domingo, 5 de mayo de 2024

NADA POR SENTADO


          Nunca hay que dar nada por sentado. Ni la paz, ni la salud, ni la democracia, ni la pensión...

          Pero me he dado cuenta de que llevo toda la vida dando por sentado el amor de mi madre (y de mi padre) y es una de las escasas certezas que tengo en mi haber. También asumía que siempre estarán ahí, vivos, disponibles y esperándome, y en los últimos meses  o años, personas cercanas, de  mi edad, se van quedando huérfanas, pero como las arrugas y la artrosis, piensas que les pasa  sólo a los otros...

          El caso es que se me ha ocurrido que ya es hora de proclamar mi amor por mi madre (y mi padre) y contar que a sus casi 79, me sigue dando fiambreras llenas de croquetas, albóndigas, caldito del puchero y lo que pille. Que seguimos hablando a diario sólo para saber que estamos bien, y que a veces el cansancio me hace contestarle mal, y que casi siempre llama ella. En su casa siempre hay  cama, comida y besos para todo el que va. Adora a sus nietos tanto como a sus hijos, y jamás reconocerá preferencias.

          Tiene una vitalidad asombrosa. Mi padre y ella se cuidan mutuamente, y les sobra tiempo para desvivirse por nosotros. Saben que los adoramos. Son adorables. El año pasado tuve el privilegio de acompañarla en su primer viaje en avión, a París, y todavía piensa que el regalo fue para ella.

           Me enseñó cómo hay que querer a los hijos, a ser autosuficiente y no depender de nadie. Y a quererme como me quiere ella.

           Físicamente no me parezco, aunque una simulación fotográfica  me dejó claro que de mayor seré igual que su madre, así que algo  hay... Sin embargo, desde hace unos años, el espejo me sorprende con gestos, rasgos y movimientos suyos en mi cuerpo, y se me escapa coletillas y frases que le digo a mis hijos como ella hacía conmigo. Y me sale una sonrisa dulce.

            En este día de la madre, la felicito  a ella, por serlo y a mí por tener la suerte de que me pariera. Y lo siento de veras por aquellos que no pueden abrazar a las suyas, y echo de menos a mi suegra, que me quiso como a una hija.

           ¡Feliz día, Mami!

           Te quiero más de lo que te lo digo.



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