Lo tiene todo: es guapo, inteligente, divertido, deportista, y con un corazón tan grande que no le cabe en el pecho (tanto, que es bético....).
Durante años le perseguí con la única intención de besarle y que me quisiera como yo a él, pero huía de mí nada más verme. Menos mal que ha cambiado con los años, y quizás por mi lucha anterior, ahora me resultan tan tiernos y preciados sus besos.
Será una gran persona, por genes y por genio, y definitivamente, uno de los hombres de mi vida. Hoy hace nueve años que le vi nacer, y todavía recuerdo la emoción.
Se llama Mario. Es mi sobrino, y presumo de ser su tía.
¡Felicidades, petardo!
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