sábado, 1 de noviembre de 2014

CONVERSACIONES INCONVERSADAS

                   Hay conversaciones en mi cabeza que nunca tendré contigo. Ni con él, ni con ella. Ni con todas las personas que viven en mi vida, ni los personajes de mi mundo. Las circunstancias,  la pertinencia, el tiempo y las mareas, lo impiden.  Pero yo las pienso, y a veces las hablo mientras conduzco, o en sueños. Enriquecen mis pulsiones y aclaran mis dudas. Es como poner ideas en negro sobre blanco, dándoles matices de realidad. El método Stalisnavski aplicado a la vida. Además, como contestáis lo que yo decido, dosifico alegrías y  disgustos, me hiero y me complazco a mi libre albedrío. Igual me emborracho de endorfinas, que me harto de llorar. Tal es el realismo de mis pláticas. Como el chiste del martillo...



                   Hoy toca hablarte a ti, mi eterna asignatura pendiente. Algún día tendré que ponerte nombre, pero lo bueno de los universos paralelos es que no precisan de papeles, ni documentación. Puedes ser un sin nombre.

                  Lo que te acabo de decir  es cierto: lo que más me gustó de ayer fue volver a hablar contigo. De nuevo me sentí casi cómoda entre confidencias, y tus brazos fueron un poquito mi sofá. Mi cabeza disfrutó de tu hombro,  y tus caricias tiernas, las de después de las refriegas, fueron sonrisas para mi piel. Y hubo algunos besos de los buenos. 

                    Pero en unas horas no se recuperan meses de frialdad extrema, y a veces, me callé comentarios que prejuzgué inapropiados. Poco a poco. Danos tiempo. Cúmpleme, como un hombre que se viste por los pies, con  lo único que te he pedido: no vuelvas a cerrar la puerta. Yo, a cambio, prometo no barrerte la casa,  ni ordenar tus cajones,  ni elegir tus sentimientos.

                    Tampoco estuvo mal el sexo, no? Mejorable, mucho, pero yo no estaba muy suelta que digamos, porque, sinceramente, pensaba que no iba a funcionar. Mi autoestima pasa por horas bajas, y eso amarga los desnudos. Últimamente no tuve indicios de que tengas pensamientos impuros  hacia mi persona y  sé que  lo de Berlín no fue por la calefacción, aunque nunca lo hemos hablado... De hecho, creo que nunca ha sido como en Viena. 

                   Espero que reconozcas que nos falta rodaje. Práctica. Frecuencia. Tampoco ayuda el escenario, las prisas... Aunque el sexo contigo siempre peca de celeridad, de impaciencia, parco en preliminares. No es necesario hacer el amor para un polvo vainilla, no? Para jugar. De hecho, te pones muy serio. No pareces tú, Mr. Hyde.

                    Y te aseguro que yo puedo ser muy buena. La falsa modestia sobra en esto, y la poligamia no mejora la maestría. Tiene más mérito mantener el interés y las ganas muchos años en la misma pareja, que saltar de una a otra cama según te aburres.  Pero, claro, te faltan tablas, mundo, confianza en otros escenarios. Me quedo con la sensación, casi siempre, de haber suspendido contigo. De que soy capaz de subirte al cielo y te dejo en una nube baja. 

                   El problema es que mi ego piensa que te sientes más cómodo en el platonismo. 

                   Pero esto lo dejaremos para otra conversación inconversada, que ya he llegado. Es lo bueno de trabajar lejos, que te hablas por el camino. Si te hace un café,  o un beso, regálamelos.

                   Besos mil.


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