Es la vuelta de tuerca de las listas electorales cerradas. No basta con que mi voto parlamentarice a individuos de los que no sé nada, ordenados en una lista a capricho y conveniencia de quien los propone, y que viven de la solvencia política de los que la encabezan. Además, esos mismos parlamentarios, no pueden votar en conciencia, sino que son meros pulsadores del botoncito, a la orden del que les manda.
Triste, muy triste.
Un país como el nuestro, resultado de mezclar pueblos de singular grandeza (Tartessos, Fenicios, Romanos, Árabes, Judíos....), con antepasados capaces de llegar a América, de descubrir la penicilina y la fregona, y de escribir el Quijote, debería ser algo más que una masa aborregada. Debería exportar iniciativa, en lugar de desidia.

Si ese día se rompe la disciplina de voto y se aprueba esa nefasta ley, patalearé desde mi madriguera, sin más remedio que acatar la voluntad de la mayoría. Pero si se aprueba por unanimidad, amordazando la opinión de algún parlamentario, en favor de la disciplina de partido, será una ley doblemente vergonzante.
No me atrevo a esperar que no se apruebe, pero estaría genial que me taparan la boca con semejante sorpresa....Por dar ideas...
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