domingo, 3 de abril de 2022

TRES PROPÓSITOS

           Después de darle vueltas, no muchas, la verdad, no fue necesario, tengo la certeza de haber llegado al punto de la vida en el que no merece la pena quedarme con las ganas por miedo al devenir o las consecuencias. Ya aprendí a asumirlas y a sobrellevar los pequeños arrepentimientos, sin arrugarme demasiado por dentro ni por fuera.

           Las decisiones a largo plazo ya son sólo relativas, y un día ordinario puede ser de los buenos por pasarlo con la gente adecuada, esos que te quieren  de siempre, y que en un ratito te resetean el alma abriendo los corazones. Como ayer.

           Mis propósitos vitales los he reducido a tres: cuidar y disfrutar de mis hijos, esperando que me quieran en su vida mucho tiempo, porque la viceversa es indiscutible, dormir cada noche con la sonrisa como pijama por lo vivido por dentro, y prolongar los dos anteriores todo el tiempo posible.

           Renunciar a lo que me hace sonreír es un error de fábrica que ya subsané. Las averías que vengan a partir de ahora, serán por uso de la vida y el corazón,  pero todavía estoy en garantía, así que si nos vemos por el camino, me paras y nos regalamos un cachito de algo.


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