sábado, 24 de mayo de 2014

REFLEXIONEANDO


            Hoy toca reflexionear, que es lo mismo que reflexionar, pero dándole muchas  vueltas, enrocándose en la indecisión. 

            Y reflexioneando, pensaba que la Medicina, más que profesión,  es una forma de vida. Supongo que por ello precisa de vocación, como el Magisterio y la Teología. Y como toda carrera de fondo, la experiencia es un grado, que te enseña verdades no escritas en los libros. He aprendido que algunas de esas aseveraciones no científicas de la ciencia, son extrapolables a la vida.  Por eso hace tiempo que  temo más a la febrícula insidiosa, la famosa destemplanza mantenida, que a una fiebre de 40 grados, por aquello de que del toro manso.... Y desconfío más de los bichos pequeños, los que se comen al grande poquito a poco, como las hormigas  hacen con un cigarrón, que de los leones, que al menos te rugen antes del zarpazo.

            La misma sensación de  desconfianza, desazón y miedo a la dispersión del enemigo, siento respecto a la goteante merma de derechos y libertades que nos está minando la base de lo que podría haber sido el estado del bienestar. Sibilínamente, casi sin que nos demos cuenta.

           Me refiero a los recortes menos económicos: las tasas judiciales, la resta continua de servicios sanitarios, la segregación por sexo en las escuelas, la derogación del derecho al aborto, la limitación del derecho a huelga y manisfestación, la censura en los medios de comunicación y las redes sociales, el adoctrinamiento machista de una sociedad en la que mi hijo puede terminar siendo más valioso que mi hija, y teniendo más derechos que ella.

          Pues lo siento, pero a mí no me educaron para eso. 

          Esos bocados  están  carcomiendo  nuestro frágil orden establecido, como un cáncer que se ceba con las entrañas  de nuestro ecosistema social, favoreciendo a la minoría depredadora, en detrimento de la mayoría  trabajadora (o aspirante a trabajar). Un ecosistema social sumamente imperfecto y sin acabar, como todo universo, pero que ha costado vidas, años e Historia, y que nos permitía a la mayoría de los españoles sentirnos afortunados de serlo.

         En los últimos diez años, la percepción de inseguridad respecto al futuro, la sensación de nomadismo vital, ha invadido el sentir de varias generaciones, entre ellas,  la mía. Y no creo que sea por mi crisis de los 40...

        Y reflexioneando, llego a la conclusión de que reflexionar no sirve, porque nos apalancamos en el inmovilismo. Hay que actuar, hay que hacer, hay que votar...como mínimo.

        El voto es, en realidad, un arma poderosa, que pretendemos usar como arma  selectiva y se convierte en arma de destrucción masiva, por descoordinación social.

        Las elecciones europeas cuentan,  y mucho. Yo soy proeuropeísta, sin entrar en detalles. El problema es que para que el sueño europeo, casi utópico, funcione, Europa tendría que ser de izquierdas. Y no lo es. 

        Toda política contraria a la solidaridad, la igualdad de derechos y deberes y la ruptura de escalones sociales, es contraria a la idea de Europa como unidad.  Y ahora mismo, tenemos una Europa gobernada por oligarcas, que se mantiene porque su desintegración sería catastrófica hasta para los que más tienen...

        Mañana tenemos derecho a votar. A ver si lo aprovechamos para cambiar las cosas. Amén.

        Ea. Ya he soltado mi reflexionamiento.


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