
Comprendo, amor, que no te controles en ese momento, que la emoción y el placer, desbaraten tu natural habilidad para esos menesteres, que tus manos, todas tus piernas, y el resto de tu cuerpo, se agiten con cierta independencia, indolentes, casi, al resultado de sus evoluciones.
Lógico es que el éxtasis desbarate tu puntería, que la fiesta de los sentidos tuerza tus direcciones, y desparrames sin control, ignorando el habitual recipiente, el liquido exquisito por doquier, manchando mi cara, mi pecho o mis piernas, sin hacer distingos.
Pero por mucho que te guste celebrar con cava, amor, apunta cuando descorches...
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