miércoles, 10 de febrero de 2016

¡AL CIELO CON ELLA, ANTONIO!

                               Si hoy sentís que las campanas tañen  tristes, que el viento llora por las esquinas, y hasta el cielo precisa llover, no estáis locos. Son las calles de Sevilla, de luto por Antonio López, capataz de buena ley.

                               La casualidad quiso que se fuese un día antes de la Cuaresma, pero algunos sospechamos que no ha sido coincidencia. Que Antonio tenía una pena grande, porque este año su salud no  le permitiría ir delante de ningún paso, y que miró al cielo, y los de arriba, que tanto lo quieren por cómo los paseaba por su Sevilla, se lo han llevado para que contemple con ellos  la Semana Santa, desde el Palco de Autoridades, entre su Virgen de las Angustias y el Señor de la Salud.

                               El López  deja decenas de huérfanos aquí abajo. Los cuatro que crió con su Carmen, y todos los que acogió en cada trabajadera de tantos  pasos que acompañó, porque decía que él no los mandaba, que él acompañaba a su cuadrilla, que sus costaleros del alma ya sabían lo que tenían que hacer.

                               ¿Qué decir que no se haya dicho ya de ti, con mucho más talento que el mio? Sirvan estas líneas para despedirme,  junto con las lagrimitas que  se me escaparon. Me quedo con cada sonrisa que me regalaste, con cada piropo de padre, y el cariño con el que me llamabas tu médica, aunque nunca te haya recetado ni una aspirina.

                                Me quedo con el Antonio  de la familia, el abuelo de mis sobrinos, confiando en que nos eche una mano desde donde esté. Los que te apreciamos, consolaremos a los que dejas aquí. 

                                ¡Al cielo con Ella, Antonio!
                                 
                               
                                 Al cielo, Antonio. Con Ella...

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