jueves, 25 de julio de 2019

PRÓLOGO

               PRÓLOGO


               
               Cuando las circunstancias familiares impiden su fórmula habitual, se apañan en el piso compartido de él. Falta un metro de cama,  sobran grados de temperatura, que el ventilador de cuarto de soltero no da abasto ante sus ganas de divorciados, y casi siempre les falta algo de tiempo para el último. Ganas todavía no. 

               El azar quiso que ella hoy tuviese excusa para dormir fuera, y los cohabitantes de él no lleguen hasta mediodía...de mañana, así que después del aquitepilloaquitemato inevitable después de tantos días, y desprendida la sal epidérmica en la ducha, cayeron acurrucados, como si fueran pareja, poniéndose al día de las nimiedades de sus respectivas vidas, nada rutinarias, por cierto. Él cambia a su antojo  la banda sonora con los"okgoogle" y ella se sigue dejando sorprender por la música, las pelis, las ocurrencias y el sentido del humor que sale de su  inquietante cabeza. Y las manos, que la acarician con la eficiencia de quien se fija en los detalles. Hace meses que no la sorprendían para bien. Es el amante más suave, cómodo y entretenido que ha tenido desde...tiempo.  Cuando lea ésto, abusará de la sonrisita traviesa que le achina los ojos,  pero que le sienta bien  y suele terminar en beso de colegas de los que se tocan.

               Aprovechando que la perspectiva desde los ojos de él no le permite ver los de ella, recostada la cara en su hombro,  los cierra  para descansar un rato, sólo unos minutos, jugando a enredarle los rizos del pecho para no dormirse del todo, mientras  la pone al día de las diferencias que supone el esfuerzo de los actores porno en el rodaje de una peli respecto a una sesión de fotos. Ahí hay tema.

               La caricia de una pluma, o a saber qué, en el hombro izquierdo, la hace volver del sueño. Sigue en la misma postura, pero falta él. Se remueve para intentar despertarse mientras siente que algo tira suavemente de sus muñecas abriéndole los brazos de par en par. El sopor no le deja resistir y las piernas también parecen abrirse y estirarse siguiendo la sutil invitación de los grilletes de sus tobillos. Es todo tan suave que parece que ha sido ella la que se ha desperezado para quedarse boca arriba, con los miembros cual aspas de molino, sujetos a las cuatro esquinitas que tiene su cama, con los cuatro angelitos que se la guardan. Angelitos malos, claro, de los que tienen sexo. El ruido del ventilador a su izquierda le recuerda dónde estaba, y cuando empieza a entender qué pasa, el antifaz que le coloca  impide que llegue a abrir los ojos, y se le escapa una risita tonta, que su colega de los que la tocan le remeda.

               Se acerca. A horcajadas sobre ella, pero sin rozarla. Está todo lo expuesta que se puede estar al cuerpo  y las ganas de él, cómoda pero firmemente sujeta y cegada. La temperatura perfecta, la música de su lista de Spotify especial bondage, primera lección, y el tono  con el que él le cuenta que ahora está a su disposición y que va a sentir placer, lo quiera o no, le impiden cerrar la sonrisa.

               Está más desnuda que nunca,  y a su entrepierna le faltan manos para tirar de la de él.

               La noche promete. 




               CAPÍTULO 1


                                                       CENSURADO

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