Desde que empieza noviembre espero dos fechas: tu cumpleaños (éste más, porque hace días te recordaba en Florencia...) y el de tu sobrina. Con la brutal diferencia de que hace 12 años que tú no los cumples.
Hoy deberías soplar 45 velas, y repetir la foto que tenemos en el despacho, en la que sonríes con toda la cara abrazando a la vez a tus cuatro sobrinos. Y podríamos comparar esas caras de niños con los adolescentes y jovencitas que son ahora, de los que estarías, si cabe, más enamorada que entonces. Y la tuya de 33 años con la cuarentona que serías ahora, guapa como eras, y mejorada con el tiempo, con el empaque y el matiz que nos dan los maravillosos cuarenta y tantos a las mujeres.
No se va la pena, es imposible, pero ya la tratamos como de la familia, para seguir teniéndote presente y tratar con tu recuerdo como con un tesoro exquisito. Uno no muere hasta que no le olvidan, y tú sigues por aquí.
Besos a tu alma, cada dos por tres.
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