Cuando yo era más joven,
hace un par de años, y consecuentemente más inexperta e imprudente, solía emitir juicios de valor sin ton ni son, algunas veces acertados, y casi nunca exentos de polémica por mis razonamientos. Me sirvieron para cribar mi agenda en función de las reacciones suscitadas. No la cribaba yo, se bajaban o se subían ell@s al tren...
Ahora que soy mayor, mis excentricidades han crecido conmigo, y al contrario que la mayoría de mis coetáneos, en vez de hacerme conservadora, estoy virando a la izquierda. Pero las canas deben estar interfiriendo con sus prudentes raíces en mi conciencia, y suelo analizar mis opiniones largo tiempo antes de posicionarme.
La vez más reciente ha sido con la polémica de las donaciones de Ortega.
Cuando leí la postura podemista, me indignó. Desde que este muchacho (con dos carreras, un expediente académico encomiable y un recorrido político interesante, que confunde la sencillez con las camisas de saldo) criticó sin tapujos el gesto del dueño de Inditex (empresa en la que suelo vestirme, dicho sea de paso....) donando millones en equipos de diagnostico y tratamiento para la sanidad pública, me estupefacté. Algo no me cuadraba, como casi siempre que surge este tipo de polémicas.
Como médico de la sanidad pública, conozco de primera mano la necesidad del material y la escasez de recursos a los que tenemos acceso. Tengo pacientes en lista de espera para procesos diagnósticos y de tratamiento a los que me da vergüenza mirar a la cara. También vivo de cerca la calamidad en la que viven los enfermos que padecen enfermedades raras, y los dependientes que no reciben ayudas. Y, como casi todos, he padecido la crueldad con que el cáncer te arrebata a un ser muy querido. Pero el problema de la sanidad pública no es monetario, sino la falta de personal y los ladrones de guante blanco. Se cierran plantas y quirófanos para ahorrar en contratos, y se infrautilizan los servicios y aparataje, por falta de personal que los ponga en marcha.
Ante tanta calamidad e impotencia, el gesto de un señor "del pueblo", hecho a si mismo, capaz de levantar de la casi nada un impero industrial como el que posee, con un historial digno del mejor "sueño americano", resulta endemoniadamente loable. Para cada enfermo y sus familiares, será este donativo un gesto digno de subirle a los altares. Lo entiendo visceralmente.
Pero mi recientemente adquirida prudencia me lleva a cuestionarme , una vez más, las razones de Iglesias (irónico apellido, ¿que no?), cosa que siempre me pasa cuando le escucho decir algo que aparentemente puede ser una burrada, y no me concuerda con el concepto que tengo de su cerebro. (Buen concepto, aclaro). Y he seguido leyendo, y escuchando opiniones de todos los colores. Y aunque ni loca devolvería lo donado (a caballo regalado no le mires el diente, y menos si el caballo salva vidas), si entiendo y COMPARTO la opinión de que esas donaciones no son éticas. Y las decisiones políticas, la administración de justicia y el gobierno, no deben regirse por otras normas que la ética. La visceralidad no puede ser motor de la sociedad, y aunque la humanidad, generosidad y clemencia deben acompañar cada decisión que la ataña, es lícito, a mi entender, rechazar esas donaciones.
Si este señor está preocupado por la sanidad pública, y su enorme corazón y bondadosas intenciones, de las que no dudo, le llevan a preocuparse por la salud de sus conciudadanos, en lugar de donar caprichosamente una parte de lo que le sobra (por muy honradamente que lo haya conseguido, pero le sobra a espuertas....), debería invertir más en fabricar sus productos en España, creando puestos de trabajo dignos, a costa de disminuir sus pingües beneficios, pero posibilitando que cientos, o miles de españoles, tuvieran un sueldo con el que cotizar a una seguridad social viable, para que ese obrero pueda disponer de medios, y que su familia sea debidamente atendida en caso de necesidad. Pero este generoso empresario prefiere fabricar en países asiáticos, con mano de obra que trabaja en condiciones infames, para multiplicar sus beneficios. Pues no me parece ético.
Por no hablar de el entramado administrativo y las triquiñuelas empleadas para minimizar el pago de impuestos.... Claro que todos intentamos pagar menos. Yo misma he mandado revisar mi declaración a ver si puedo ahorrarme 100 euros. Pero dudo que con lo que le pago, mi asesor se funda el seso para encontrar la forma. En cualquier caso, serían 100 euros. De mi sueldo. Apañao, pero que me da para vivir sin apuros, no más. Que la ropa me la compro en Zara, porque no puedo permitirme otro comercio más justo.
Pero a diferencia del montante de mi sueldo, las cifras que maneja este señor marean. Renunciar a las triquiñuelas esquiva-impuestos, contribuyendo más a las arcas públicas, estaría dando una lección de generosidad sin precedentes y mucho más justa socialmente. Las limosnas limpian conciencias. La contribución social no se ejerce con donativos, sino pagando los correspondientes impuestos.
Por supuesto que podría no hacer nada. Quedarse con todo lo conseguido y que os den, españolitos. Pero un gesto no puede deslumbarnos. Es como dar un euro al mendigo de la puerta, cuando entramos a un restaurante a gastarnos 300 en comer. El que pueda hacerlo...
No done, señor Ortega. Invierta en España. Usted sabe mejor que muchos cómo levantar empresas, y este país adolece de ellas. Haga que futuras generaciones hablen de las empresas que creó Ortega, que este pueblo es agradecido, y hasta a Franco le agradece los pantanos....olvidando lo demás.
Entiendo que esta opinión volverá a remodelar mi agenda, pero soy mayorcita para que me preocupe. Espero que alguien se plantee preguntas y respuestas, sean o no las mías.
Nos vemos en Hacienda.
P.D: Me declaro Garzonista, no Pablista, y cuestiono cada palabra de este señor. Su inteligencia no le hace poseedor de la razón. Y si, me aprovecho de los precios de Inditex. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. No me enorgullece, pero tengo mis bajos fondos, y poseo fondos bajos. Si hubiera infierno, terminaría allí sin duda.
jueves, 23 de mayo de 2019
domingo, 19 de mayo de 2019
AHÍ LO DEJO
Igual fue la luna llena. Si es que lo estaba.
No sé si culpar a lo que quedase en tus labios del cabernet o la temperatura exacta de tus dedos bajo mi blusa. Es crucial la temperatura. La amplitud de tus brazos, el olor de tu camisa. El ritmo ondulado con el que me besas, invadiéndome sin avasallar. La forma en que angulas tu calibre exacto, para que el tamaño importe. La presión oportuna, el tiempo necesario y las veces precisas. Tus piernas, aún más duras sin pantalón.
Las caricias ajustadas al guión de la película que interpreto en mi cabeza.
No sé qué habrá sido, pero como vuelvas a hacerlo, tendré que hablarle de ti a mis amigas.
Ahí lo dejo...
viernes, 17 de mayo de 2019
ACHUCHONES TE DEBO
Setenta y cuatro años muy bien llevados, madre.
Dice el dicho, valga la redundancia, que si quieres saber como será tu mujer de mayor, te fijes en tu suegra. Si eso es así, te voy a empezar a usar como reclamo ante mis futuribles.
Con casi tres cuartos de siglo, y muy cerca yo del medio, a menudo aparece un gesto o un rasgo tuyo cuando me miro al espejo, o me parece escucharte cuando les hablo a mis hijos, y cada vez soy más consciente de tu valía, del papel que has jugado, y aún juegas, en nuestra familia, porque no te dejamos jubilarte. Es más, en vez de dejarte descansar, te hemos ascendido a abuela. Abusamos de tu tiempo y disponibilidad, y tú nos lo castigas con besos.
Los achuchones que no puedo darte hoy, por cosas de la vida, te los guardo para la próxima ocasión, y aunque sé por experiencia que las madres no necesitamos que se nos agradezca, a los hijos se nos olvida a menudo deciros cuanto os queremos, y lo afortunados que somos los que tenemos una madre como tú.
Te quiero, vieji. Sigue cumpliendo muchos, aunque sólo sea por capricho mio.
Besos mil.