, que ya no da igual  que un hombre tenga el culo feo.

         Obviamente, el tamaño importa. Quien diga que no, es porque su pareja la tiene pequeña (esto es una maldad...). Mi hombre perfecto, la tiene grande, tirando a grandota....con cuatro habitaciones, jardín y piscina.

          Es encantador con mis padres, y su familia me adora. 

         Rico, sin llegar a lo de Grey, que les da por las excentricidades. Le gusta leer y el teatro de Lorca. Y salir conmigo a cenar. Le encantan las mujeres de buen comer y beber. Y cocina. Mejor, cocina muy bien. 

          Bailará  en todas las bodas y saltará conmigo en los conciertos de Dios...Y no comenta cuando conduzco.

          Más que romántico, cariñoso, y nunca siento que no le importo, aunque no me atosiga. 

         Me hace el amor con todos sus plazos...me seduce, me regala, me repite...y me acurruca en el después. A veces, me despierta de madrugada, para seguir...Y le gusta dormir abrazado a mi espalda.

         Hace unos niños geniales, y es un padre ejemplar

         Va a ser compañero ideal cuando los cuerpos no nos sigan, y vayamos cumpliendo etapas. Y siempre parecerá mayor que yo.

         Si le ves, dile donde estoy,  pero sin insistir. Porque desde que te conozco,... ya no tengo prisa por encontrarlo.

martes, 22 de enero de 2013

PASOS PARA OLVIDARTE

         Me estoy dando cuenta de lo fácil que resulta olvidar.

         Me lo has enseñado tú, no sé si con intención. Lo comento para reconocer tu maestría destripando ilusiones...

         El primer paso es decidirlo. Tu indiferencia me motiva de sobra.

         El segundo, cerrar los ojos, los oídos y cualquier tipo de tecla. La exposición al estímulo atenúa la dependencia, luego entonces, la abstinencia es la clave para la deshabituación. Esta técnica es unidireccional, porque no hay peligro de que tú me busques. 

           Y el tercero, clavarme una uña en la mano, cada vez que tu recuerdo me importune. 

           Con eso, y un reloj de hielo, que deja pasar las caricias sin usar, te vengo dejando de querer desde hace meses. 

           Calculo que me olvidaré de comunicártelo en un millón de besos perdidos.

lunes, 21 de enero de 2013

¿DE QUÉ SE RÍEN LAS HIENAS?

              ¿"Que cada palo aguante su vela"? ...

              Señora mía, entre su desafortunada declaración (una más) y la de su compañera, la Vicehiena, diciendo que la Ley de desahucios nos"reconoce el derecho a fracasar", se están ustedes ganando el cielo.

              El cielo, o un un mar de hostias. Todo depende de lo cerca que le pille cualquier padre de familia (o madre, que en el afán de hostiar, hay paridad), al que sus declaraciones escuezan.
 
             Ciertamente, son ustedes  comparables a las hienas, que  ríen mientras  se alimentan de carroña y de muerte, y nadie sabe por qué lo hacen. Ustedes si. 

             Ustedes le están dando la vuelta a la frase aquella de "La mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo". Ustedes practican  "El sinvergüenza, además se serlo, debe parecerlo". 

            Cuando uno yerra, pide disculpas, o se oculta y reza. Pero ustedes alardean zafiamente de sus desmanes. Ustedes han perdido el respeto al pueblo, tratándolo cual caciques, que además de pisar, humillan. Y el pueblo tiene un aguante que parece ilimitado, pero no lo es.

             Yo no les he votado nunca. Creo que si el obrero y el banquero votan al mismo partido, uno se equivoca, y no es el banquero. Asumí cuando ganaron, que vendrían tiempos difíciles para las libertades y para los trabajadores, igual que reconozco los fallos de "el otro partido", el mío. Lo que no puedo asumir es el trato vejatorio al que nos someten. 

             Defiendo que el último recurso es la violencia, y el único medio de resolver conflictos que reconozco, son los tribunales. Pero están ustedes jugando con fuego, y no van a parar hasta que se quemen. Lo malo es que no arderán solos.


Fdo: Estupefacta Indignada Harta.

sábado, 19 de enero de 2013

DESDE MI ALMOHADA

         Uno de los momentos lujosos de mi vida es mirarte desde mi almohada. 
Abrir los ojos y ver tus párpados, cuando todavía no han inaugurado el día. Tus labios suaves, apenas entreabiertos, amenazando ronquido que te despierte, merecen ser mordidos como anoche.

            Qué torpeza la tuya, que tapas tu frío con pijamas, y hasta calcetines, cuando tienes mis piernas, y mi cuerpo entero, para calentarte.

            Qué dicha tu  reclamo entre desperezos, que me acurruca en el nido de tu abrazo, para que te despierte a besos mientras mi mano disfruta tu pecho.

            Cualquier día, tu necesidad de mí igualará mi deseo, y nuestra habitación será el único mundo que ansíes. 

            Algún día, sentirás como yo, y entenderás la punzada y la mirada que se me pierde en la lejanía, por no reclamarle a tus ojos lo que deberías regalarme.  Hasta entonces, seguiré acariciándote mientras duermes, acumulando caricias que sólo yo conozco, y mirando como despiertas.

lunes, 14 de enero de 2013

APESTA

                      No tengo ni idea de política internacional, y se me escapa mucho sobre Geografía e Historia, pero últimamente le doy vueltas a un tema que apesta.

                     Malí es uno de esos países africanos que sé que existen por mi profesor de sociales,  y por Kanuté, pero que no  era capaz de situar en el mapa antes de que nos repitieran las noticias sobre su conflicto.

                      Me parece fantástico que las tropas internacionales, y las organizaciones mundiales mediante las cuales, supuestamente, nos ayudamos unos a otros para no destrozar la humanidad, se hayan puesto las pilas para intervenir en Malí, para intentar imponer la paz, expresión bastante contradictoria, dicho sea de paso..., aunque sea tarde, como siempre, y aunque el motivo sea el de ordinario: expoliar al débil. Oro y uranio son las razones humanitarias para evitar que los talibanes controlen Malí.

                     Es evidente que, sin interés económico, ningún país interviene militarmente en otro. A los hechos me remito. Incluso cuando no los tiene, si apoya a las fuerzas internacionales, es en interés patrio, para asegurarse el respaldo cuando lo necesite. 

                    También entiendo que intervenir Siria  tiene todas las papeletas para un conflicto nuclear. Supuestamente también las tenía la Guerra del Golfo, pero el petróleo de Siria no es tan abundante, que a veces apenas da para autoconsumo. Por lo tanto, no genera razones humanitarias para intervenir.

                    No entiendo, como la mayoría, que estemos dejando masacrar de la forma más salvaje e inhumana posible a la población  siria.  ¿Somos capaces de llegar a Marte, de encontrar a Bin Laden, y no podemos detener a Bashar al Assad?
Disculpen que no me lo crea.

                    Supongo que dentro de unos años, reverenciaremos los monumentos fúnebres a sus caídos, con el mismo sentimiento grave con el que bajamos la cabeza en los homenajes a los judíos masacrados.  Pero ahora no nos compensa, no nos conviene  evitar que, mientras escribo, mujeres, hombres y niños sirios estén siendo torturados, violados, desmembrados y destrozados. Derramada su sangre y repartidos sus cuerpos por las calles, como si fuéramos alimañas.


                    La Historia debería servir para corregir errores, pero sólo sirve para demostrarnos que se repite, una y otra vez, gracias a nuestra sabiduría.

                   Ojalá ningún sirio olvide, y nos echen siempre en cara, que la volvimos mientras ellos morían.


sábado, 12 de enero de 2013

MAESTROS

                    Esta mañana, un amigo cuyos valores, entre otras cosas, se ganaron mi cariño, ha compartido un artículo en facebook, reconociendo la valía de uno de sus profesores de colegio. Me ha hecho recordar a los mios.

                    Ya no se estila reconocer el papel crucial de los maestros en nuestra vida. No de los profesores, sino de los maestros. Que para ser profesor hay que sacar un título, de valor incuestionable. Pero para ser maestro, hay que tener vocación y ganas, ilusión por enseñar la vida, no sólo el programa de la asignatura.

                   Esos maestros, de los que afortunadamente he disfrutado varios, son los que te estimulan el pensamiento, los que generan en ti modos de vida, inquietudes y actitudes, que conducen tu caminar. Te inducen a aprender, además de estudiar.

                   No entro en obviedades como  diferenciar formación y educación, ni en opinar que la segunda es responsabilidad, sobre todo, de los padres. Pero el maestro que lo es, educa hasta sin proponérselo. Porque te abre ventanas a la sociedad  que no conocías, y  te hace cuestionar realidades que en casa son inamovibles. La socialización del niño empieza en la familia, pero se diversifica y enriquece en la escuela, y si está bien dirigida, produce mentes abiertas y tolerantes. Que buena falta nos hacen.

                   Un buen maestro puede hacerte amar la Literatura, o que disfrutes la Filosofía. Puede hacer que tragues las Matemáticas, o que te des cuenta de que lo tuyo es la Ciencia. Consigue que sus clases resulten cortas, y que importe hacer bien las cosas. 

                   Para que esta magia sea posible, tenemos que facilitarles su labor. Las generalizaciones nunca aciertan,  y no todos los profesores son maestros, pero desde la opinión rotunda de que todos merecen el respeto de los alumnos y de los padres, y están obligados a otro tanto, reivindico la labor de los maestros, máxime cuando la situación actual no hace más que poner zancadillas en su empeño. 


                   Aprovecho para recordar a Dª. Rosario,  mi primera maestra, a la que le debo mi interés por los cuentos. A D. Antonio, que me inculcó las nociones que sostengo de democracia, ética y normas sociales. Y mi gusto por las cosas bien escritas y la ortografía correcta. A D. Miguel, que me hizo dos regalos: el teatro de Lorca y apostar por mi vocación como médico. Y todo eso antes de los 13 años...Luego vinieron A. Roa, Mª Galiana, J. Lozano... Cada uno me dejó un cachito de su pensamiento, una vía por la que discurrir, un punto de vista distinto, que bien pudieron ser estaciones desde donde dirigir mis pasos.


                   Mencionarlos a todos sería como los agradecimientos de los premios Goya, y no estoy por aburrir. Pero  les recuerdo, y espero que les sirva de homenaje cada cosa buena que haga con lo que me enseñaron.

lunes, 7 de enero de 2013

BUENA RESPUESTA

                    Las esperas en el aeropuerto le resultaban una pérdida de tiempo, pero se había acostumbrado a llevarse un libro a la sala de embarque, y se sentaba a leer en ella, nada más facturar. Llegaba temprano, así que elegía el sitio más cómodo, a poder ser mirando a la cristalera. Le gustaba verlos despegar. Si no acertaba con el libro, perdía el tiempo, pero no el dinero dando vueltas por  el low-cost, como hacía al principio. Era lo único malo de su nuevo trabajo, las esperas aeroportuarias...

                     Estaba nublado y no había muchos vuelos que la distrajeran. El embarque tardaría al menos una hora, según el retraso anunciado por megafonía. Pero hoy había acertado: "11 minutos", de P. Coelho, le tenía metida en la piel de una prostituta brasileña que se estrenaba en el sadomasoquismo suave....Quizás por eso ni presintió que se acercaba. Le tapó apenas los ojos, con dulzura, y le dio un beso en el lóbulo de la oreja izquierda. 

                    Supo quien era al oler la manga de su camisa. Pulcro en su vestir, y su ropa, siempre impecable, de plancha de madre. Y su perfume olía distinto en su piel que en la de cualquier otro hombre.

                    Se saludaron con ganas. Un abrazo fuerte, los brazos de él rodeando su cintura, casi aupándola, y la cara de ella en su cuello. Varios besos y una larga mirada.

           - ¿Qué haces aquí? 
           - Vuelo a Barcelona. Como cada martes desde hace dos meses. Vuelvo los jueves. ¿Y tú? 
           - Un curso de formación de la empresa. Vuelvo esta noche. Si lo sé hubiera cambiado el vuelo para mañana, y quedamos esta noche. Para cenar...
           - Si, claro...

                  Sonríe, murmurando una risa...Está guapo. Tiene ese tipo de barbita cerrada, muy cuidada, como todo él, que le hace algo mayor, pero teniendo en cuenta los  años de diferencia, a ella le  viene bien. No hacen una pareja disparatada.

             -¿No me perdonarás nunca?
             - Ninguna mujer perdona que la rechacen. 

                   Siempre tenía una excusa, pero la única creíble  para ella era que no le convencía hacerlo con  una mujer mayor. Y ella se había quedado con las ganas de enseñarle tantas cosas... A los 30, aquel chico con cuerpo de hombre estaba por pulir. Era un diamante en bruto. Pero siempre tenía una excusa.

                 Hacía más de un año que no se veían, pero seguía teniendo la mirada tímida, que intentaba compensar con piropos y con buena conversación, de ejecutivo experimentado. 

                  Se contaron sus vidas en dos minutos, la parte que les interesaba. Sacó un par de cafés de la máquina y al dárselo él rozó sus dedos.

              - Te he echado de menos
              - ¿Y eso? 
              - Me gustaban los achuchones en el cuartillo.
              - Pues fuiste tú quien no quiso seguir fuera. Nunca. Te lo puse bien fácil.
              - Una vez si.
              - Una...una relación intensa...
              - Ahora si querría..

                  Ya estamos. Habían tenido esta conversación montones de veces. Por teléfono y por mensajes. Muchas intenciones y muy pocos hechos. Lo extraño es que ella siempre tenía la sensación de que era verdad, que de verdad le gustaba, pero que al final, se echaba atrás. Nunca supo la razón. Esta vez pasaría igual. Ella se sonrojó, porque la miraba con ese brillo en los ojos que precedía a buscar el despiste de los demás, para coincidir en la biblioteca o en la sala de máquinas, y tocarse por encima y por debajo de la ropa, conociendo sus bocas por dentro. Nunca terminaban. Demasiado fácil que los pillaran...pero llegaba a casa con las hormonas por las nubes, y terminaba pensando en él con su mano, en la ducha, en el sofá, en la cama...Aquel jovencito, sin saber como, la encendía de veras.

                  Esquivó su mirada con el café, pero tras el último sorbo, él le dio su vaso, puso las manos en su cuello, y acercó suavemente su cabeza, y la besó aprovechando que tenía las dos manos ocupadas con los vasos y la sonrisa sorprendida por su lengua. Fue un beso largo, suave, correspondido, que terminó en cara de esto que es?...

                  En la sala no había más que una pareja que por las pintas eran ingleses. Es fácil distinguir a un inglés en el aeropuerto.  Además miraban hacia el mostrador, así que  nadie vio como la cogía de la mano y entraba en el aseo de caballeros. Ella no daba crédito. Pensaba que era una fantasmada, una broma, pero no soltó la mano.

                 Él echó un vistazo. Vacío. Abrió la primera puerta y no debió gustarle porque tiró de ella hacia la segunda. Entraron y cerró  a la vez que bajaba la tapa del inodoro. Se apretó contra ella en la pared y comenzó a besarla sujetándole una mano por encima de la cabeza. Con la otra empezó a acariciarla, a recorrer su contorno, sus curvas. Suavemente al principio, mientras ella hacía lo propio con su mano libre.
 Se reencontraban, tomaban posiciones. Las respiraciones se aceleraban al ritmo que subía la temperatura, y pronto, las manos de él estrujaban su sujetador, y las de ellas daban fe de la salud de su entrepierna. Liberar sus genitales de aquel encierro era necesario, si quería que el pantalón no estallara.  Le soltó la mano, y mientras ella le desabrochaba el pantalón,  él le quitaba los botones de la camisa, abalanzando su labios contra el escote descubierto. Sus pechos soportaban bien el paso del tiempo. Él ya se lo había comentado...Las manos de ella habían alcanzado la piel. Sus erecciones  seguían siendo de notable alto, como sus proporciones. Ya tenía los sentidos inundados del olor de su piel y sus manos empezaron a acariciar aquel sexo, más que dispuesto a satisfacerla.

                  Sólo una falda de raya diplomática, muy de secretaria, separaba su tanga de aquellas manos, de aquellos dedos de tamaño perfecto para las caricias. Ya tenía el sujetador en el cuello, y él se encargaba de mimar sus pezones, así que se dejó hacer. Cerró los ojos, mirando hacia arriba con la boca entreabierta  ahogando  los gemidos. Enredó los dedos en su cabello cuando le lamía el cuello, mientras su otra mano seguía meciéndose, arriba y abajo. Arqueó la espalda hacia delante, a lo que él contestó levantando la falda, y retirando suavemente la parte delantera del tanga, comenzó a trabajarle el placer con los dedos. Sin prisa, con ganas. Daba la sensación de que estaban en el baño de cualquier hotel, y no en el aseo del aeropuerto. No pasaba nada fuera de aquel metro cuadrado. 

                  Cuando fue suficiente, le dio la vuelta. Ella se agarró con las dos manos a la percha y él terminó de subirle la falda. Sus nalgas, blanquérrimas pero prietas, lucían bien los tangas, y ya no usaba otra cosa. Sintió que las pellizcaba, las amasaba casi, antes de retirarlo. No tuvo que buscar mucho. La inundó con firme suavidad, con un empujón leve, sujetándole las caderas. Se quedaron quietos, percibiendo la sensación, casi sin querer respirar. Empezaron a bailar, a disfrutarse. Los dedos de él volvieron a su pubis  y en unos minutos ella se desbordaba mientras le mordisqueaba el hombro. Se dio la vuelta. El tanga era la única prenda que seguía en su sitio, porque bastaba con apartarlo al lado. Le hizo sentarse en el inodoro y ella se subió a horcajadas. Empezó a cabalgarlo al ritmo que él le marcaba con las manos en su trasero...

                  Sonreían al terminar. Con esas sonrisas de satisfacción inesperada, de fiesta sorpresa. Callaban las risas que intentaban escapar, musitándose tonterías al vestirse. Ponte bien ésto...te has abrochado mal...espera que te ponga bien esos pelos...

                 Salieron juntos, como si salir juntos del aseo de caballeros fuera lo más normal del mundo. No había mucha gente. Tan solo les miró un señor mayor, como quien ve pasar los coches por la calle. 

                Volvieron a sentarse de cara la ventanal de la pista, a charlar de sus cosas...

                - Así que te acordabas de mí...Dijo él.
                - Me quedé con los buenos momentos y con las ocasiones desaprovechadas...Dijo ella.
                - Buena respuesta...

sábado, 5 de enero de 2013

YA VIENEN LOS REYES....

               Ya se acercan, ya vienen los Reyes...

               Digan lo que digan los aguafiestas, y los hombres malos de la Navidad, hoy es un día diferente. 

               Yo siempre fui de natural entusiasta, y me apuntaba a una ronda de aspirinas, como decía mi abuela. Ya, sólo a  paracetamol, que la aspirina,  a mi edad, empieza a ser gastrolesiva. 

              El caso es que me tomaba las fiestas como si se fuera a acabar el mundo: siete días de Feria, la Madrugá entera, y había que verlas todas, aunque termináramos a las dos de la tarde, y la Navidad empezaba en noviembre... No conozco el Rocío, pero creo que le ha venido bien a mi salud. No exagero, pregunten a mi madre.

             El caso es que las baterías ya no dan para tanto. La Feria es con niños, mejor de día que de noche....A la Madrugá no me llevan desde un  mil novecientos y algo...Y las Navidades volvieron a ser mágicas con mis niños. Pero empiezan, como pronto, en la Inmaculada.


            Mi día favorito es mañana. Que empieza hoy, claro. Acaban de levantarse y ya están nerviosos, planeando cómo se despertarán mañana. 

            Como Sevilla es generosa, nos ha regalado un día espléndido, así que iremos a cansarlos desde ya, a esperar que salga la Cabalgata, a desgañitarnos llamando a Melchor (el favorito de papá y Lucía) y Gaspar (mío y de Daniel). Baltasar es de todos, el comodín. Y bailaremos con los beduínos y llamaremos a la prima Cris que toca el bombardino en la banda de los Gitanos, y a sus amigos, Fede y Rocío, que van en una carroza...Y llenaremos de caramelos la bolsa que mamá lleva en el bolso, y papá, que es alto, cogerá algún regalito...

             Cuando no les quepa más adrenalina en sus venitas, volveremos a casa. Bañito y sopita, para poder dormir.

             Cada cual elegirá donde poner los zapatos bajo el árbol. Mejor las botas, que caben más cosas. Preparar agua para los camellos, y algún detalle para los Reyes, que vendrán cansados. El año pasado se tomaron todo el gin-tonic y los bombones. Este año, Daniel pretende dejarles un sandwich mixto y un zumito. Pero Lucía, que es mayor, apuesta por el anís y unos turroncitos. Me la como!

             Y mañana, cuando escuche a los camellos, bajaré a poner la calefacción y las luces del árbol, y les despertaremos asombrados de que haya regalos. Y lo grabaremos todo en vídeo, como cada año desde que las Navidades volvieron a ser mágicas. Para que nuestros niños nos odien por enseñar las grabaciones en su adolescencia. Y yo a mi marido por grabarme en bata y sin peinar.

            Yo no he pedido nada. La cuenta de Melchor y Gaspar está como la media española, y dará para una escapadita que encontremos en Trivago. De sobra.

          De hecho,  no les pido ni siquiera trabajo, o fortuna, o la paz en el mundo. Demasiado jaleo tienen con ilusionar a los niños, como para ocuparse de las tonterías de los mayores. Y no quiero que Merckel, ni Rajoy, ni la prima de todos,  los dejen en mal lugar. Sólo les pido que protejan la salud de aquellos a los que quiero, y que me sigan buscando en sus  vidas, que las compartan conmigo y me hagan partícipe de lo bueno y de lo malo. Quiero el refugio de sus sonrisas y su abrazo, en este mundo tan complicado.

         De aprovechar ese regalo, ya me encargo yo....

jueves, 3 de enero de 2013

"MANINA"

               Hoy cumple 30 tacos mi ahijado.

               Se ha convertido en  un señor alto, capaz de revolearme si me coge en brazos, de ojos verdosos, de esos que llenan la cara, y que cae bien a casi todo el mundo.

              Tiene su vida medio encaminada, enamorado  de su Vane, tirando p'alante como pueden, como hacemos todos, y criando a un bichito  igual que él.

              Llenó mi adolescencia de ternura, me hacía sentirme  importante. Yo sólo tenía 11 años cuando nació, y recuerdo perfectamente el día que su madre, (mi tía antes que comadre) en la cocina de su  piso de Dos Hermanas, me dijo que iba a ser la madrina del primito que esperaba...

            Tuvimos que hacer trampas, porque la Iglesia no permite amadrinar a menores de 13, pero el cura se ve que era algo miope. De padrino,  mi abuelo, el mismo del niño. Fue bonito  el momento de llevarlo a la pila, nerviosita, con aquel bebé melenudo, que era un poquito más mío que del resto de los primos.

            Abusé de mi condición de madrina para cogerlo y mimarlo cuanto quería. Y cuando empezó a chapurrear, me llamaba manina, en lugar de hacerlo por mi nombre. Yo no era su prima, era su manina. Y eso era muy grande para mí. Cuando llegaba a casa, esos ojillos buscándome entre los demás y el abrazo de aquel cuerpecito inquieto, eran momentos especiales, de los que te hacen sonreír para siempre.

            Sus hermanos mayores, también me adoptaron como madrina, y aunque de todas formas hubieran sido mis primos más especiales, el detalle me los vinculaba más, si cabe.

            Ha sido siempre un torbellino. El chico de la familia, el ojito derecho de casi todos. Y el dolor de cabeza.  Era Zipi y Zape juntos, y todo lo que se le ocurría era igual. Un día, por alguna de sus buenas ideas, se quedo clavado por un brazo en la reja de  una casa, y la herida todavía  me duele.

            La vida y las circunstancias de cada uno, nos van alejando del diario, pero mi cariño  por él aguanta eso y más. Y sus abrazos nunca mienten.

            Sé que sigo teniendo un rinconcito especial en su corazón, como él lo tiene en el mío. Así que sólo me queda  felicitarle, y desearle muchos más, llenos de cosas buenas. 

            Besos, Davilucho...!