Te has convertido en una persona grande, inteligente y leal, de corazón enorme, con su correspondiente carcasa, a la que le vas poniendo puertas y ventanas. Defensora valiente de tus batallas, perdidas o no, y empática dispersa. Has logrado metas que aún no aprecias, a base de tesón, de las que presumimos más tus padres que tú. Eres más fuerte de lo que crees, y la lucidez de tus convicciones suele asombrarme.
Mimosa y dulce hasta la diabetes, tu sonrisa me alegra el día y una sola lágrima tuya, inunda mis ojos, aunque también manejas la fábrica de rayos de tu mirada y el dardo de tus palabras, si tienes que defenderte. Digna descendiente.
Te quiero de una forma que nadie salvo tu hermano ha podido igualar, y a modo de sincera advertencia, te aviso de que siempre serás mi niña, y que tu felicidad es fundamental para la mía.
Feliz cumpleaños, cariño.
Mamá.