viernes, 14 de marzo de 2014

VER SIN MIRAR

           Para sentir cerca a una persona, no basta con verla o frecuentarla. Hay que mirarla. Un matiz aparentemente sutil, pero que marca la diferencia entre coexistencia y relación.

           La vista no es más que un sentido, que informa de  presencia o ausencia, de la apariencia. No más.


          La mirada es un proceso íntimo y complejo, que precisa del conjuro de los cinco sentidos, que te cuenta  el estado y la actitud de la persona hacia tí.


          Los expertos en miradas, los que la practican como un arte, emplean, además, el sexto sentido, el que  cuenta las necesidades del alma.

          Una mirada a la distancia oportuna, tiene poder sanador, vitalizante, o por el contrario, puede fulminar. Pero nadie  enamora, ni mata, de un vistazo.


          Y sucede que,  igual que se cansa la vista,  lo hace la mirada. Con la salvedad de que la fatiga visual se corrige con lentes,  pero el cansancio de la mirada no, por su etiología:  se agota  por ausencia de reflejo, por inanición, por ser unidireccional.


          Suerte que tiene tratamiento. Una dosis de choque de atención, de reciprocidad y de estímulo sensorial pleno, provoca la sanación inmediata, en grado proporcional al empleo de los  cinco sentidos que se aplique. Obviamente, debe seguirse de una pauta de mantenimiento, que evite recaídas fatales.


          Sé de lo que hablo,  porque llevo siglos mirándote, sin sentirte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario