
Altera la resolución de los asuntos diarios, porque nuestro ego sufre la tentación de dejar huella, para bien o para mal.
La certeza del punto de inflexión, detona bombas emocionales, finales o comienzos inesperados, cariños que latían esperando su momento, que afloran ante la inminencia de un desenlace. Confesamos verdades o mentiras, declaramos intenciones y sentimientos, y recibimos puñaladas...o besos.
Fascinante, ¿no? Que prever finales genere principios, y anticipar cambios devuelva todo a su lugar.
Qué complejo es despegarse de los apegos.
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