jueves, 18 de diciembre de 2014

A FALTA DE PAN...

                   Tu risa nunca suena tan bien como cuando ríes  a milímetros de mi boca y es culpa mía. 

                   Oirla alimenta mis reservas de endorfinas, y provocarla es un privilegio. Eso, y tus manos en mi cintura, palmo arriba o abajo, o ambos, que tus ganas se recreen en el  final de mi espalda...

                   Porque a veces,  un abrazo  con  complementos,  puede ser un placebo eficaz contra el hambre de besos y caricias, que sólo  saciamos con la horizontalidad. 

                  Pero a falta de pan...

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