martes, 19 de mayo de 2015

CASTIGADO SIN SALIR

                       De nada sirve esta arenga entusiasta,  este patético alegato del corazón a la cabeza, intentando mantener el calor y la dulzura que  te guarda, a pesar te los desplantes, los destiempos y el desamor. 

                       La cabeza es al corazón como la madre que saca las uñas por sus hijos, para que ni el aire les roce. La mía ya está cansada de reñirle a este miocardio impetuoso, rebelde, y medio salvaje, que no deja de correr hacia ti, husmeando las migajas que le  arrojas.

                        La cabeza está indignada, harta, y rabiosa de repetir una y otra vez que ésta es la última que te consiente, que a partir de ahora, el corazón solo va a buscarte cuando lo trates como es debido, cuando le des el sitio que merece. 

                        Y ahí estoy, con el corazón castigado sin salir, hasta que  te ganes a la cabeza. Si es que te importa algo...

                         Entretanto, se me escapan latidos, negro sobre blanco.

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