Importarte. Me dices que te importo, como quien regala. ¿Qué importa que te importe, cuando importarte no es importante para mí.?
Importarte sería importante si le dieras importancia a mis besos, a las cosas que me pasan, a lo que pienso, y siento. Si mis importancias fueran importantes para ti. Porque cuando te importan las importancias de alguien, ese alguien se siente importante. Y yo no lo siento. Siento que te importo tanto como la literatura, los amaneceres, o un desayuno equilibrado. La vida es mejor con ellos, pero no los precisas para respirar.
Tanto te importo, que esta reclamación quedará como las otras, sin contestar, y me volveré a sentir como quien va invitada a una boda para completar una mesa coja. Así de importante y desechable.
Hasta ayer, me importaba cansarte con mis insistencias, enfadarte con mis decepciones. Pero no puedo seguir disfrazada, porque comprendí, a base de nudos en la garganta, que no te importa.
Y me importa dolorosamente que no veas nuestra importante distancia. O que no te importe hacerlo.
No quiero importarte. Quiero que me quieras y que te importe que yo lo sienta. Pero eres incapaz de invitarme a un rincón importante de tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario