¿A quien pretendo engañar, si soy la única que se cree las mentiras que me cuento...? No, no está todo bien, y no me basta. Sólo es una careta de las buenas, para que no descubras mi enfado, por no querer quererme, que abrir la caja de Pandora siempre te alejó de mí.
Y aunque mi corazón ha mejorado notablemente desde que has vuelto, sigo sin tener bastante. Porque tus besos son como el chocolate. Un placer diario, que no daña en pequeñas dosis, pero provoca dependencia. Y si me das un beso, quiero la caja de bombones. Si no me lo das, sufro de abstinencia.
Temo que quieras pensar de nuevo en ponerme a dieta. Pero este amor que me impones, es como una bulimia por poderes. Muy de tarde en tarde, me permites un atracón, y entre ellos, me mantienes a raya con purgas y restricciones. Empiezo a percibir distorsionada mi imagen, porque me comporto como una niña, pero no me reconozco como tal. Y sueño con atracones, y me maldigo por ello, porque tú te mantienes a dieta sin más...Me falta (y me duele) tu voluntad.
Mil veces me propuse dejar de insistir, dejar de buscarte, de llamar a tu puerta, dejar de recibir noes y plazos y excusas. Y mil veces volví. Eso sí, cada vez más agotada. Dolida, morada, famélica de ti.
Y ahí ando, buscando una dieta que nos venga bien a dos ¿amantes? metabólicamente incompatibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario