miércoles, 30 de marzo de 2016

DE AMIGA A AMIGO

           ¿Qué te está haciendo?

             En su desesperación por no hundirse en las arenas movedizas, en las que se  ha ido metiendo por su torpeza en el vivir, insiste en que te apartes de tu lugar seguro para  sacarla,  sin ver que no tiene derecho a pedir que te hundas con ella.

            Ese tramo, entre tu muralla y sus tierras, la linde entre vosotros, siempre existió, estamos de acuerdo. Pero la fuiste reforzando  desde hace años, y ahora no hay ladrillos sueltos, ni tiene puertas por las que ocasionalmente ella pueda entrar, y el espacio entre vosotros es más grande, porque ninguno pensó en los movimientos de las placas tectónicas.

            Y esa perspectiva suya, con la arena ya por la cintura, hace que tu muralla se vea más alta, y hasta con espinos, y la angustia por no poder ponerse a salvo le ciega, se siente estafada, y la tristeza por no haberse dado cuenta de que se quedaba sin asideros, y que los que tenía no eran de roble, como ella pensaba, sino cañas de bambú, la tienen rota. 

            Tú, desde tu torre, refugiado en tu hermético espacio, insistes en que todo es como antes. Y probablemente sea verdad, al menos para ti. Y sea ella la que tergiversa, la que distorsiona la realidad, la que exagera todo. Pero jamás había sido consciente de que hubiera espacios tan vetados, ni sentido la exclusión. Hasta ahora no tuvo conciencia de las fronteras. Supongo que nunca necesitó entrar, que nunca, como tú dices, se vio sola. Y porque nada provoca tantas ganas de entrar como una puerta cerrada, que mientras las creyó abiertas, jamás tuvo tentación de cruzarlas. Que no se dio cuenta de que todos cambiamos, y que no estaba tan en el mundo como tú. Siempre anduvo un poco en las nubes.

             Odia perder el control de sus emociones, hablar a destiempo,  sentir tanto y sin motivo. Pero es un bicho sin coraza,  que perdió la concha al nacer, y es evidente que le hace falta una.  Y una cremallera en la boca. No quiere ser lo que es hoy, porque se sabe mucho mejor. Tiene la sensación de que no le responden las piernas, y a cada paso que da, se equivoca, y te golpea en sus propias caídas. Y el pánico a que te canses de los arañazos, le desespera tanto como  la sensación de depender de tu ayuda, y  su impotencia para hacerte ver que también tú te equivocas. Que después de tanto tiempo y tantas verdades, es normal que haya tabiques, pero no muros, que si uno sigue subiendo y el otro bajando, os perderéis de vista.

             No permitas que te lo siga haciendo. Cada cual es responsable de su felicidad,  y ella sabe que se equivoca pensando que la suya depende de ti. Lo de las medias naranjas es un cuento, y tú tienes claro cómo quieres vivir y tus prioridades. Si tienes que cambiarlas, o pensar cómo y cuando  contárselas por temor a su reacción, algo estáis haciendo muy mal. Callar y ocultar no soluciona nada, genera desconfianza y es el comienzo de un círculo vicioso que terminaría con lo que sois.  Es ella la que debe  arreglar su vida, sin quitarte ladrillos, ni atacar tus defensas. No permitas que lo haga, porque no se lo perdonaría cuando se diera cuenta. 

            Ha tenido la toalla en la mano varias veces, pero no la tira. Se seca con ella las lágrimas y se duerme...ya lo pensará mañana. Tú no sueles equivocarte con la gente, y si sigues apostando por ella, es porque es más mujer de lo que se cree. Pero  sabes que no  aguanta el dolor, ni que las cosas  no salgan según sus planes.  

           Ojalá algún día os riáis juntos de estas letras...y yo que lo vea.

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