Ayer tocó tarde de peluquería.
Situación casi tan inspiradora como las salas de espera de la
seguridad social para temas jocosos. Y no me defraudó.
Yo soy de ir poco, cada 5 ó 6
semanas, según agenda. Y soy animal de costumbre: normalmente repito
peluquería, arreglos y peluquero.
Pero ayer era diferente.
Necesitaba cambiar mi aspecto, y como la cara es más complicado, por
el postoperatorio y tal, decidí cambiar el pelo.
Los astros se confabularon para
que el día en que me decido, mi peluquero se sintiera creativo. Esto
es una bomba de relojería (algunas de vosotras acabáis de sentir
un pellizco en el estómago y un poquito de pena por mi, como cuando
en las pelis de miedo ves claro que la chica muere....)
Aclarar que soy morena natural,
mas bien castaña, concretamente el nº 653 de L`Oreal (porque yo lo
pago...). Antes me teñía las canas cuando era necesario, pero ahora
me doy baños de color, que queda mas fino, y de paso, igualo el tono
con el resto del pelo. Por eso soy morena natural.
Cuando le enseñé las raíces, a
mi pelu casi le da un soponcio de la indignación (qué poco
diplomáticos son algunos....) pero cuando le dije que quería algo
diferente y que lo dejaba en sus manos...se le cambió la cara. Vió
la luz. Por fin la creatividad que acumulaba durante todo el día
encontraba una víctima.
Resulta que igual que soy morena
natural, tengo un cutis sobrenaturalmente blanco, que amarillea en
invierno, y adquiere un tono que los buenos escritores denominan tez
cetrina. Y eso no lo arregla ni L`Òreal. Entre eso y el stress que
acumulo, mi suegra, que tiene buen ojo clínico (sin guasa) y unas
amigas bien intencionadas (con guasa) me dicen desde hace semanas que
tengo mala cara, que si la anorexia...(confunden no comer con no
tener tiempo para comer). Todo lo anteriormente expuesto pretende
justificar el impulso del cambio.
Y se levanta el telón del
suplicio. Decidimos, se supone que de mutuo acuerdo, hacer con mi
pelo lo que a él le diera la gana, que para eso lo pagaba yo. El
plan era decolorar mediante un arrastre de color, baño de color
nuevo, nutrir tratar, estructurar y peinar. En cristiano: quitar el
tinte, teñir de nuevo, intentar arreglarlo y peinar. Cuatro horas y
media.
Vaya por delante que me encanta
que me manipulen la cabeza. Ayer me di un banquete.
Primero la decoloración, con no sé
que suerte de líquidos corrosivos, pero aquello olía a pelo frito
y mi cabeza ardía como si me pusieran sal en una herida. Menos mal que
con los cotilleos se te pasa el tiempo. Ni hace falta leer el Hola,
porque se te hace un resumen cada dos horas, como los informativos
que leen una y otra vez las baterías de notícias. Como lo hacen en
el lavacabezas tu no te ves, pero ves las miradas disimuladas de las
demás clientas al pasar por tu lado, como cuando pasas cerca de un
niño con mocos. Te inquietas....pero cuando tu peluquero de
confianzate dice que no te asustes cuando te quite la toalla, que es
lo normal y que todo va bien....Yo también he dicho en paritorio que
la episiotomía no duele. Al retirar la toalla veo un estropajo del
tamaño de mi melena pero de color fanta de naranja...Lo que se me
vino a la cabeza fue que si en ese momento había un terremoto, a mi
me sepultaba, porque así no salia a la calle ni loca. Luego caí en
la torpeza de no colocar divisiones entre la zona de hombres y
mujeres en las peluquerías mixtas. Si yo fuera una jovencita en edad
de merecer, me hunden en la miseria si alguno de los chicos que
esperaban para pelarse ve “aquello”.
Comenzó a teñirme, dándome
conversación para que se me fuera de la cabeza la búsqueda de
solución por si lo del terremoto...y me deja media hora con todo el
pelo lleno de pringue de un color indeterminado, un babero gigante de
plástico y un ejemplar del Vogue. Sería para que comparara...
Despues al lavacabezas, y se
suceden los lavados, mascarilla, serum, reserum y loción de escamas
perladas de mariposa thailandesa...o algo mas exótico aún. Y
vuelves al espejo con aspecto ...normal. Tu esperas ver alguna
maravilla, pero...ves pelo mojado normal.
Pasamos al estructurado: corte
de pelo supuestamente planificado, en el que si solo me corta las
puntas,como le pido, no entiendo que me falte la mitad de la
melenita. Tendría unas puntas enormes.
Finalmente , tiene el detalle
de preguntar cómo quiero que me peine, a lo cual yo, en un alarde de
atrevimiento, respondo que como quiera, pero informal. Y
entonces...él crea.
Resultado: me encantó. Pasé
una tarde emocionante, con riesgos teoricamente calculados, sin
secuelas, y me enteré de donde pasa las Navidades la Rociíto...
Y no debo estar mal porque
cuando llegué a mi casa, mi crítica más sincera, mi hija, sigue
queriendo parecerse a mi, mi marido se dio cuenta a la primera y no
torció la cara (de hecho, mas tarde dejó claro que le gustaba) y mi
fan incondicional, mi miniEdipo, sigue enamorado de mi.
El resto de reacciones...no son
públicamente relevantes.
1 comentario:
Menos mal que el final ha sido positivo, porque iba leyendo y parecía que estaba viendo una peli de terror, qué mal rato! He recordado lo que me ocurrió por intentar ir monísima a tu boda, que lo fui, pero el proceso fue ligeramente traumático. Nunca mais.
Me tienes ya intrigada y deseando ver el resultado.
Publicar un comentario