domingo, 25 de octubre de 2020

HASTA SIEMPRE, TITA.

             Hace meses que no escribo y me había prometido no hacerlo estando triste, pero es que ayer se nos fue la Mari, la chica de la carnicera de la Ganchosa, la hermana pequeña de mi madre y, como quiso que yo fuera la madrina del más pequeño de sus hijos, mi comadre. 

             Fue una mujer buena. Siempre. No se me ocurre forma  mejor de describirla y dudo que alguien esté en desacuerdo. Buena hija y hermana, buena esposa y madre amantísima de sus tres hijos, que la cuidaron con cariño inmenso hasta el último suspiro. Yo la quise muchísimo, y la recuerdo siempre en mi infancia. Eran la tita y los primos que estaban para todo, en lo bueno y en lo malo. 

             Creo que nunca fue consciente de que era guapa y capaz. Desde luego, nunca lo creyó, porque le podía la timidez, y sonreía con arrobo cuando no sabía bien que decir. Pero sí que sabía. Sabía lo que era bueno y lo que no, aunque a veces se equivocaba en el quién. Sabía cocinar mejor que su madre y sus hermanas, y cogerle el punto a los caracoles y al gazpacho. Sabía tejer a máquina: aún recuerdo un jersey que me hizo en blanco con gatitos rojos, y el trajecito rosa de su niña para la comunión de mi hermana. Sabía cultivar rosas. Sabía querer, y decirlo con los ojos. Sabía hacer el mundo más bonito y amable. Y eso es saber con mayúsculas.

             Se ha ido muy pronto, y casi sin avisar. Quizá no se acordó, porque su memoria llevaba tiempo distraída, y como la parca se encapricha con la gente buena, se la llevó ayer, a pesar de sus tres hijos a los que quiso por encima de todas las cosas, que le lloran con el desconsuelo con que se llora a una madre, a sabiendas de que no la van  perder, porque habría que olvidarla, y eso no va a pasar.

            Te echo de menos desde que te secuestró el Alzheimer y dejaste de ser tú, pero hoy duele más, porque no podemos despedirte como mereces. Aún así,  vete tranquila, que los que nos quedamos estaremos pendientes de tu Antonio, tu Isabel y tu David.

            Descansa en paz, tita Mari. Hoy mi llanto es por ti. 

            Que la tierra te sea leve.


 

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