Ayer, Viernes Santo, me dio un ataque de tradición. Leve, no llegué a ver cofradías. Pero si que me zampé mi plato de garbanzos con bacalao al estilo vigilia, y pasé la sobremesa viendo Ben Hur. Ni más ni menos.
Recuerdo que en mi niñez, los Viernes Santo se pasaban en casa, porque los papás habían salido de Madrugá y no tenían cuerpo para paseitos. Así que después de almorzar, a unos les tocaba siesta y a otros el peliculón de ese año. Ben Hur, La Biblia, Moisés, Los Diez mandamientos, Barrabás...
A veces le daban un patadón al sentido común y ponían Cleopatra o Sansón y Dalila. Como había esclavos, desiertos y romanos, colaba.
Pues ayer en casa, igual, pero sin Madrugá previa, que mi marido y yo nos hemos vuelto ateos practicantes.
La cosa es que me apetecía ver uno de esos largometrajes histórico-religioso-epopeya con mis niños, por ver sus reacciones ante películas de tal envergadura, y por situarlos un poco en la época en que sucede la Semana Santa, que aunque no den religión, viven en Sevilla, y me da cosa que llamen carrozas a los pasos, toldos a los palios y velas a los cirios. Y que pienso que a Cristo, como personaje real y defensor de una ética universalmente válida, hay que conocerlo. Al margen de creencias.
Pues durante toda la semana no he sido capaz de encontrar ninguna de estas películas en la programación. Al menos en horario que nos viniera bien. Hasta ayer. Así que nos acomodamos en el sofá, dispuestos a explicar cada detalle de casi tres horas de peli, a unos niños que nunca vieron una de romanos y tienen escasas referencias de religión.
Disfruté a medias.
Resulta que la reacción que me provocó Ben Hur ayer, no tiene nada que ver con las n veces anteriores. Pasó de ser un relato de aventuras religiosas y de héroes, a una peli de mayores, con calificación revisable para mi gusto, porque consta como autorizada para todos los públicos, según varias páginas especializadas.. No soy tiquismiquis, ni conservadora, ni extremista. Lo deduje de la reacción de mis hijos ante determinadas escenas, y de mi extrañeza al percatarme de que yo nunca tuve, o no recuerdo, dichas reacciones.
En Ben Hur se venden personas, se muestran tobillos sangrantes,
encadenados con grilletes, se azota, se atraviesan hombres con lanzas y
espadas, se ven brazos y piernas amputados, y se deja morir abandonados
a los leprosos. Se permiten carreras de cuadrigas con "llantas
ilegales" que destrozan ruedas, piernas del contrario, y patas de los
caballos. Se muestra como las cuadrigas arrastran los cuerpos de los
atropellados. Se condena a muerte a un hombre por sus ideas, y se le
condena a crucifixión tras hacerle cargar, sangrante y herido, con la
cruz en la que se le castiga. Se azota al hombre que intenta darle de
beber. Se muestra el rio de sangre que parte de las manos del
crucificado. Sangre, por mucho que sea del hijo de Dios, corriendo por
el suelo, como en las de Tarantino. Por no hablar de las referencias
gays, y el personaje de mariquita mala de Mesala, que todavía no
alcanzan a adivinar los niños. Pero les extrañó tanto hombre con el
torso descubierto y sudoroso, y tanta mirada profunda....
Cualquier película actual que presentase escenas tales, no sería
autorizada para menores, ni programable en horario infantil. Y nosotros
las hemos visto durante generaciones, sin percatarnos, al menos yo,
de la crudeza de las escenas.
Me sentí mal por la elección, y bien por la reacción de los niños. Son
sensibles ante la violencia y las injusticias, ante heridos,
condenados y maltratados, a pesar de ver Bob Esponja y esperpentos
parecidos. Entendieron la crueldad de la vida en aquella época, el valor
de la filosofía que intentó enseñar Jesús, las consecuencias de pensar
distinto, y la importancia que tuvo para la Historia, aunque creas, como
yo, que fue hijo de un carpintero sin ínfulas de creador, más que de
mesas y puertas. Su idea de la normalidad y la lógica no casaba con
aquellas escenas, igual que no entienden que se venere la imagen de un
señor maltratado y muerto en una cruz, ni que a su madre, con el corazón
partido en dos, la vistan de reina con todos los lujos imaginables.
Aprovechamos para hablarles de su bisabuelo Bernardino, condenado en
la posguerra a la cárcel de La Ranilla por rojo, donde,
paradojicamente, fué encargado de pintar, como artista que era, la
imagen de la Virgen del Pópulo. Advocación muy apropiada para un
defensor de la voz del pueblo. Ironías de la vida.
Así que para mis hijos,Ben Hur es la historia de las vidas paralelas de
dos hombres, injustamente condenados, como su bisabuelo.
Qué privilegio ser padres y educar en tus ideas.
P.D: Asumo que este post tuerza la sonrisa de muchos,
que me tacharán de extremista. Pero los que me conocen saben que no, que mi respeto por las creencias y tradiciones de los demás es bandera. Pero aunque la Macarena por Trajano emocione sin fe, no es mi credo.
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