sábado, 1 de noviembre de 2014

7 HALLOWEENS

                 Ayer se cumplieron 7 años de mi peormejor Halloween, una fiesta que no significaba nada para mí hasta entonces. 

                 Mi terror duró apenas una hora, pero el recuerdo es vívido, casi un holograma, e intuyo que no lo olvidaré nunca: un misterioso ser luchaba por escapar de mi vientre, empujando en todas las direcciones, como intentando rasgar las paredes de mi cuerpo, costase lo que costase, causándome dolores que jamás imaginé, casi insoportables.

                 Recuerdo la sensación de pánico, de miedo con mayúsculas, que paralizaba mis entendederas y desataba mis gritos. La certeza de peligro inminente, de que algo no iba bien, y de que  me iba el corazón en ello. Varios desconocidos  con máscaras y uniformes me hablaban, me tocaban, me daban órdenes y me clavaban agujas. Me subieron a una especie de potro de tortura, mientras mi marido trataba de ayudarme, de liberarme de aquel angustioso dolor, de consolarme...pero su miedo era igual o mayor que el mío.

                 De repente, aquel ser brotó de mis entrañas, consiguió deslizarse fuera, cubierto de sangre, mucosidades, y líquidos corporales varios. Temblaba, lloraba, y le colgaba del vientre una especie de tripa asquerosa. Uno de mis verdugos me lo puso encima. Un pequeño monstruito rubio, cuya cercanía me provocó un plácido llanto de felicidad que borró todos y cada uno de los dolores padecidos, y que,  hasta ese momento,  sólo había sentido  al nacer su hermana. Horror de Halloween, con final feliz.

                 Ayer, Daniel, mi príncipe de todos los colores, cumplió 7 añazos. Los disfrutó como solo los niños hacen, con todas las ganas,  con toda la sonrisa y con toda alegría. Va dejando atrás su timidez, poco a poco,  y ya nos deja disfrutar sus emociones. Y se emociona mucho. 

                 Solo puedo dar gracias a la vida por un hijo como él. Tiene fallos, como todo el mundo, heredados de mí. Pero se encarga  de que su padre, su hermana y yo, tengamos razones a diario para quererlo con todas nuestras fuerzas, y de que sepamos que él nos adora a los tres. 

                 Ojalá se le cumplan la mayoría de sus sueños, porque si de mayor resulta la mitad de bueno que de niño,  va a ser un gran hombre. 

                 Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario