miércoles, 23 de octubre de 2013

PUBLICA, GRATUITA Y DE CALIDAD

                   Hace 8 años, cuando debíamos decidir a qué colegio iría nuestra hija mayor,  su padre y yo nos inclinamos por un colegio concertado. 

                   Las razones eran simples: está a 100 metros de la que era nuestra  casa, oferta educación Infantil, Primaria y Secundaria,  con buenas críticas acerca del nivel de los niños cuando salen a Bachillerato. Aula matinal, comedor y extraescolares. Es aconfesional, mixto, con profesorado  suficientemente joven, y motivados, porque el colegio es suyo, ya que formaron una cooperativa para fundarlo, que es la que lo dirige. 

                  El nivel social del alumnado es el del barrio: gente trabajadora como nosotros, con  lo que los niños estarían adecuadamente relacionados. 

                  La única pega que le vimos, en su momento, es que es concertado.  No por el gasto, que podemos afrontar, sino por el hecho de no ser  público.

                  Su padre y yo estudiamos en colegios, instituto  y Universidad públicos. Y siempre hemos creído en la educación  pública. Los colegios privados, aparte de no estar a nuestro alcance,  no eran necesarios. Era cosa de niños pijos y de familias con posibles. Y es difícil deshacerse de esos prejuicios cuando decides qué quieres para para tus hijos.  Llevarles a un colegio privado, ni nos lo planteábamos. Pero incluso un concertado, nos hacía sentir un poco traidores a nuestros principios. 



                Al final, el resto de razones pudo con nuestro absurdo pudor de trabajadores de clase media, y, afortunadamente, la inscribimos.

                En bendita hora. 

                Ocho años después, el panorama educativo no tiene nada que ver con el de entonces, y, por mucho que  nos pese, la educación pública está siendo comprimida, asfixiada, esquilmada. Se le está robando la calidad, la equidad, la esencia.

              A día de hoy, para que mis hijos reciban una  educación equiparable a la nuestra, resulta que hay que pagar. Lo que nuestros padres pudieron darnos porque era gratuito, ahora sólo puede tenerlo quien lo pague. Y el horizonte se sigue oscureciendo. 

              Mis hijos, afortunadamente, tienen un coeficiente sobrado para llegar a la Universidad, si lo eligen. El problema va a ser que lo hagan, y no se la podamos pagar. 

              Esa, y cada uno de los artículos de la LOMCE, son las razones por las que mañana vamos a secundar la huelga, y nuestros hijos no van a ir a clase en su colegio concertado, apoyando a la  Pública, y en protesta por los recortes y la degradación educativa, que puede que  les prive de estudios universitarios. A ellos, y a cualquier hijo de trabajador. 





LA EDUCACIÓN PÚBLICA DE CALIDAD ES BÁSICA PARA UNA SOCIEDAD JUSTA.

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