viernes, 4 de noviembre de 2022

VIAJAR CON PALO-SELFIE


            Hace unos años planeaba una escapada con dos amigas a Milán, y los astros se alinearon en su contra, pero no en la mía, así decidí dar el paso y viajar sola por primera vez en mi vida. Con 47 años, los vuelos y los hoteles reservados y asegurados por si cancelación, móvil, localizador, tarjeta sanitaria europea, y dos de crédito por lo que pudiera pasar.  A lo loco....

            El caso es que aquello cambió muchas cosas. La aventura no consistía en actividades de riesgo,  lugares exóticos, ni compañía difícil o desconocida, sino en viajar sola durante 5 días sin saber italiano y farfullando un muy básico inglés. La ventaja era que nadie conocido podía atestiguar mis cagadas, pero tampoco podían hacerme fotos para presumir de mis aciertos. Ahí entra mi primer palo selfie y mis descubrimientos acerca de ese formato de viaje, que he repetido dos veces más y no dudo seguir haciendo.

            En el último he constatado que hay pocas personas que viajen así: la palo-selfie-viajera es una mujer de cuarenta y muchos para adelante que viaja sola, con algunas excepciones. Y esto es así porque quien no viaja solo, tiene quien le haga fotos, y los más jóvenes, saben hacerse selfies sin palo. El factor de género  no lo tengo todavía justificado pero me inclino por el menor sentido del ridículo de las mujeres de esa edad.

            Mi primer palo selfie me enseñó muchas cosas. Después he roto dos más, pero  imitar mi torpeza no es obligatorio... Aprendí que aunque sigo siendo antifotogénica, haciendo 50 fotos, alguna sale bien, sin necesidad de darle indicaciones absurdas a nadie sobre cómo y desde dónde hacérmela, para que, igualmente, después no me guste ninguna. Y si se da el caso, no me molesta pedirme a mí  misma repetirla. Puedo ensayar posturas y caritas, porque nadie alrededor me conoce, y eso extermina el pudor. Y se liga más, porque de entrada, ya saben que vienes sola. Me han dicho...

            Chanzas aparte, recomiendo fervientemente la experiencia periódica de viajar sola, de perderte por las calles de una ciudad, pensando y disfrutando lo que ves  sin necesidad de comentar con nadie, pararte cuando y donde quieras, cambiar de plan, de hábitos, hablar con extraños, o intentar entenderte cuando no conoces el idioma, solucionar imprevistos sin ayuda ni opinión ajena. Descubrir luces, paisajes, olores, sonidos, con la libertad de elegir cuándo, dónde y cómo. La experiencia sin filtros.

            Y no hace falta irse lejos. Un par de provincias entre tu casa y tu destino, también deben servir.

            Estás tan sola, en el buen sentido, que llegado el momento te das cuenta de que tu cara es realmente el espejo de tu alma. Te vas conquistando a ti misma, poniéndote a prueba, riéndote de ti y perdonándote los fallos. Localizas tus puntos débiles y tus fortalezas. Te alejas del caos y hasta tomas decisiones o estableces fronteras.

             Igual no es para tanto, y estas líneas son  producto de la cercanía de mi última escapada, pero me ha sentado genial, como las otras. 

                     P.D: recomiendo intercalar un viaje palo selfie cada 2-3 familiares y/o 6-7 con "esa" persona....

           

No hay comentarios:

Publicar un comentario