miércoles, 22 de enero de 2020

A VER QUÉ SUENA...

         Ni que decir tiene, que el tiempo que éste nuestro nuevo gobierno de izquierdas dure, lo voy a disfrutar como los matrimonios antiguos: para lo bueno y para lo malo.  Digo lo que dure, porque  aunque  me gusten las utopías, y sueño del lado izquierdo, sin verme  aún de rojo intenso, no me falta el raciocinio  justo que la educación, la lectura y mi edad me permitieron acervar, y su peso me ancla los pies a la tierra. Pedro y Pablo, como los apóstoles y los Picapiedra, no son para este mundo. Bueno, discrepo de mí misma. Sí que lo son, pero no lo van a tener fácil.

           Lo único que sostiene este loable y tardío invento izquierdoso es la ilusión de millones de votantes, porque tienen todo el contexto en contra. Pero ese único es mayúsculo, porque  mana de la voluntad de una mayoría del pueblo, de la ilusión de los que  primamos la filosofía de izquierda, la de que no  todos somos iguales, pero sí que debemos tener los mismos derechos y oportunidades. 

           Pues bien, una vez sacudido el aturdimiento, asimilando que es real y que sí se puede, toca disfrutar y vivir este proceso. Repito, dure lo que dure, pero nadie me quitará poder recordar que una vez, contra todo pronóstico, España intentó girar a la izquierda. 

           Eso si, como salga bien....soy capaz de jurar bandera.

           Decía lo de  para lo bueno y lo malo, porque igual que me alegra el desayuno el goteo de posibles, de planes, de proyectos y afanes que el gobierno va dejando caer, apechugo con las salidas de tono, las burradas y las vueltas al NO&DO, al blanco y negro, que rezuman las declaraciones de la envilecida extrema oposición. A ellos, que tanto gustan de la tauromaquia, vamos a tener que torearlos fino, que huelen el miedo y cornean buscando las femorales.

            Es el contrasentido y lo peligroso de esta situación, que las buenas intenciones van a lidiar con malas formas, con puñaladas traperas. Si la clase política de uno y otro lado, y aquí reparto para ambos, es capaz de demostrar que de verdad la tienen (la clase), puede ser un periodo fascinante, de aprendizaje  y de participación de todos, con buen  o mal final, pero del que nazca un concepto de política útil y racional, por y para la ciudadanía. Afanándose cada cual en conseguir su  objetivo, claro, pero respetando las normas, las personas y las instituciones. Que mucho hablar de reformar la Constitución, cuando  hay que empezar reformando la política. 

            Pero me temo, viendo como amanece la legislatura, que terminaremos asqueados, enterrados en basura vomitada sobre nosotros los ciudadanos, en forma de antidebates, de broncas, de barullos...de ruido. De mucho  ruido. 

            Y el ruido no deja oír la música, como estrategia de los cobardes sin argumento. 

            Ahí lo dejo. A ver qué suena.

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