Hay que ver que no te vas...con el tiempo que hace que te fuiste.
Es curioso como va cambiando el recuerdo de quien nos duele. En estos 8 años desde que te perdimos, he pasado de herida lancinante cada vez que te nombraba, a sonrisa serena recordando tus cosas, atravesando todos los grados de pena, rabia, nostalgia... Y toda la gama de dolor.
A día de hoy puedo afirmar que no te olvidaré nunca, que te tengo presente muy a menudo, y que lo seguiré haciendo. Que tengo clara la importancia de tu breve vida en la mía y la de mis hijos, y sobre todo, la enorme pérdida que supuso.
Las cosas hubieran sido más fáciles en los últimos años contigo cerca. La vida entera sería mucho más fácil. Y yo no tendría, en días como hoy, este nudito en la garganta y la lágrima fácil con tus fotos, donde sonríes con los ojos, pero no te mueves, ni te oigo, ni te abrazo...
Suerte grande la mía, de que me hayas querido. Y de que no te vayas.
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