Hay cariños limpios, amores eternos, y quereres secretos. Todo cabe en el universo de las relaciones, entre animales mínimamente racionales.
Lo intolerable es jugar con el corazón del otro, cambiar las reglas del juego al son de las mareas propias, y culpar al destino, las circustancias, o la forma de ser, para justificar egoístamente las cobardías o los caprichos.

Racanear los besos es despreciarlos, es asesinar el cariño, arrasar los sueños.
Y los abrazos mudos son un torniquete egoísta, que sólo alivia a quien lo da, pero no detiene la hemorragia del que lo recibe. Basta de abrazos mudos, que se desangra. Y sabes cómo salvarle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario