
Dice el dicho, valga la redundancia, que si quieres saber como será tu mujer de mayor, te fijes en tu suegra. Si eso es así, te voy a empezar a usar como reclamo ante mis futuribles.
Con casi tres cuartos de siglo, y muy cerca yo del medio, a menudo aparece un gesto o un rasgo tuyo cuando me miro al espejo, o me parece escucharte cuando les hablo a mis hijos, y cada vez soy más consciente de tu valía, del papel que has jugado, y aún juegas, en nuestra familia, porque no te dejamos jubilarte. Es más, en vez de dejarte descansar, te hemos ascendido a abuela. Abusamos de tu tiempo y disponibilidad, y tú nos lo castigas con besos.
Los achuchones que no puedo darte hoy, por cosas de la vida, te los guardo para la próxima ocasión, y aunque sé por experiencia que las madres no necesitamos que se nos agradezca, a los hijos se nos olvida a menudo deciros cuanto os queremos, y lo afortunados que somos los que tenemos una madre como tú.
Te quiero, vieji. Sigue cumpliendo muchos, aunque sólo sea por capricho mio.
Besos mil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario