Nada existe hasta que alguien lo piensa, o lo sueña. Verbalizar las ideas las torna reales, bien sea en forma oral o escrita.
La ventaja de escribir es que dotar de entidad a un sentimiento, al plasmarlo negro sobre blanco, es menos arriesgado que hacerlo sonar. Hablarlo no es efectivo si nadie escucha, porque no hay reverberación, ni respuesta que pruebe su existencia, y a su vez, dicha respuesta puede ser indeseable. Pero al escribirlo, el efecto se materializa sobre el papel, su realidad se hace palpable y visible, con la ventaja de poder destruir el soporte a conveniencia nuestra, o del entorno, y con él, el mensaje. Algo así como tirar la piedra, esconder la mano, y fallar el blanco: ya no te pesa la piedra, pero no le has dado a nadie, y no hay testigo que te acuse.
Esta técnica de autovaciado del alma y las pulsiones, también es válida para los buenos pensamientos y sus intenciones. Es por ello que los que nos atrevemos a escribir, con más o menos acierto, defendamos el poder terapéutico de la escritura, y la aconsejamos como técnica ansiolítica y sanadora de duelos. Es por eso que abundan los libros sobre cosas que no sirven para comer, ni vender, ni usar, libros de historias, fantasías, sentimientos, filosofías e irrealidades, que alguien, algún dia, pensó.
Así que, papel y tinta, y que ustedes se desahoguen bien.
P.D: Nunca destruyan algo escrito si no están seguros de querer olvidarlo. A veces es reciclable. Ni lo tiren a la papelera si no la van a vaciar ustedes mismos...
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