Hay que tener cuidado con lo que uno desea, porque a veces, va y se cumple.
Quien haya tenido la generosidad de leerme algunas veces, ya sabe que soy Médico, que trabajo en Atención Primaria, y que me encanta. Un bicho raro. Y como los seres humanos somos egoístas y torpes, tenemos la costumbre insana de aburrirnos hasta de lo bueno, y de terminar protestando siempre, ya sea por ser demasiado rico, porque te quieran demasiado, o por ser demasiado guapa. La cosa es protestar.
Pues yo también. Cientos de veces he protestado, justamente, todo hay que decirlo, por las condiciones en que trabajamos los sanitarios de la Pública. No menos veces me he quejado de la impunidad, indolencia y desahogo con que los usuarios usan y abusan de un servicio como la sanidad, sin comprender que el centro de salud no es su derecho, sino un servicio que intenta garantizar el derecho a la Salud. Si no cuidamos el servicio, no garantizamos el derecho.
Han sido tantas las noches de guardia en que se me ha despertado de madrugada, por demandas tan pueriles como fiebre de 37.5 de quince minutos de evolución en joven de 20 años, que acaba de regresar de una fiesta, que he perdido la cuenta. Cuando llevas doce horas o más, sin parar de atender demandas similares (una de cada cinco, merecen atención médica...), la cosa te sienta como algo tan borde, que no debo escribirlo. Y se te vienen a la cabeza frases como " es usted imbécil", "vete al cuerno" o "tuve que estudiar arquitectura". Pero te callas. E intentas no poner mala cara, ni contestar bruscamente, porque te juegas que el usuario te ponga una reclamación porque no le has hecho la ola al entrar, ni le has sonreído para darle la bienvenida. A veces, lo confieso, he contestado con cara de sota, diciendo..."¿y cual es la urgencia?" Pero esto es una mala costumbre que se me ha pegado de un amigo. Te quedas a gusto, eso si...
Toda esta situación repetida a lo largo de años, se convierte en una tortura china, y terminas diciendo cosas como "Si les costase dinero, no venían por tonterías", o "Deberían cobrar por cada visita". Ea. Deseo cumplido. De nuestras propias filas, del representante de Colegios de Médicos, surge la propuesta de cobrar al usuario que demande atención urgente sin que su caso lo requiera. Y con el cuadro de Ministros que gastamos, huele a proyectazo de ley para celebrar el viernes de Dolores, como muy tarde....
Pues ahora, por aquello de llevar la contraria, me desdigo. No puedo estar de acuerdo con una medida tan zafia y arbitraria. Si a veces ni los médicos sabemos a tiempo la magnitud de una urgencia, un usuario no tiene por qué saberlo antes de acudir. Si, si, me he ido al otro extremo, y cualquiera sabe que un raspón en las rodillas porque se cae el niño corriendo, no es urgente, y me consta que acuden. Pero ese es un inconveniente que viene con el cargo... Lo que reprocho es la medida, no niego la necesidad de solucionar el problema.
La clave está en la Educación, como casi todo. La población no tiene educación sanitaria, no es consciente de su responsabilidad ante su estado de salud y sus cuidados, y delega todo tipo de problema sanitario al sistema. Todos tienen miedo. Ante una fiebre, no piensan en un catarro, que dura una semana y que hay que tomar liquidos, paracetamol y reposo relativo. Piensan que es una neumonía, que hay que hacer una radiografia urgente y si al día siguiente no está mejor, hay que ingresarlo.
Si un niño vomita después de un cumpleaños, no piensan en un empacho de golosinas. Acuden a urgencias y te exigen que consigas que no vuelva a vomitar. Nunca. Porque si llegan a casa y sigue vomitando, van a volver.
Podría citar miles de casos similares, y en todos ellos el origen de la consulta es no saber qué hacer, y no asumir la responsabilidad de los cuidados, propios o de su familia. Es falta de educación sanitaria. Y eso no se resuelve pagando por cada consulta, igual que la letra no entra con sangre.
Esa medida es absurda sin una base previa, sin un proyecto para educar a la población, para darle armas en forma de conocimiento para que resuelvan sus banalidades, y sepan discernir cuando precisan ayuda.
Por no hablar de que, como cualquier medida pecuniaria, es discriminatoria, por muy bajo que sea el importe. Si una sola persona muere, o empeora su estado de salud por no consultar, temiendo la multa, estamos vulnerando un derecho fundamental.
No creo en esta medida, ni en su poder disuasorio. Eduquemos, señores, hagamos hincapié en la formación, introduzcamos una asignatura en la que se enseñe a los individuos a no depender del sistema para absolutamente todo, y tendremos usuarios que aprecien y respeten el servicio que intenta garantizar su derecho.
1 comentario:
No puede estar más de acuerdo contigo educación y más educación es lo que necesitamos
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