domingo, 29 de agosto de 2021

YO SÉ QUIEN SOY

       Yo sé quien soy.

       ¿Has sabido tú alguna vez quién era yo? ¿Fuiste consciente del amor, de la lealtad y la calidad de las caricias? Pasaste por mi vida como quien pasea por una playa al atardecer mirando al suelo, buscando una concha perfecta, una caracola rara como trofeo, sin entender que el tesoro es el color del agua, el olor de la brisa y el contacto de tus pies sobre la arena. Y yo  fui el agua, la brisa y la arena. Guarda las caracolas. Si las sigues teniendo.

       ¿Y tú? ¿Acaso alguno de los sonetos que me dedicaste habló de la emoción de mis mejillas por tu beso furtivo? ¿ Acaso te avergonzaste alguna vez de las excusas con que declinabas mis besos? Has tenido el valor de pensar en el bien que le hice a tu vida? La última vez que te vi a solas fue la última que me dolió, porque nunca volverás a abrazarme desnuda. Fui la ilusión y la promesa que hubieras elegido si tu convencionalismo no te atase  a las sábanas secas de tu tal para cual. Disfruta las miradas envidiosas de los que admiran la pantomima que luces. Y reza, tú que rezas después de pecar, para que la cómoda rutina conquistada no te deje solo en la vejez.  Yo fui la princesa, pero ahora reino en mi serena, conquistada y floreciente república, de donde fuiste desterrado.

       ¿Y vosotros? Tan ebrios de adanismo, coleccionando sonrisas, gemidos, perdones, broncas, abrazos, mentiras y consuelos fingidos...hay que ser pánfilo, torpe y fracasado para dejar pasar a esas mujeres sin verlas bajo la piel, para hacer comentarios que se clavan  en el alma al abrazarlas,  porque no pensáis en las agujas que cada una lleva en su bolsillo. 

       Yo sé quien soy. Sé quien jamás me dio prioridad, quien me engañó, quien me cuidó, quien me dio el trozo más preciado de su ser, sin que yo pudiera recogerlo, quien me acarició con los ojos, y quien ni me vio mientras  respiraba en mis mejillas. Sé quien  me hizo el amor para siempre y quien sacó lo mas sucio de mis entrañas. Quien me hizo llorar y por quien lloré sin ganas. Quien me hace reír y quien se creyó mi sonajero de plata fina. Quien jugó conmigo y quien se la jugó por mí. 

       Y sé quien asume que va a quererme siempre, sin enterarse de que es ahora o nunca.

       He quitado las puertas de mi casa y tu entrada se me antoja tan aleatoria como la vida, que lo mismo se hace eterna, que se pasa en un suspiro. Hay besos en la cocina, no te vayas sin ellos y  guarda  los abrazos que sobren, que yo sé  quien soy, y por qué vienes.