jueves, 26 de marzo de 2020

MENOS MAL...

         Menos mal que no me hiciste caso.

         Menos mal que nos sobran ganas, desde antes de esta cuarentena.

         Menos mal que vives cerca, y caminas sin ruido, y la poli pasa poco por las calles escasas que nos separan. Menos mal que nadie te vio, porque nadie hay en las ventanas chivatas. Menos mal que mis vecinos, mayores, saben que pueden llamar a mi puerta, que yo les abro. Menos mal que pensé que eras uno de ellos, y te abrí.

         Menos mal que aprovechaste mi  parálisis transitoria por la sorpresa para colarte dentro, sin tocar nada, con tus guantes y tu mascarilla de superhéroe, a juego contigo. Menos mal que, mientras te duchabas para protegerme de la posible ponzoña coronavírica de tu cuerpo adorado, me cuentas que has encargado pizza para dos...y claro, no me la voy a comer sola....

         Así que sales de mi baño, uniformado con la toalla más pequeña que había, y me atacas con la sonrisa que me sedujo el día que te acercaste. Hace siglos, milenios, que tus manos no cercaban mi cintura, y tus besos se han hecho querer más de lo que pensaba. Tu piel lo inunda todo. Sabes a chocolate con sal, y mis dedos peinan tu cuerpo mientras intento abarcarte. El encanto de los hombres grandes.

         Toda la prisa que te contaba hace un horas, todas las ganas de  sentirte dentro, pasan al segundo plano, porque ya tengo tus labios aquí, donde señalo, tus ojos de cerca, tus manos por todas partes, y tus piernas acariciando las mías. Tu toalla desapareció antes que mi ropa, pero ya estamos empatados.

         Que bien se vive entre tu cuerpo y que suerte que te guste tanto el mio.

         Siendo justos, no hace ni dos semanas de la última vez, pero cuando la ley seca te pilla justo en pleno enganche, el síndrome de abstinencia es tremendo. Doy fe. Y aquí estamos, rodando uno sobre el otro, Catando, lamiendo, mordiendo. Entrando, bajando, temblando. Susurrando, gimiendo, aplazando. Tus caderas controlan mi ritmo cardíaco, y las sábanas dicen que me voy a deshidratar. Menos mal que controlas los tiempos. Menos mal que me dosificas los placeres. Menos mal que has venido...

           Menos mal que suena el despertador, y así no tengo que reñirte  por saltarte el confinamiento, y acudir a mi casa con nocturnidad y alevosía, emulando a  Don Juan.

           Menos mal que vivo intensamente mis sueños. 

           Menos mal que nadie puede saber si ésto es cierto...

2 comentarios:

Juan dijo...

Me has dejado muerto pelao

Yo no soy sonsi dijo...

Jajajajajajajajaja....No me lo puedo creer.

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