lunes, 5 de diciembre de 2011

UNA NOCHE CON "EL BRUJO"

       Ayer celebré la PALABRA.

       No la divina, sino la palabra con mayúsculas, la que hace que los hombres seamos  algo menos animales, a veces.

       Es la tercera vez que disfruto con el buen hacer de Rafael Álvarez "El Brujo", y no sabría decir si la mejor.

       El sentido común me impide aventurarme en una crítica teatral, empresa que a todas luces me queda grande, y menos de una obra que lleva años en cartel con sobrada solvencia. No sería crítica, sino un piropo añadido a los cientos que cosecha...

      Pero quería  que, a quien pueda interesarle mi opinión, sepa que ayer me emocioné, que me hizo reír hasta el dolor y sentir casi veneración por el verbo y su teatral expresión.

       Este inmenso actor, hombre pequeño y a veces hasta enjuto, se despliega y crece sobre las tablas, vacías casi de ornamento alguno, consiguiendo que el patio de butacas se resista a parpadear siquiera, para no perder un gesto de su interpretación, de su regalo.

       Hizo que me alegrara del modesto acervo cultural que poseo, lo justo para disfrutar de su declamación de los clásicos y del texto genial con que los encadena, a la par que satiriza  la actualidad y homenajea sus orígenes y  los de su familia.

      Mi más sentido pésame a la generación "ni-ni" y similares.  Jamás gozarán semejante placer.

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