jueves, 14 de marzo de 2013

OPERARIO

operario, ria.
(Del lat. operarĭus).
1. m. y f. obrero (trabajador manual).
2. m. En algunas órdenes y congregaciones religiosas, religioso destinado a cuidar de lo espiritual, confesando y asistiendo a los enfermos y moribundos.


 
               Deben existir pocas cosas menos estimulantes que notar que tu amante se convierte en operario. No sé donde lo he leído, pero se me ha quedado en la cabeza, y estoy de acuerdo.
              No vivo en princelandia, y soy de relaciones largas (una, que yo sepa...).  El tiempo te enseña que el amor  no se muere a los siete años, ni mucho menos, pero la pasión, entendida como intensidad del apetito sexual, oscila. Para bien y para mal. Yo he pasado por sequías y por tifones. Y desde el monzón te digo que, a veces, no se ven estrellitas. 
              El secreto de que dure es aprender a echar a la rutina de la cama (y del sillón, de la ducha, del despacho...), para que ninguno de los dos sufra el  Síndrome de Malfo. Se puede. Doy fe. La batería de las estrellitas es recargable.
             Por mucho amor que el operario ponga en su trabajo manual, para ver constelaciones se precisa un artista, alguien que ponga intención, ganas, ilusiones en lo que hace. Que busque expresar lo que siente. 

            Cuando te trabaja un artista, la sonrisa te dura días. Porque se palpa la inspiración cuando le tienes cerca, porque te hace sentirte musa, no masa.

            Debe ser triste estar en una cama sin sentirte deseada. Compartir paredes sin tener la certeza de que, en cualquier momento, te van a robar un beso, o una caricia, o hacerte una obra de arte...Darte la vuelta en la cama, sabiendo que hay demasiados focos para ver las estrellas. Tener la sensación de que pasan las horas y no le interesa ponerte una mano encima.

            Un buen operario puede ser cualquiera, pero yo no quiero trabajos bien hechos, sino arte, aunque sea abstracto.

            Ahora voy, artista...

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