miércoles, 11 de diciembre de 2013

EXCOMULGADA, POR LO MENOS.

                  Anoche viví una experiencia religiosa. Lo digo porque, lo que hice, merece pena de excomunión en la religión que practico: traicioné a mi dios (Jon Bon Jovi) asistiendo a un concierto de la nueva niña Disney: Violetta (Martina Stoessel). 

                 No sólo fui, que podría perdonarse. Además llevaba puesta la camiseta del grupo, me sabía la mayoría de las canciones (una semana escuchando el CD en el coche), y me lo pasé bomba. Soy lo peor. Traiciono a la religión que yo misma me hice a medida.

                 Claro que fue por una buena causa: mi hija. Como buena preadolescente, se ha hecho fan de la serie de Disney de moda, de la que probablemente no se acuerde el año que viene. Pero ahora, todo en su cuarto, su vida y su  conversación, es Violetta. Le regalamos las entradas por su cumple, y como todavía no puede ir sola, le tocó acompañarla a  mamá.

                 Confieso que al final, el regalo fue para mí. Disfruté más de hora y media, de sonrisa de oreja a oreja de la cara más bonita que ha parío mare: mi niña. Rebosaba entusiasmo, levitaba, casi...Aplaudía, gritaba, bailaba y cantaba cada canción. Seguro que tiene agujetas en los párpados, de tanto que abría los ojos. Cada dos por tres, me daba un pellizquillo para que sacara fotos. Acabó, como buena hija de su madre, ronca y extenuada, pero con ganas de más. Apunta maneras. 

                Aprovecho, además, para recomendar el espectáculo. La música puede gustarte o no, pero no cabe  discusión  en que la puesta en escena es espectacular, y los chicos cantan y bailan para quitarse el sombrero. No faltó el beso, la protagonista sobrevolando al público, ni la lluvia de  corazoncitos violetas. Se dejan el pellejo. No aguantan  como dios, que les saca casi 40 años...pero por eso es único.



             Total, que de mi pecado estoy sufriendo la penitencia, porque  se me han  pegado los estribillos, y me sorprendo  tarareando canciones de Violetta en la ducha...y saco también una conclusión, una enseñanza: voy a ir pasando de los regalos materiales para mis niños, a las experiencias. Voy a intentar regalarles momentos. Viajes, conciertos, aventuras. De forma que en mi regalo, ellos me devuelvan el suyo: su sonrisa y el brillo de la felicidad de sus ojos.

            Voy a escribir la carta de los Reyes...Necesito una guía de espectáculos y un mapa...

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