Hace unos meses que circula por las redes una carta supuestamente escrita por Brad Pitt a su esposa, Angelina Jolie. Digo supuestamente, porque hasta ahora nadie me ha confirmado que la escribiera él. Vamos, a mí no me han llamado...
El caso es que la carta es bonita, la escriba quien la escriba, porque encierra una verdad grande. El cariño y las atenciones de tu pareja, te ponen guapa; para los demás, y para ti, que es lo difícil.
Vivimos en un mundo hostil para los feos, y la fealdad es tan subjetiva, que depende de la opinión ajena. Por muy guapisisisisima/o que seas, no lo sientes si no lo certifica alguien.
Somos mucho más maduros para la guapura interna: si eres bueno, inteligente, justo, asumes que lo eres, en general.
Las personas de ego frágil, necesitamos ser reconocidas por los nuestros. Yo ya tengo casi 43, y lo que opinen los demás sobre mí, empieza a resbalarme, pero me sigue importando, la mirada de Él. Quizás más que antes, porque cuando una es jovencita y lo tiene todo en su sitio, y turgente...qué más voy a decir. Que tengo 42. Todavía...Más que aprovechable.
El caso es que todos tenemos nuestros momentos difíciles, esos en los que la vida te pide demasiado, y, como no llegas, empiezas a abandonar lo prescindible. Y duermes menos, te arreglas menos, te cuidas menos. La costumbre hace que no te importe lo aparentemente relegable, así que te descuidas, y te ves en el espejo y no sonríes, lo que hace tus ojeras más evidentes....y bla, bla, bla. Porque dormir y sonreír siguen siendo los únicos trucos de belleza que funcionan. A cualquier edad.
Es entonces cuando necesitas que te mimen, que te hagan notar lo bonita que eres a pesar de la báscula, y del dinero desperdiciado en antiarrugas. Que tu risa es analgésica para sus jaquecas, y tus manos el mejor ungüento para sus dolores. Que mirarte es su placer, y que el cielo empieza en tus labios. Que sus vacaciones las sueña entre tus sábanas, buceando en tus piernas.
Cuando sientes las ganas en su mirada, y vives el asedio continuo, a tu cuerpo y a tu tiempo, y sabes de su verdad, la vida se transforma en decorado, y tú eres la princesa otra vez, la sirena, el animal más bello del mundo en sus brazos. Y ya no te da igual que te vea despeinada, mal vestida, o sin depilar. Y ocultas tus ojeras y te vistes de colores. Y sonríes a sus asaltos y te dejas cortejar, porque la vida es chula, como dice cierta marca...
Del mismo modo, el despecho por su frialdad o por la lejanía, oxida las mandíbulas, y aplana la curva de sonreír. Y te reconoces fea y te escondes, porque ya no te busca, no te desea. Y te enfermas un poquito del yo.
Todas hemos tenido un momento parecido al de la carta. Las que hemos tenido un Brad a nuestro lado, le perdemos el miedo a la vida. Y eso te pone guapa, y lo pone guapo a Él.