Las palabras fueron "tú, como nosotros, eres un fallo del sistema". El nosotros incluía a otro compañero y amigo igual de honesto, andaluz, médico y rojo, por lo que generosamente me incluía en un grupo de personas que para mí es selecto, y el contexto que lo explica era una conversación de esas de tapita y cerveza en mano, de pie, que es como se charla amistosamente, con varios compañeros galenos, acerca de nuestra batalla diaria, intentando hacer nuestro trabajo en un servicio sanitario público tan hundido, que ya no vemos la luz.
Ellos, aunque me llevan pocos años, me revolean en experiencia y conocimiento, no ya profesional, sino en lides vitales y modo de conducirse. Por eso su manera positiva y animosa de afrontar las canalladas, pero sin ilusiones vanas, con los pies en el suelo, me merecen un respeto entrañable. Muy fan vuestro, M. y G.
El caso es que el extraño piropo me hizo reflexionar sobre la situación política y social que atravesamos, y en cómo últimamente me he dejado llevar por la corriente derrotista y conformista que domina el sentir ciudadano, en el que, efectivamente, los que no comulgamos con ruedas de molino, suponemos fallos para el sistema, cuando deberíamos ser legión contra el mismo.
En pleno siglo XXI, con el mayor acceso a la información de toda la historia, la libertad de pensamiento y obra y la diversidad intelectual deberían haberse globalizado, y sin embargo, la sensación de pensamiento y comportamiento social unificado y borreguil es asfixiante. Siempre pensé que el 1984 de Orwell era una ficción de terror psicopático...y quizá termine siendo novela premonitoria, por así decirlo. Nos lo estamos ganando a pulso a base acumular indolencia social, acomodamiento y ausencia de amor propio. Y ajeno.
Me incluyo. Porque aunque mi amigo me haya contado dentro del selecto grupo de fallos del sistema, reconozco que mi implicación es más teórica que práctica, individualista y falta de eco y consecuencia. Me limito a protestar en la mayoría de variedades posibles, pero sin dejar que me salpique la pudredumbre, con la excusa conservadora de que tengo unos hijos que dependen de mi sueldo y de que mi acción individual no repercute en las alturas...pero, paradójicamente, animo a mis pacientes a reclamar por escrito, porque cada queja cuenta, y a mis conocidos a votar en cada elección, porque cada voto cuenta, a reciclar, porque cada botella y plástico cuenta...
Será que las navidades cada vez me gustan menos, y que el frío me pone nostálgica y apesadumbrada, pero pienso que uno de mis propósitos futuros debe ser tomar conciencia de la importancia de cada fallo del sistema, ser consecuente con mis valores y militar por ellos. Es cierto que a mis hijos les tengo que proporcionar casa, alimento, cuidados y educación, pero también herramientas intelectuales y emocionales para que sean personas dignas, no individuos numerados, sino capaces de pensar libremente y actuar cuestionando los supuestos sociales establecidos.Le tengo que dar una pensada a mi estrategia, pero me gusta la idea de que alguien me escuche contar mis ideas y experiencias, y sienta la empatía y admiración que yo disfruto hablando con estos amigos, enormes fallos del sistema.
Gracias por el cariño y la inspiración.
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