No es que sepa de su obra, ni mucho menos...Pero lo poco que leí me provocó sensaciones encontradas.
Eso corrobora lo grande de su talento: provoca sensaciones.
Primero leí El coronel no tiene quien le escriba. Recuerdo que me resultó denso, quizá lo cogí demasiado pronto. Pero descubrí su forma de describir la carne con la que sienten sus personajes, y la maestría con que te coloca en el contexto. Tengo pendiente releerlo, ahora que me eduqué un poco más. Después, hace unos años, El amor en los tiempos del cólera, que resulta tan amargamente placentero como un bocado de chocolate negro, (pero de 80% para arriba, ahora que está tan de moda...). Y eso que yo soy de chocolate con leche.
Todo lo demás han sido artículos sueltos y fragmentos de sus obras. Que a este Señor hay que leerlo con los machos apretados.
Hoy las redes me han dejado este trozo suyo, y me vuelve la bipolaridad. Me gusta que se aprecie la belleza cruda de una mujer redonda, por dentro y por fuera. De esa mujer cuyo físico no impacta, para bien ni para mal, y que es tan redonda por dentro que fascina. Entiendan redonda como terminada, conseguida, sin aristas. Elogio la madurez del que considera mujer exquisita a la que no necesita artificio.
Pero la horda de mensajitos, frases hechas y viñetas que inundan los canales comunicativos cada día, apostando por este tipo de sensibilidades, hace que las mujeres no exquisitas, como yo, nos sintamos incómodas.
Si, soy así de frívola.

Tengo un hombre que me hace feliz, pero no me molesta, en absoluto, que otro me tire los tejos. Ya sabré yo qué hacer con los tejos dichosos...
Me tiño las canas, faltaría más, y no voy con cola de caballo desde los trece. Porque hay que ser muy guapa para atreverse.
Soy vergonzosamente superficial, nada exquisita y digna del mayor oprobio. Pero eso lo disimulo yo con mi estuche de maquillaje.
Supongo que nacer sin perfecciones externas crea seres inseguros como yo, que precisan de chapa y pintura diarios. Intento ser, al menos, redonda por dentro, expiar mis culpas, cultivar mis mijitas buenas... Quizás leyendo a genios como Gabo García Márquez. A ver que pasa...